“El rock, pop, y toda la música que nos gusta, nació de un puñado de gente que se encontraba fuera de la sociedad, que tenía algo especial, talento, juventud y cosas que decir”
Pocas personas nos hemos encontrado a lo largo de estos años de andadura profesional que brillaran con la luz propia con que lo hacía Sara Iñiguez. Ya fuera sobre el escenario, defendiendo siempre proyectos más que interesantes con la belleza de una voz a la altura de las mejores y más escogidas, seleccionando inmaculadas sesiones musicales en los tiempos en que ejercía como pinchadiscos en el malasañero Free Way Bar, donde puso ritmo a multitud de veladas que terminaban siempre bien entrada la noche; o en el marco de cualquier conversación informal, en las que su cercanía, cariño sincero y afabilidad hacían que todo fuera más fácil, dotando de calor a un mundo, el del rock and roll, donde la impostura y las relaciones de conveniencia afloran a poco que uno escarbe.
Sara siempre estuvo ahí, desde primera hora, de forma inicial como objeto de entrevistas y reseñas, más tarde llegando a colaborar durante una época como columnista de El Giradiscos, en una relación que se fue estrechando y que por azares del destino se perdió. Nos hicimos mayores y ella volvió a su tierra. Sin más. Muy de vez en cuando nos escribimos y el trato es el mismo, como si el tiempo se hubiera detenido. El recuerdo del tiempo compartido sigue haciéndonos esbozar sonrisas y sentimientos más que bonitos, por lo que era obligatorio llamar a Sarita, nuestra Rubia, para que participara en esta fiesta.
No solamente os dejamos en compañía de una cantante mayúscula y gran compositora, somos conscientes que nuestra protagonista de hoy es una de las mejores personas que nos hemos echado a la cara en estos quince años y eso es mucho. Si en el mundo hubiera más gente como Sara Iñiguez, éste sería un lugar mucho más amable y fácil de habitar.
¿Qué valoración general harías de la actual situación del "mundillo" musical?
Sara: Me encantaría responderte otra cosa, pero ahí va: El rock, pop, y toda la música que nos gusta, nació de un puñado de gente que se encontraba fuera de la sociedad, gente que tenía algo especial, talento, juventud (no tiene realmente que ver con la edad) y cosas que decir. También tenían, como buenos outsiders, mucho tiempo que tirar. Escribían bien, componían bien, y básicamente a casi todos ellos es importaba bastante poco en general quedar bien. Vivian solo las situaciones que presenciaban en su vida inmediata, y escuchaban hablar de otras escenas que les interesaban. Tenían mucho contacto con sus grupos y su vida era dedicarse a hacer algo que pudieran arrojar con orgullo, a la cara de los demás. Además, ahí fuera había grupos que tocaban muy bien, y gracias a una sana y a veces no tan sana competencia, todos querían superarse y sorprender. En esto, el público estaba encantado. Teniendo en cuenta que no ha habido un relevo generacional de gente a la que le interese tocar en directo nos hemos quedado con dos vertientes, los más veteranos y un cierto movimiento de gente más joven cuya gran mayoría se dedica a géneros como trap y electrónica. De estos dos grupos, los primeros, muchos de ellos ya no tienen mucho más que decir, porque el mundo les ha pillado por delante, y no entienden nada de lo que está pasando. Se dedican a adaptarse, a emitir producción en bucle y han perdido aquella frescura que tuvieron un día. Lo perdieron por eso, por imitarse a sí mismos y producir por programa, sin parar, sin preguntarse si era eso lo que querían seguir haciendo, si era eso lo que querían decir, etc.
Los jóvenes de hoy en día que quieren hacer música de esta a la que te refieres, menos mainstream y más retro, a pesar de que muchos de ellos podrían llegar a tocar muy bien, son, salvo honrosas excepciones, esclavos de las redes. Se autoexplotan a niveles máximos y tocan en tres o cuatro bandas diferentes, por si se les escapa algo. No pueden volcar todo su intento en una sola cosa, porque fuera de la hora del ensayo todos tienen otras mil cosas que atender; lo cual nos lleva a que ninguna de esas bandas es realmente su familia. La comunicación es en general bastante espantosa. Todos tienen una lista de 20 whatsapps sin leer, y varios de esos mensajes son de sus tres, cuatro, o 5 grupos que están intentando desesperadamente buscar un día de ensayo. Talento aparte, es bastante imposible producir música de calidad si no te vuelcas a muerte en tu música. Y eso se nota mucho en la escena. Se nota el poco ensayo y la poca composición, muchas de las bandas han optado por imitar a otras bandas, o a hacer standards de estilos musicales. Si toda la calidad baja, cada vez hay menos grupos de los cuales aprender y como no hay referentes de calidad, nadie se pica, y nadie mueve un dedo por estrujarse el cerebro para superar al otro. Todo esto, sumado a que el 2020 mostró sin tapujos el hecho de que nadie supo poner en práctica el espíritu original del rocknroll salvo Van Morrison, se ha quedado todo como un solar. Dicho esto, sigo creyendo en el rocknroll (cuando digo rocknroll me refiero a la música pop, a canciones que te gusta bailar y cantar el estribillo; léase electrónica, hip hop, rock, música latina, punk o lo que sea), y creo que si algún día se vuelve a poner arriba de la pirámide lo que se tiene que poner, volveremos a pasarlo bien. Mientras tanto, a esperar.
Siempre se ha hablado del directo como último refugio para mantener con vida a las bandas, ¿Crees que hay una red de salas y condiciones favorables a lo largo del Estado?
Sara: Ni idea, la verdad, hace bastante que no toco.
¿Cuál es el papel que en ese sentido crees que juega la proliferación de festivales?
Sara: Pues yo que sé, supongo que son plazas al aire libre, con buen tiempo, y más gente (de vacaciones) de la que te vería en una sala en la que solo tocas tú. Creo que es bueno buscar festivales pequeños movidos por organizadores con corazón y buen gusto.
Ahora que la venta de discos es irrisoria, las plataformas siguen robando a los creadores con porcentajes ínfimos por reproducción y en los festivales apenas se paga a los artistas más minoritarios, salvo honrosas excepciones. ¿Por dónde pasa la durabilidad de los proyectos y las carreras de larga duración?
Sara: Pues pasa por muchas cosas a elegir: pasa por parar y tomar perspectiva, pasa por huir hacia delante en bucle como dije antes, por adaptarse, por obedecer, por perder pasta, por mejorar... cada uno que elija lo que pueda.
A la hora de disfrutar de la música como oyente, ¿prefieres acercarte a los clásicos con los que te hiciste melómano/a o bien prefieres escuchar propuestas novedosas? ¿Por qué?
Sara: Escucho muchas cosas diferentes. A mí me gustan las canciones, y si es jazz, soul, R&B, bogaloo, electrónica, grunge, heavy o rock, me da igual. Soy un poco de piñón fijo en el sentido de que si me gusta la west coast de los sesenta, pues pasan las décadas y ahí sigo escuchando Jefferson Airplane. Para estas cosas soy cansina. Pero no hay nada que más ilusión me hace que descubrir algo nuevo y que me encante.
Todo oyente tiene algún secreto no confesable de bandas y/o músicos que le emocionan y que no suelen estar bien vistas, ¿Cuáles serían los tuyos y por qué?
Sara: No tengo ninguna canción favorita que no esté mal vista por alguno. No sé lo que está mal visto. Entre otras cosas porque no suelo leer revistas de opinión musical. Si me dices qué está mal visto, seguro te doy alguna canción que me encanta. Me encanta “Like a Virgin” de Madonna y creo que una de las mejores canciones escritas y producidas de las últimas décadas es “Toxic” de Britney Spears. Con esas vale, ¿no?
¿Cuál fue ese primer contacto con la música que te empujó a dedicarte a ella?
Sara: Eso, la música.
Cita cinco nombres básicos en tu reproductor en los últimos meses.
Sara: Tampoco he tenido “básicos”, he escuchado canciones de Prince, Iron Butterfly, Stooges, Rolling Stones, Dizzy Gillespie, Tito Puente, Soundgarden o Black Sabbath, por citar unos pocos.
¿Qué artistas malditos, minoritarios o relativamente novedosos nos recomendarías encarecidamente no perder de vista?
Sara: Por ser de los que tuvieron uno o dos hits y tienen discazos desconocidos The Guess Who y Shocking Blue; por ser alguien a quien escucho hace poco y me gusta mucho y es nuevo para mi, Casey O. Por estar empezando y haber visto que promete, Palooka.
Siempre te hemos conocido embarcada en múltiples proyectos, con amigos y en solitario, también ejerciendo de dj, pero desde hace unos años nos es más complicado seguirte la pista. ¿Podemos decir que el mundillo musical también llega a saturar?
Sara: Te remito a las respuestas de las preguntas 1 y 4. Ahora bien, saturarse es una opción. No me parece la mejor necesariamente.
Ahora que no te tenemos tan cerca, ¿puedes decirnos de qué otras formas disfrutas de la música?
Sara: Igual que siempre, de todas las formas posibles menos salir de gira.
¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de nuestra revista digital?
Sara: Siempre que pienso en El Giradiscos recuerdo tu cara feliz, un día que viniste a hablar conmigo en el Freeway, el bar de mi amiga Patricia en Malasaña. Recuerdo que me contabas que tenías una revista digital y que te gustaría sacar una entrevista conmigo. Recuerdo tu amor por la música y tu trato tan fácil. Básicamente creo que esta revista ha llegado tan lejos por tu pureza de corazón, Javi. Cualquiera que te conozca, sabe de qué hablo. (Sonrisa)
¿Qué valoración haces de nuestra evolución como web asentada dentro de la oferta de prensa musical, nacional y gratuita? ¿Qué es lo que más te gusta de El Giradiscos? ¿Y lo que más te irrita?
Sara: Os felicito de todo corazón, no leo ni nunca leí prensa musical, sin embargo, el hecho de que vuestra publicación haya seguido en pie tanto tiempo me encanta. Porque sé desde dónde hacéis las cosas, y si fuera os siguen y os apoyan, entonces hay gente ahí fuera en pie. Gracias por haber pensado en mi para esta entrevista. Os deseo lo mejor.