“Es necesaria más camaradería, más unión para pelear por nuestros derechos y mejorar nuestra situación laboral, y menos competitividad, desafección y performance digital” .
Hace una década que Biznaga nos volaron literalmente la cabeza con “Centro Dramático Nacional”, donde su punk inteligente, impregnado de un espíritu combativo bien desarrollado, llegó como un viento fresco para colarse en nuestro cerebro, demostrando que el género quizás tenía más vida de la que muchos hubiéramos podido suponerle.
Y aquí siguen, fieles a sí mismos, una década más tarde, sin renunciar a los postulados éticos y estéticos que les hicieron abrirse un hueco que han sabido ir ampliando en sus trabajos, donde siempre han propuesto líneas argumentales inteligentes, apegadas al presente, a la calle y sus problemas, sin perder un ápice de profundidad, pero sonando siempre especialmente poéticos.
Siempre hemos sentido empatía hacia sus canciones, desde hace un tiempo hemos estrechado vínculos, por lo que invitarlos a nuestro aniversario era poco menos que una obligación, a la que por supuesto accedieron sumamente gustosos, personificados en la figura de su bajista y compositor, Jorge Navarro, quien afilado y directo, da su más que interesante opinión sobre un montón de temas que afectan a la actualidad musical.
¿Qué valoración general harías de la actual situación del “mundillo” musical?
Jorge: Hay bastantes grupos y artistas, algunos muy buenos, haciendo cosas diversas, pero igualmente interesantes en este momento. Quizás es necesario más camaradería, más unión para pelear por nuestros derechos y mejorar nuestra situación laboral, y menos competitividad, desafección y performance digital. Con respecto a las estructuras, los canales de difusión y la industria musical, creo que te contesto un poco más abajo.
Siempre se ha hablado del directo como último refugio para mantener con vida a las bandas, ¿Crees que hay una red de salas y condiciones favorables a lo largo del Estado?
Jorge: Existe una red, aunque creo que algo precaria, sobre todo en cuanto a salas de conciertos propiamente dichas, con distintos aforos, equipo técnico y las condiciones necesarias para ello. Abundan sobre todo los bares, algunos con más espacio y mejor equipados que otros, que ofrecen la posibilidad de realizar conciertos como forma de atraer a gente para que consuma. Esta confusión entre música en directo y ocio nocturno no ayuda, creo.
¿Cuál es el papel que en ese sentido crees que juega la proliferación de festivales?
Jorge: Los festivales van o deberían ir por otro lado distinto porque se supone que son otra cosa. No solo es música en directo, sino que se ofrecen otros reclamos y frecuentemente, salvo honrosas excepciones tipo el Canela Party o el Prestoso, por citar un par de ejemplo, se plantean como una experiencia de ocio y consumo masificado como puede ser ir a un centro comercial. El problema es cuando la sobre oferta de estos empieza a saturar el panorama de eventos, a clonar carteles o a pedir exclusividad a los artistas. De esta manera, y de otras, interfieren en una posible armonía en el circuito de música en directo, de la que en este país existe ya de por sí poca cultura.
Ahora que la venta de discos es irrisoria, las plataformas siguen robando a los creadores con porcentajes ínfimos por reproducción y en los festivales apenas se paga a los artistas más minoritarios, salvo honrosas excepciones. ¿Por dónde pasa la durabilidad de los proyectos y las carreras de larga duración?
Jorge: Por lo de siempre: hacer buenas canciones, hacer un buen directo y que la gente vaya a los conciertos, salga contenta, lo cuente y repita con más amigos.
A la hora de disfrutar de la música como oyente, ¿prefieres acercarte a los clásicos con los que te hiciste melómano/a o bien prefieres escuchar propuestas novedosas? ¿Por qué?
Jorge: Un poco de todo. Hace diez o quince años sí estaba enteradísimo. Ahora trato de estar al día, aunque sin agobios y a mi ritmo. Con respecto a los clásicos ocurre que nos solo me gusta volver sobre lo que ya conozco, sino que trato de hacer una labor de arqueología y descubrir cosas más raras y menos evidentes de esos mismos artistas o de coetáneos suyos menos conocidos.
Todo oyente tiene algún secreto no confesable de bandas y/o músicos que le emocionan y que no suelen estar bien vistas, ¿Cuáles serían los tuyos y por qué?
Jorge: Puf, no sé, no confesables no tengo ninguno, creo. La Shakira pre “Waka Waka”, la de “¿Dónde están los ladrones?” o “Servicio de lavandería”, por ejemplo. Normalmente estas cosas responden a que aparecen en tu vida durante la niñez/adolescencia y las recuerdas con cariño.
¿Cuál fue ese primer contacto con la música que te empujó a dedicarte a ella?
Jorge: Conocer a Álvaro, que me propusiera formar Biznaga, y ocho años después ver que dedicarnos exclusivamente a ello podía ser una posibilidad real.
Cita cinco nombres básicos en tu reproductor en los últimos meses.
Jorge: Home Front, High Vis, Los Yolos, Tatxers, Sofía.
¿Qué artistas malditos, minoritarios o relativamente novedosos nos recomendarías encarecidamente no perder de vista?
Jorge: A ver, poco conocidos por el gran público español entiendo, ¿no? En ese caso: de ahora: Mark Guiliana, y de antes: Los Prisioneros.
La historia de Biznaga es la de una banda que ha ido paso a paso subiendo escalones, sin renunciar ni a su estilo ni a su discurso. ¿Qué consejo le daríais a una banda joven que os pueda tener como referentes?
Jorge: Que en todo momento hagan lo que crean que tienen que hacer.
¿Cómo de complicado es dar el paso para decidir dedicarse exclusivamente a la música como medio de vida y sustento?
Jorge: A nosotros nos ha costado diez años, así que supongo que no es fácil. A grandes rasgos no lo veo diferente de otro proyecto de índole distinta que se quiera acometer y del que se espere un redito económico suficiente como para vivir de ello. Mires donde mires es complicado buscarse la vida hoy en día. Ahora bien, la música tiene particularidades, la principal y compartida con otros ámbitos artísticos, es que no termina de concebirse como una profesión o como un trabajo serio por parte de las instituciones públicas ni por la sociedad en general. Por otro lado, la cultura de música en directo es limitada en este país si no se trata de eventos como un concierto del artista top del momento o los festivales. Además, la industria musical, que se mueve guiada por lógicas capitalistas de competitividad y productividad como cualquier otra industria, en vez de posibilitar la independencia económica de la gente que hace música y las condiciones materiales necesarias para la supervivencia de las propuestas artísticas, contribuye a precarizarlas todavía más. En cualquier caso, es un tema complejo y extenso que convendría abordar por todos los actores implicados, por supuesto incluyendo a los sindicatos.
¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de nuestra revista digital?
Jorge: Una reseña elogiosa y muy bien escrita de nuestro primer larga duración, Centro Dramático Nacional, por parte de Kepa Arbizu.
¿Qué valoración haces de nuestra evolución como web asentada dentro de la oferta de prensa musical, nacional y gratuita? ¿Qué es lo que más te gusta de El Giradiscos? ¿Y lo que más te irrita?
Jorge: Me gusta especialmente la dedicación, motivación y la sincera pasión por la música que se transmite en vuestros contenidos. Como aspecto mejorable señalaría la estética de la web, algo desactualizada.
Espacio libre para una felicitación, crítica o lo que venga en gana…
Jorge: Salud para El Giradiscos y a por otros quince años más de periodismo musical al pie del cañón, ¡Un abrazo!