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Yard Act: La utopía emocional


Sala Mon, Madrid. Martes, 9 de abril de 2024

Por: Skar P.D.

La sala Mon se llenó para ver el directo de la banda de Leeds que se acercaba por estos lares, después de algún que otro intento fallido, y esta vez con la excusa, bendita excusa, de presentarnos su segundo disco, "Where's My Utopia?", un trabajo donde los estribillos más aguerridos de su flamante debut, aquel "The Overload" que les presentó en sociedad, conviven con una apertura estilística que potencia la banda sonora, en formato más dance o más funk, si se quiere. Una apertura o potenciación rítmica que la producción de Remi Kabaka Jr., el de Gorillaz, ha sido capaz de trasladar a las pistas grabadas. ¿Y cómo resolvería Yard Act esa circunstancia en directo?

Para empezar, la banda ha incrementado su presencia visual en directo con la incorporación de un teclista, entre otras cosas por aquello de reproducir sonidos pregrabados, vientos o cuerdas, de esos tan sutiles que adornan los arreglos de las nuevas canciones y, sobre todo, con la presencia de dos coristas cuya labor escénica va mucho más allá del mero acompañamiento vocal, participando activamente en el desarrollo del show, incluyendo la anécdota de que alguien del público eligiera, girando una especie de rueda de la fortuna, la canción que debería sonar a continuación, y casualidad o no, entró en el setlist, siendo la "afortunada" la espectacular "Fixer Up" y ese ritmo tan brioso que los emparenta, a poco que se cierren los ojos, con las líneas de bajo de alguna que otra canción de Ian Dury & The Blockheads, 

Hasta ese momento el concierto, que comenzó con "An Illusion", había ido de menos a más superando, a medida que avanzaba, el efecto de compresión del sonido característico de la acústica de la sala Mon. Indicios palpables de esa superación ofrecieron los coros "acid house" de "Dead Horse", que ya aventuraban el acierto de la inclusión de las dos vocalistas de acompañamiento y que alcanzó su punto de no retorno con la canción que el azar, vía "Wheel Spin", y la mano inocente del asistente designó como participante en el set list.

A partir de ahí Yard Act se liberaron de unas hipotéticas ataduras o simplemente establecieron la comunicación emocionalmente y acústicamente necesaria,  proporcionando por momentos una segunda parte de concierto totalmente arrebatadora y aun así, y con todo, superando el nivel alcanzado tirando del hip hop, influencia evidente, de "Down By The Stream” que unieron con "Dream Job" para poner a todo el mundo a bailar a imagen y semejanza de lo que ocurría en el escenario. ¿Habéis oído hablar de esos momentos mágicos que ocurren en los conciertos en directo y que son irreproducibles en los discos? Pues este fue uno de esos momentos y de paso dieron todo el sentido al porqué de esa apertura estilística que supone el disco que venían a presentar. ¿Quién dice que las utopías no existen? El infeccioso estribillo de “Payday" parecía asegurarnos su existencia y de paso prepararnos para que "The Overload" y "A Vineyard for the North" cerraran, por el momento, el concierto, justo en el momento de máxima agitación emocional. Y se fueron, pero el bombo programado continúo sonando en los bpms adecuados para que la audiencia siguiera dando palmas y reclamando a gritos la vuelta de la banda al escenario.

Por supuesto que volvieron a salir, y evidentemente que las emociones y el sudor siguieron haciéndose patentes con la increíble "100% Endurance", que si enamoró en su día a Elton John no fue por casualidad; alcanzando su punto álgido de ebullición, las emociones y el sudor me refiero, con una versión acelerada y absolutamente desatada de "The Trench Coat Museum", y es que por momentos parecía que la fiesta, a la que se unió Murkage Dave que había oficiado de telonero en una breve y cercana actuación, se hacía desde los reductos más underground y exclusivos del infierno de lo tremendo que resultó ese, ahora sí, final de concierto. Los mismos reductos que en su día habitaron bandas como LCD Soundsystem, Gang Of Four o los mismísimos, por las chicas, B-52’s, que hay que ver lo que pueden dar de si las extensiones del postpunk primigenio.

Es muy posible que, a tenor de lo visto y oído, la próxima vez que Yard Act se den una vuelta por estas tierras habrá que verlos desde más lejos porque necesitarán de un recinto con mucha más capacidad, ya que al margen de la calidad intrínseca de sus dos discos, si hay algo que nunca falla es el boca a boca y las recomendaciones de todo aquel que asistió, asistimos, a un concierto de muchos quilates y que hemos tenido la suerte de ver a una banda que, por capacidad, canciones y transmisión, está en el momento de gracia necesario para dar el salto definitivo hacia adelante.