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Bruce Springsteen, lecciones del jefe


Estadi Olimpic de Montjuic, Barcelona. Sábado, 20 de junio del 2024.

Texto y fotografías: Àlex Guimerà.

Los conciertos realizados en grandes estadios siempre han sido diferentes al resto de formatos. Hay quienes los adoran, otros los detestan. Aunque dudo que alguno de los fans del "Boss" que acudimos el pasado día veinte de junio al Estadi Olímpic nos pareciera una mala opción. Y eso que hace poco más de un año nos habíamos despedido del roquero de New Jersey creyendo que nunca más lo veríamos, al menos en tal magnánimo escenario. Pero Bruce y Barcelona tienen un idilio que viene de muy lejos, por lo que a los merecidos conciertos de Madrid -en las anteriores giras había pasado de largo de la ciudad- añadió hasta dos nuevas fechas en la capital catalana.

La primera coincidía con el comienzo del verano y con una luna que al caer la noche presidió la escena junto con las banderas de los Estados Unidos y de Catalunya. La magia estaba servida, ya que quien se esperara de ver a un músico acabado o un concierto distante y lejano se equivocó radicalmente, pues lo que vivimos desde el arranque que supuso "Lonesome Day" fue una lección de cómo debe ser un concierto de rock' n roll de estadio. Todo ello arropado con esa bandaza inacabable, con sección de vientos (liderada por el sobrinísimo Jake Cleamons), coristas y vocalistas, teclados, percusionistas, guitarras de apoyo,... y su E Street Band, con Gary Tallent (bajo), Max Wiemberg (batería), Roy Bittan (piano y teclados) junto con las estrellas de las guitarras Nils Lofgreen y Steven Van Zandt. Una formación que a pesar de los años y de las bajas sigue aún robusta y llena de energía. Pero no tanta como la que el señor Springsteen parece demostrar año tras año encima de las tablas. Pues parece de locos que a sus 75 años siga aguantando bolazos de tres horas, haciendo acrobacias con la guitarra, pateándose las primeras filas del público o arrojando esa simpatía sin fondo.

Si bien el público comenzó algo frío, fue tomando temperatura paulatinamente y contagiándose de esas vibraciones, logrando un clímax difícil de igualar por lo que pudimos ver a través de las pantallas: grandes bailes, jóvenes subidas a los hombros, fans con sus mensajes en llamativos carteles, abuelos compartiendo las canciones de su vida con sus nietos o ese joven que conectó con su amiga una video llamada para que viviera esos momentos. Aunque dada la edad media del público, sigue sorprendiéndome la juventud que exhibía el público de las primeras filas, auténticos protagonistas de los videos, por cierto.

Pero vayamos al meollo del show, porque tuvo de todo. Mucha presencia del "Born In The USA" (1984) y del "Born To Run" (1975), pero también de su último trabajo, "Letter To You" (2020), para situar en medio una buena degustación de su trayectoria imbatible. Repertorio que se sustentó desde los ritmos letales del reivindicable Max, a los solos alucinantes de Nils (quizás el mejor guitarrista de los tres caballeros), pasando por el histriónico Steven con sus bromas y su buen rollo con el Jefe; el saxo de Jake que ocupa fabulosamente el vacío de su tío (recordado al final con "Tenth Avenue Freeze-Out"), las coristas luciendo garganta, los pianos lacrimosos de Roy y por encima de todo Bruce Springsteen, quien comenzó mal en las voces pero acabó luciéndose cantando, al igual que en los solos de guitarra a los que debería de dedicarse más por cierto, o a sus soplos a la harmónica. Muy agradecidos fueron sus parlamentos en catalán, pero más sus baños de multitud a modo de predicador o sus bailoteos frikis del final.

Cabe destacar piezas como el power pop de "Radio Nowhere", rescatada del álbum infravalorado "Magic"; la emotiva "Promised Land"; "Waiting On A Sunny Day", fabulosa a la acústica; "Wrecking Ball", con su arranque al son de guitarra y su desarrollo épico instrumental con esos vientos finales; el soul de "Nightshift", adapatación de la original de los Commodores; "Last Man Standing", con la que recordó su primera banda de los años 65 a 67 de la que es su único superviviente, o por supuesto la cadena de súper-hits que supusieron "Beacause The Night", "Badlands", "Born In The USA", "Born To Run" y "Dancing In The Dark", con la que el público dio todo lo que tenía y más bailoteando y celebrando esa música que tanto ama.

Y para el cierre dejó esa performance que montó con "Twist & Shout", preguntando a sus compañeros si tenían ganas de irse a casa o seguir con la juerga, o esa otra versión de "Rockin' All Over The World", escrita por John Fogerty pero que allí todos reconocían por los Status Quo. Y cuando todo parecía que había terminado, el septuagenario volvió a escena solo con la guitarra para interpretar "I' ll See You In My Dreams". Un bonito final para una velada tan especial en la que pudimos vivir como nunca un concierto de rock en un gran espacio, algo que me temo que en el futuro cada vez será más complicado de repetir, con el "Boss" o sin él.