Vampire Weekend: “Only God Was Above Us”


Por: Àlex Guimerà.

Cinco años han transcurrido desde que arrojaron aquel sensacional "Father Of The Bride", sin duda alguna, uno de los mejores discos de su año. Hablamos de los neoyorquinos Vampire Weekend quienes han vuelto a la palestra superando todas las expectativas habidas y por haber con este "Only God Was Above Us", que es una auténtica delicia para los oídos.

Pero vayamos por partes, los "vampiros" comenzaron su andadura con un homónimo debut contando sus miembros con apenas 24 años. Con ese álbum revolucionaron el panorama indie del nuevo milenio gracias a unas estructuras instrumentales y rítmicas que, entre otros, introducían elementos de la música africana a la vez que recogían lo mejor de las bandas del nuevo punk de principios de los "dosmiles". Pero ellos, en lugar de tirar por el sendero fácil del "hype", optaron por trabajar su sonido y su carrera paso a paso.

Hoy en día la banda ya no es un cuarteto (Rostam Batmanglij se fue en 2016) y Ezra Koening (voz y guitarra) y los dos Chris, Baio (bajo) y Thompson (batería), ya son tipos cuarentones. A lo largo de estos años han dejado únicamente cuatro álbumes de estudio por el camino, pero un prestigio como banda de tendencia y de calidad que nunca les ha abandonado. Y ciertamente, tras la escucha de lo último dudamos que eso vaya suceder en breve.

De nuevo, su marca de la casa significa el punto de partida del disco: melodías perfectas incardinadas en un caos ordenado de instrumentos, bases rítmicas y percusiones. Un retrato musical de ese gran desorden ordenado que es  gran ciudad Nueva York, a la que parece que va dedicado el trabajo. Y claro, con la dulce e inconfundible voz de Ezra capaz de unirlo todo y dar sentido a cada una de las canciones. Un sonido del que tiene mucho que ver también su productor Ariel Rechtshaid, quien está con ellos desde su debut y el cual ha trabajado para gente como U2, Adele o Madonna.

Hay que destacar también unas letras que miran tanto hacia fuera (los cambios de la sociedad reciente) como hacia adentro (los sentimientos y el existencialismo), buscando renovar la conexión con su generación.

Ya desde que uno pone la aguja encima del nuevo plástico sabe que no estamos ante un trabajo cualquiera. Y es que con la creciente "Ice Cream Piano", con sus atronadores redobles y sus extensas capas de pianos, violines y efectos varios, nos vuela la cabeza. Trepidante y fantasiosa. Sin apenas recuperarse uno, por allí asoman la tremenda "Classical", con la melodía de ese sinte encantador y la bonita voz, y la hipnótica "Capricorn" que rezuma belleza por todos los costados, ya sea por su tempo como por su piano barroco.

También tenemos ejercicios de free-Jazz mezclados con el pop ("Connect"); trip hop cristalino ("The Surfer"); riffs de rock clásico ("Prep-School Gangsters"), coros celestiales ("Mary Boone") o guitarras distorsionadas (Gen-X-Cops"). Muestrario en el que sorprende además el cierre con una canción tan larga como "Hope" (alcanza los casi ocho minutos) en la que las reflexiones llegan al son de una base de ritmos, una batería y un enésimo piano memorable.

"Only God Was Above Us" es un disco cargado de matices sonoros (jazz, dub, sintetizadores, música clásica, cajas de ritmos, samplers, violines, vientos) maravillosamente empaquetados y cuidados hasta el  mínimo detalle. Los de Brooklyn han sacado una monstruosidad de disco pop moderno que ya suena a clásico.