Fernando Rubio: "Stay Cool"


Por: Juanjo Frontera.

Aunque suene a tópico, a Fernando Rubio, si no existiera, habría que inventarlo. Porque sí, porque demuestra muchas cosas. Porque es fiel testimonio de que, en este país, hay una raza de músicos que pelea contra viento y marea, mantienen carreras imposibles, haciendo frente a lo extremadamente difícil que es hacerse respetar por aquí. Pero persisten en lo suyo. Y es una suerte, porque artistazos como Fernando, hay pocos. Su trayectoria debería hablar por sí misma, no debería hacer falta presentación, pero el caso es que somos relativamente pocos los aficionados que conocemos de su extrema calidad, tanto en su proyecto en solitario, como en cualquier otro de los que participa, sobre todo Ferroblues o Bantastic Fand. 

Este ilustre cartagenero contaba ya, antes de que llegara su nuevo "Stay Cool", del que os hablaré en las siguientes líneas, con una tríada de álbumes sencillamente magistral ("Tides", "Cheap Chinese Guitar" y "20th Century"), que en algún caso incluso llegó a integrar algunas de las siempre imprescindibles listas del año, como la de Rockdelux, cuando aún se editaba en papel. Pero ni eso le augura a su autor el favor de un público siempre más atento al moderneo instalado en la poltrona de los festivales que a artistas orfebres que recuperan la tradición norteamericana (negra y blanca) y la trasladan con total naturalidad y sobrada maestría a su acervo, como hace Fernando mejor que nadie. 

"Stay Cool" no es en absoluto una excepción a la regla que ha aupado a nuestro héroe a la condición de músico respetable y adorable como pocos. Grabado durante un período especialmente duro para Fernando, en el que tuvo que lidiar con serios problemas de salud, el disco respira liberación, amor por la vida y respeto por la música. Además, existe cierta evolución hacia el lado negroide -no en vano mantiene un proyecto paralelo en esa onda bajo el nombre de Bloody Black Soul- que refresca su estilo y aporta colorido y distinción. 

La letra de la canción titular, que abre el álbum, es, de hecho, un claro retrato de todo ese período oscuro del que este disco es desembocadura al final del túnel: “a veces la vida es una negra comedia, depende de ti tomársela en serio, lo mejor que puedes hacer es reír”. Y eso hace él, con estas canciones, no reírse a mandíbula batiente, pero desde luego, todo lo contrario de autocompadecerse. Es un disco que aporta un espacio abierto, un horizonte por delante, un aire limpio y fresco que respirar, a base de algunas de las mejores composiciones de este excelente músico, que ya es decir. 

La citada canción titular es una maravilla pop a la americana que ya hubiera querido para sí todo un Tom Petty, al igual que “It ain’t over”, pieza pizpireta y saltarina que igualmente aporta luminosidad a la adversidad. Todo un hit single en un mundo ideal que completa una dupla demoledora para iniciar un álbum. Un trabajo que juega, de este modo, con las melodías que tienen esa orientación hacia los Byrds, Badfinger o The Heartbreakers (“12 string poems”, “Reborn again”) con esa querencia especial de la casa por el rhythm and blues en todas sus vertientes (“Get down”, “Rain at last”, “You know I know”) , o incluso una sorpresiva incursión en sonidos jamaicanos con la estupenda “Give what you don’t have”, o incluso gospel (“Sun’s gonna shine again”), sin descuidar, por supuesto, la faceta introspectiva y de acento otoñal que aportan maravillas como “Lazy sunday” y “Love me love me” y que redondea un conjunto de nuevo impecable, tremendamente compacto.

Un álbum que vuelve a situar a Fernando Rubio en el lugar de las delicatessen más jugosas de nuestro país, al menos para las personas que se consideran aficionadas de un modo serio a los sonidos de raíz puestos en solfa de una manera totalmente personal y con un cuidado exquisito en las formas. Un aplauso, por cierto, antes de que me olvide, a la banda de siempre de Fernando, The Inner Demons, que aquí hace un trabajo excelente, sirviendo de imprescindible empaque para este excepcional nuevo paquete de composiciones de un músico que, lo repetiré las veces que haga falta, si no existiera deberíamos inventar, porque de su presencia depende que sigamos creyendo en muchas cosas que, de no existir gente como él, perderían todo el sentido.