Por: Javier González.
Emociona mucho que tras doce trabajos Pearl Jam sean capaces de sacar de la manga un discazo repleto de musculo, reivindicando trayectoria y legado, mientras muestran orgullosos sus credenciales haciendo lo que mejor saben, regalar una colección imbatible de trallazos.
Es un hecho que al género, a la amplia etiqueta que abarca el rock, lo han matado una y otra vez. Las voces más críticas se quejan del “olor a refrito” que destilan las nuevas propuestas; tampoco es menos cierto que en bastantes ocasiones cuando las bandas pasan de un determinado número de trabajos, se apodera de la mayoría de oyentes una sensación de “déjà vu” (que en contados casos perdonamos con sumo gusto, todo sea dicho); de la misma forma que no debemos negar que algunos nombres míticos han decidido pulsar el “automático”, limitándose a pasear por los escenarios viejos hits que nunca más volverán a cumplir treinta años, mientras transcurren décadas y décadas sin nuevo material que echarnos al oído (The Cure); igual que encontramos el otro extremo, aquellos que graban como mera excusa para salir de nuevo a pasear con las guitarras en ristre, mientras ponen desorbitados precios a las entradas para que muchos fans disfruten y otros personajillos de tercera pasen por caja, a la espera de acercarse al pabellón de turno móvil en mano con objeto de hacerse el reportaje de rigor que les permita disfrutar de su momento de gloria en redes sociales diciendo: “yo estuve allí”. Otra cosa muy distinta, claro está, es que se enteren de algo, y por extensión que dejen a los buenos aficionados y aficionadas asistir a la ceremonia en paz.
Es por ello que este “Dark Matter” nos ha despertado un cosquilleo especial, enardeciendo el viejo fuego que habita en las entrañas de los ya talluditos, al descubrirnos ante unos Pearl Jam que si bien no inventan nada nuevo, al menos nada que no estuviera ya presente en álbumes como “Ten”, “Vs” o “Yield”, por comentar unos ejemplos, sí que interpretan el nuevo material con una convicción y un nervio que huele a reivindicación, a orgullo de banda, sentido de pertenencia y a la honestidad del que conoce y ama su oficio; del que mira atrás satisfecho por haber cumplido con su deber vital, sabedor que la experiencia es un grado y llegados a cierta edad, un logro.
Y es partiendo de esa solemne reflexión donde no queda otra que esbozar una sonrisa de complicidad al enfrentarse a “Scared Of Fear” y “React Respond”, dos buenos puñetazos para caldear el cuerpo, rompernos de emoción mientras Eddie Vedder nos camela una vez más con “Wreckage” y “Won´t Tell”, restar años al contador vital mientras meneamos la cabeza al son de la titular “Dark Matter” o “Running”; enredarnos en el clasicismo que emana de “Something Special” o despedirnos de esta colección mientras contemplamos extasiados en “Setting Sun”, mientras abrazamos a estos viejos amigos una vez más con los ojos repletos de emoción, sabedores que les debemos más de lo que jamás estaremos en disposición de pagarles.
“Dark Matter” es un trabajo que muestra el oficio y tesón de una banda perfectamente engrasada que acepta las canas con sumo gusto. Un álbum que por sí mismo, sin mirar a sus hermanos de discografía, es ampliamente disfrutable y reivindicable. Una celebración y recordatorio de los días que pasamos, sabedores de quiénes somos en este momento y con la consciencia de que seguimos aquí, algo que cada día deberíamos recordar que es un auténtico triunfo, para seguir disfrutando. Bravo por el rock de guitarras y por las bandas que lo dignifican con una trayectoria como la de Pearl Jam.