Entrevista: The Limboos


“Hemos pensado en canciones que tuvieran el veneno de siempre, pero con total libertad a nivel compositivo” 

Por: Javier González. 

Si la honestidad en el devenir de una trayectoria y los aciertos facturando trabajos de calidad fueron lo único importante a la hora de conseguir éxito, The Limboos serían una banda no solo respetada dentro del mundillo, algo que hace tiempo lograron por derecho propio, sino que también estarían mucho más arriba en el escalafón nacional de proyectos que arrastran tras de sí a miles de personas. 

Desgraciadamente para ellos -y más desgraciadamente para aquellos que todavía no han escuchado sus álbumes-, tras una década de andadura y cuatro discazos en el mercado, la categoría que atesoran y su repercusión mediática siguen moviéndose en polos opuestos; algo que no parece afectarles, ya que ellos, fieles a la filosofía del “picar piedra”, redoblan su apuesta en esta nueva etapa donde continúan haciendo camino, abriendo nuevas e interesantes sendas, tal y como demuestran en la última referencia que nos han regalado, “Off the Loop”. 

Casi una decena de composiciones que optan desde ya a aparecer en las listas como parte de lo mejor del año, donde la banda se aleja de los parámetros “retro” con los que se venía calificando su sonido; rompiendo esquemas y ataduras, abogando por la libertad creativa, para bordar una colección de canciones que, si bien siguen mirando a décadas pasadas en su estructura, ahora suenan decididamente más marcianas, modernas y elevadas, en parte por una producción juguetona y valiente donde, entre otros trucos, han mezclado lo analógico con samplers cercanos al hip-hop. 

Han sabido unir garra y elegancia, pegada y profundidad, riesgo y altura de miras en cortes como “Where the Wild Things Come True”, donde aceleran su propuesta, dejando claro que la pasión por el rhytm and blues sigue intacta, así como su precisión, “The Guest”, en la que nos chocamos con cálida y sugerente voz de Daniela Kennedy -¡vaya secreto guardaba la señora!-, quien nos sorprende casi ¡a ritmo de boogaloo!, imantado unas guitarras espectaculares dotadas de un groove contagioso y un cencerro brutalísimo; o el caramelito “Dark is the Night”, donde no dudan en meter arreglos de cuerdas, invitando a pensar en Nancy Sinatra y Lee Hazlewood, para a renglón seguido acercarse a pesadas y adictivas sonoridades negras que saben a puro hip-hop en “In the Loop”, con ese fraseo desafiante que se marca Roi Fontoira

Se miran en los ojos de unos The Black Keys psicodélicos en “Stranded” (I´m Moving on) mientras de fondo un tren amenaza con descarrilar sin remisión, y en “Hangin´ Up” dejan descansar al bueno de Mick Jagger, sabedor que su testigo puede ser recogido perfectamente por Roi, antes de dar paso a la solemnidad de “X” y a un cierre que huele a declaración de intenciones con “Red Line” y “Unfinished Ending”, donde la banda deja claro que este es el final de momento, pero que en su cabeza hay muchas ideas que tendrán continuidad en próximos y necesarios trabajos. 

Ante semejante guantazo sonoro, no nos quedó más remedio que contactar con The Limboos, personificados en la figura de su guitarrista y teclista, Sergio Alarcón, para conocer más de cerca hasta el más mínimo detalle de este “Off The Loop”, con el que nos hemos hecho más seguidores aún de una banda a la que desde primera hora dimos cariño en estas páginas. Y es que ¡cómo íbamos a negar el pan a gente de tan sobrado talento! 

¿Qué tal va todo? ¿Qué tal están siendo las sensaciones tras publicar “Off the Loop”? 

Sergio: Las sensaciones y el feedback es bueno, a la gente le está gustando, nos lo están haciendo saber a través de redes sociales y en los conciertos, pero a la vez sabemos que no podemos relajarnos en todo lo relativo a llevar adelante el proyecto. La sensación es buena, pero sin relajarnos, como casi todo el mundo por otra parte. 

Se trata de vuestro cuarto trabajo, pero hay varias señales que parecen indicar que con él abrís una nueva etapa. ¿Tenéis la misma percepción en el seno de la banda? 

Sergio: Sí, tal cual lo dices, así lo sentimos y lo estamos expresando en las diversas entrevistas. De alguna forma, a raíz del parón que hubo con la pandemia, que para nosotros fue el primero tras llevar siete años sin parar con el grupo, algo que fue forzado por las circunstancias. Creemos que nos dio pie a tomar perspectiva para enfocar todo al volver a la actividad. Era algo que realmente estábamos rumiando un poco antes, quizás con el tercer disco, “Baia”, de 2019. Desde el primer concierto de aquella gira estábamos cambiando cosas a nivel musical, de cómo se grabó el álbum a los directos, pasamos del contrabajo al bajo eléctrico… quizás un detalle inapreciable para mucha gente, pero que a nosotros nos decía que no queríamos quedarnos estancados en lo que veníamos haciendo, en esa parte más clásica del rhythm and blues. Se puso de manifiesto una búsqueda de nuevas sonoridades para este trabajo, nos lo tomamos como un papel en blanco, algo que derivó también en que el tiempo entre discos se haya alargado. Hemos tardado en llegar a un sitio donde nos sintiéramos cómodos y en que disfrutáramos con las nuevas canciones. Ha habido muchas investigaciones y búsqueda de sonidos. Lo sentimos como una nueva etapa dentro de la banda, contestando a tu pregunta. (Risas) 

Vuestro sonido, el cual siempre ha tenido reminiscencias retro en su más amplia acepción, pero que en esta ocasión va más allá, entregando un trabajo que mira atrás, pero cuyas sonoridades y producción parecen mucho más “marcianas”, por decirlo de algún modo. ¿A qué se ha debido este hecho? 

Sergio: En primer lugar, queríamos llevar las cosas a otro lugar, quitarnos un poco el “San Benito” del rollo retro y más cincuentero. No por nada en particular, es una música que nos encanta, la seguimos escuchando y la tenemos interiorizadas, pero a raíz de escuchar ciertos discos que llegaron a nuestras manos como “Locked Down” de Dr. John, producido por Dan Auerbach, nos llamó la atención la forma de coger a un artista y traerlo al puro presente, con un sonido más robusto y reminiscencias al hip-hop. Nos empezó a interesar. Y también la idea de reenfocar toda la música que teníamos entre manos, hubo muchos esbozos que fueron tomando forma con la entrada en la banda de Martín García, quien entró como teclista y productor. Veníamos del mismo lugar, pero él tenía la capacidad de llevarlo a otro lugar. Ha sido una persona importante para encontrar la sonoridad y los arreglos adecuados. No ha habido que hacer una gran revolución, pero sí que han entrado ramalazos de Iggy Pop, Stooges o David Bowie, artistas con los que hemos crecido y que no paramos de redescubrir. Mi sensación final, surgida dando los últimos retoques al disco, es que ha primado la canción por encima de etiquetas. Sin importar si cantaba Daniela o Roi, si había más guitarras o sintes, que hemos metido ahora, etc. Nos hemos quitado prejuicios, hemos pensado en canciones que tuvieran el veneno y la energía de siempre, pero con total libertad a nivel compositivo. 

La banda queda ahora constituida como quinteto, así que imagino que habrá que dar un nuevo enfoque a las antiguas canciones. 

Sergio: Con el tema de la formación de la banda ha habido ciertas confusiones. El grupo fue cuarteto, en el primer disco, y luego quinteto, con Santi Sacristán al bajo y Gabi Niño al saxo barítono, en el segundo. A raíz de la pandemia tuvimos que replantear todas las cosas, tanto Santi como Gabi dejaron el grupo por circunstancias diversas, sin ningún mal rollo ni nada. En cierta manera, al final todo vino dado. Fue momento para hacer borrón y cuenta nueva. El núcleo duro del grupo siempre hemos sido Roi, Daniela y yo, pero nunca hemos tocado como trio. La evolución ha sido siempre tan paulatina que realmente no es un problema llevar al directo las nuevas sonoridades, ten en cuenta que cuando todo se reabrió tras la pandemia, Martín y Javi Geras estaban en la banda. Todo estaba establecido, no sabíamos cómo iba a ser el disco, pero las sonoridades que hemos incluido comenzaban a estar presentes. Ha sido adaptar todo de forma gradual, ha sido muy fácil. Quien nos haya visto y nos vea ahora verá que hay una evolución y más matices, pero no ha sido algo drástico de un día para otro, aunque si te paras en casa a escuchar el tercer y cuarto disco se verá un cambio grande. 

Citáis a Lee Hazlewood, Scott Walker, Iggy Pop o Dan Auerbach, entre los referentes, pero a mí me han venido a la cabeza Arthur Lee, The Ventures o Brian Wilson. ¿A quién más podemos incluir? 

Sergio: Hay muchas referencias. Ahora me dices Arthur Lee y te digo que está desde el primer acorde. La intro de la primera canción es puro Love, son un referente para nosotros y los tenemos muy presentes. Brian Wilson es uno de mis ídolos, lo que más me gusta de hacer música se lo debo a él y a la obsesión que tuve con él a los veintitantos. Hay muchos nombres que están. Hay cosas de Dusty Springfield o David Bowie. Cantidad de artistas memorables y míticos. Serge Gainsbourg también anda por aquí… la gente nos dice referencias que no había tenido presentes, pero que luego entiendo que se comenten. Siento que es algo bueno cuando la gente ve referencias y matices cercanos a muchos grandes artistas, pienso que estamos en el camino correcto porque no hemos hecho algo focalizado en una sola dirección. De lo que quizás estemos más satisfechos es haber llegado a la canción en sí mismas, sin haber tirado de etiquetas más rock, psicodélicas, etc… 

En “The Guest” e “In the Loop” hay un insospechado tratamiento de las baterías que resulta sorprendente para The Limboos. 

Sergio: Claro, ha habido mucho concepto y muy buen curro en la producción. Volvemos a Martín… “In the Loop” tiene una batería grabada en directo, en cinta, rollo analógico- viejuno, pero luego está sampleada. Grabada con todo el calor del mundo por Daniela, pero luego Martín dijo: “vamos a samplear”. Dio pie a tocarla con el concepto del hip-hop, para mí es uno de los sonidazos del disco, con carácter y groove propio del rap. “The Guest” era una canción que al comenzar nos parecía una amalgama de cosas, que sentíamos como un boogaloo, de alguna forma, con el patrón repetitivo del cencerro. Era un ritmo súper recto y extraterrestre. Era juntar a Willie Colon con un poco Devo, lo sentíamos como algo industrial con rollo latinero. Las baterías se han grabado para ser amalgamadas en nuevos sonidos y darle un tratamiento con peso y carácter propio de músicas más modernas. 

¿Cómo surge una pieza tan delicada del estilo de “Dark is the Night”? 

Sergio: Estamos de acuerdo, de hecho, fue single obligatorio, aunque parece que lo singles, más en estos tiempos, deben ser súper inmediatos y llamativos. Es una canción que surgió de una manera muy fluida y sencilla, pero hay que estar dispuestos a meterte en el jardín. Andábamos escuchando mucho a Lee y Nancy, comenzamos a jugar sobre una armonía muy cercana al pop clásico. Nos pareció una cosa muy bonita que no sabíamos la forma en que la íbamos a llevarla adelante. Una vez que teníamos toda la canción fue una cuestión de no poner límites. Hay tres violines y una viola de fondo. El tema estaba ya maquetado, recuerdo que estaba en casa con mi pareja el verano pasado, nunca había escrito un arreglo de cuerda, me puse con un programa de partituras, se lo mandé a estos y fue como “ostras, hay que hacerlo”. Nunca nos habíamos planteado meter cuerdas por si no tenían encaje, pero finalmente lo hicimos. Para grabarla dejamos sin estudio a David Bisbal, lo hicimos en Metropol, nos contactaron para ver si queríamos cambiar de día, pero era complicado para nosotros, no podíamos hacerlo por cuestiones de agenda. Le tuvimos que decir que no, que se quedara la sala pequeña. Inclusive le vimos por ahí. Fue una experiencia espectacular, rodeados de músicos tope de gama de orquesta. (Risas) 

“Red Line” and “Unfinished Ending”, son dos cortes que parecen marcar un cierre que mira a unas nuevas formas expresivas, más puramente sesenteras y psicodélicas. ¿Será el próximo paso? 

Sergio:
Sí, estamos en un momento a nivel compositivo bastante dulce. De los más dulces de nuestros diez años de trayectoria. Hay muchas canciones que se han quedado hechas en el tintero, son ideas potentes que hemos dejado fuera porque el disco estaba terminado. Podríamos haberlo hecho doble, pero en estos tiempos creemos que es un suicidio. Haría falta mucho capital que no tenemos. Han quedado ideas que pueden ser hilo conductor y van surgiendo nuevas. Estoy de acuerdo contigo en la apreciación porque “Unfinished Ending” puede ser un título que expresa que tenemos mucho más carrete. Hemos tenido que esperar casi cinco años para grabar nuevo material, creo que para el siguiente disco no esperaremos tanto. Es mi deseo. Ya estamos planteando buscar huecos y dar caña. Publicar este trabajo con buenas sensaciones te da seguridad para seguir esta vía y ver qué pasa. Hay margen para evolucionar en las próximas canciones. 

Por mera curiosidad, ¿de qué forma decidisteis qué canciones cantaría Daniela y cuáles Roi? 

Sergio: No fue algo premeditado. Daniela no era cantante, sabíamos en casa que cantaba increíble, pero a ella le daba un poco de vergüenza y pasaba de cantar. Fue una vez que empezamos a hacer canciones, por ejemplo, recuerdo “The Guest”, en las primeras demos cantaba Roi, pero pensamos en el carácter que podía imprimir Daniela. Nos parecía que podía dar muchas posibilidades. Empezamos a pensar en esas especies de “Pimpinelas”, teniendo también a Nancy and Lee en el retrovisor. Fue como “vamos a hacerlo nosotros”. Nos ha abierto un espectro nuevo y posibilidades a tope. Roi tiene en su voz el carácter rock and roll y negroide y Daniela tiene el rollo que puede cantar más en rudo y delicado como en “The Guest” y “Unfinished ending”. 

“Es importante tocar en las salas y hacer que el círculo de bandas tocando en directo no muera” 

Hace unas semanas tuvo bastante repercusión vuestro comunicado sobre la posible cancelación del concierto en Valladolid. ¿Qué tal están yendo el resto de fechas de la gira? 

Sergio: En general está habiendo incertidumbre, las entradas anticipadas no se venden ahora como se vendían antes de la pandemia. Mi sensación es que la gente apura más los planes y a lo mejor hasta los últimos días hay más dudas. En Zaragoza, había vendidas el miércoles 45 entradas, pero el día del concierto llegamos a meter 200 personas. Estás con el culo apretado hasta el último momento. Ha habido noches mejores como Zaragoza y otras en que vamos más justos como Murcia y Valladolid, donde hubo 80 personas. Son días que vas apretado en las cuentas. Es parte del juego. Nosotros podríamos elegir tocar menos en salas, algo que dijimos en el comunicado, pero es que es en lo que se basa esta primera parte de la gira, donde todo va a riesgo. Lo hemos elegido hacerlo, creemos que es importante tocar en las salas y hacer que el círculo de bandas tocando en directo no muera. Es una parte del romanticismo que no hay que perder a pesar de las dificultades. Es complicado, hay que ir mucho al día a día y picar piedra constantemente. Hoy día hay superoferta de bandas y sobreinformación, tú puedes hacer la parte de promoción y redes sociales bien, pero aún así la gente no se entera. O tienes mucho dinero para invertir en publicidad de manera masiva, masiva quiero decir 300 euros por concierto, pero hay que tenerlos. Si los tienes, quizás llegues a tu potencial público y puedas ampliarlo, si no hay que hacerlo de la manera más clásico. Nosotros crecemos concierto a concierto y gira a gira. Esta gira va yendo con altibajos, pero en la parte musical y de comunión con el músico está siendo positiva. Estamos satisfechos, viviendo la incertidumbre común, algo que no nos pilla de nuevas, pero con la ilusión de que vaya creciendo. 

“Hacemos un ejercicio de abstracción fuerte cuando componemos” 

Sois una banda que vive exclusivamente de la música. ¿Cuánto desgasta en el día a día dicha pelea? 

Sergio: Vivimos exclusivamente de esto, pero modo montaña rusa, más bien hablaría de sobrevivir. Cuando no hay giras y conciertos, hay que buscar apaños y planes b, ya que no hay ningún ingreso. Es así. El rollo es que estamos en un momento… no voy a decir complicado. Me da rabia porque es un momento que parece que todo queda muy arisco y desencantado, pero es la cruda realidad. No me mola mucho caer en ello. Es parte del juego, cualquier persona que se dedique a la música debe lidiar con incertidumbres e inseguridades. No sé si te hace componer mejor o peor, captar matices o tener dudas. Se lidia con ello. Personalmente, y creo que hablando en nombre de la banda, hay un ejercicio de abstracción cuando componemos, como que en ese momento todo pasa a segundo plano. La precariedad no juega en esos momentos, estamos muy focalizados en hacer música. No pensamos en vender un éxito, sí en hacer algo que nos mole. Nos da libertad artística y creativa para no pensar más allá de la música. 

¿Por dónde pasan los planes de futuro más inmediatos para The Limboos? 

Sergio: Creo que nuestros pasos son seguir ampliando nuestros altavoces, currar lo máximo, tanto dentro como fuera de los escenarios para llegar a más gente. Creemos que es nuestra forma de crecer, tocar en directo, que pueda venir gente y que la rueda siga girando. Es lo que vemos en los próximos meses, ahora mismo. Apretar, tocar y disfrutar.