Por: Javier Capapé.
Escucho este disco una mañana de final de invierno en 2024, pero podría ser perfectamente 1994. Lo imagino y todo encaja. Liam Gallagher siempre confesó su devoción por los Stone Roses (de hecho ha defendido hasta la saciedad que verles en directo le impulsó a formar un grupo y dedicarse al rock), por lo que esta unión con su guitarrista bien podría ser el grupo que un día soñó. Juntos han conseguido devolvernos el espíritu de los noventa. Literalmente. El renacer de la herencia Beatles representada en el Britpop junto a los guitarrazos más Stones que aportaba la adorada formación de John Squire, antecesora de todo el movimiento de revival del rock clásico de mediados de los noventa en Gran Bretaña. El pequeño de los Gallagher es aquí el que aporta el aire más cercano a los cuatro de Liverpool mientras Squire consigue con su virtuosismo a las seis cuerdas emparentarse con el sonido más stoniano.
El disco homónimo se nos presenta accesible, muy fácil de escuchar para nostálgicos de aquella época en la que The Stone Roses estaban en boca de todos o esa otra en la que Oasis conquistaron el Olimpo con sus dos primeras obras. ¡Cuánto le debemos a Manchester los amantes del rock! En los mandos Greg Kurstin, habitual de los últimos discos de Gallagher, que se ocupa también aquí de los bajos, y en la batería Joey Waronker, para completar el cuarteto junto a nuestros dos protagonistas. Liam juega bien sus cartas para intentar estar a la altura de su hermano mayor, aunque para esto tenga que acercarse a la leyenda de Squire, que por su parte también saca tajada de esta asociación, ya que desde el final de los Roses apenas había tenido relevancia más allá de su intento de redención con The Seahorses.
Pensábamos que era difícil superar las sensaciones que nos había dejado ese "Council Skies" de Noel del pasado verano, o incluso de aquel "C'mon You Know" con el que Liam tocó techo en 2022, pero este álbum confirma el buen estado de forma de Liam, que consigue exprimir al máximo su asociación con el bueno de Squire, porque no nos engañemos, este disco le hace mostrar más la cara a Gallagher que a Squire, es más un proyecto del vocalista de Oasis que otra cosa, pero un proyecto que crece y con el que quizá consiga escalar un peldaño más frente a su hermano y eterno rival.
Desde el comienzo con "Raise your hands" afloran todas sus maneras. Liam impone su carácter vocal y John destaca con un portentoso solo de guitarra acercando la canción a un himno con ese piano bien marcado. En el single "Mars to Liverpool" constatamos como la voz de Liam no ha envejecido ni un ápice. Los fraseos de guitarra en el estribillo son puro Beatles y podemos afirmar sin equivocarnos que no hubiera desentonado nada en aquel "Definitely maybe" que justamente este año cumple los treinta, algo que constata que no es necesario salirse del camino cuando se tiene muy claro el objetivo. Innovar no es lo que busca este tándem mancuniano, simplemente dejarse llevar por lo que mejor saben hacer, como ocurre con ese riff acústico que tanto se asemeja al "Paint it black" en "One day at a time".
Una de las que más se agradecen en el lote, por salirse levemente del guión, es el blues corrosivo de "I'm a wheel", con Squire dejándose la piel para dar el contrapunto a Gallagher. Su estribillo es luminoso y algo más pop, pero no se pierde el aroma a los Stones en ningún momento. "Just another rainbow" es más progresiva y psicodélica. Los bajos se marcan con contundencia, pero destaca por encima de todo ese infinito solo de Squire, que es puro goce existencial. El espíritu del tema casa a la perfección como híbrido entre las dos bandas de sus protagonistas, lo más cerca que estaremos de esta sensación en el disco, ya que en las demás canciones son sus referencias de siempre las que se persiguen, más allá de sonar a sus propias bandas.
Con la cumbre de "Just another rainbow" se cierra una primera cara de forma espectacular, pero lo que viene a continuación tampoco baja el nivel, en una "Love you forever" más pesada y con más pegada, con unas guitarras muy Hendrix y un final desgarrador. Como contrapunto, la breve y ligera "Make it up as you go along", que desemboca en ese piano boogie de "You're not the only one" que nos sube la moral. Un rock clásico que sustituye los estribillos por fantásticos pasajes instrumentales, mientras las estrofas van de menos a más con la gran personalidad de Liam.
"I'm so bored" nos lleva a medio camino entre "Rubber Soul" y "Revolver", una de esas canciones que entran a la primera, aunque esto sea casi una constante en todo el disco, terminando con "Mother nature's song", un cierre entre la psicodelia y la épica hippie, más Stone Roses en este caso, con un Liam más contenido en un medio tiempo que transmite serenidad y nos deja con muy buen sabor de boca para terminar el viaje, con ganas de más.
¿Podrá ser éste el principio de una asociación fructífera más allá de un único disco como divertimento? ¿Conseguirá Liam hacer sombra definitivamente a su hermano gracias a la mano derecha de Squire? ¿Llamará la atención también de un Ian Brown al que poco ha parecido importarle lo que en este tiempo ha hecho su compañero de los mitificados Stones Roses? Todas estas preguntas quedarán seguramente sin resolver hasta ver el siguiente paso de cualquiera de los implicados en este proyecto, incluidos sus directamente allegados. Mientras tanto no pongamos pegas a un disco muy por encima de la media, de notable alto, y dejemos que sus dos protagonistas sigan haciendo historia con la gira en la que se han enrolado para presentarlo. Que su estética pop se imponga (tal y como se deja a las claras desde su portada), que brille su arcoiris y que el Britpop tome las riendas y nos vuelva a seducir, porque discos como éste no se escuchan todos los días.