Los entornos donde se desarrollan y plasman las ideas suelen tener una cierta importancia en la materialización de estas, de forma que un mismo poema o una misma canción pueden tener enfoques distintos según y cómo le afecten al artista compositor. En realidad no se puede hacer la misma canción tumbado en la playa o encerrado en el interior de una cripta. Salvo que los tormentos y los éxtasis sean ajenos a las influencias externas y se trasladen desde un mundo interior único e intransferible. ¿Qué tipo de música y que tipo de letras se pueden pergeñar desde el interior de una cripta? Si nos dejamos llevar por las etiquetas más al uso la respuesta obvia sería que estarían cercanas al gótico de manual. Sin embargo si nos ceñimos al sentido histórico del término, y nos centramos en su plasmación de las luces y de los contraluces, estaríamos hablando de una concepción que podría llamarse catedralicia y ahí, en las catedrales y en los espacios en que se ubican, es donde el rock progresivo clásico, y su evolución actualizada, el post rock, o su más reciente plasmación, eso que se llama rock alternativo tienen el entorno adecuado y casi cinematográfico, o sea el espectro que va desde Gentle Giant a Radiohead profundizando en los sonidos de bandas como Talk Talk.
En las circunstancias actuales de precariedad laboral y vital para los músicos reales, aquellos que no son creadores de contenidos, y que tienen que sobreponerse a circunstancias externas que alteran su entorno, como que se te inunde tu lugar de ensayo, que tengas que sobrevivir en pisos baratos superpoblados, o directamente en una furgoneta, con trabajos mal pagados a tiempo parcial, la posibilidad de desarrollar tu trabajo en la cripta de una iglesia con la acústica y las resonancias inherentes al lugar, al que has acondicionado como estudio, previo acuerdo con el sacerdote, casi que te condiciona las formas y maneras con las que vas a expresar tu arte. Si se quiere entender el sentido y el contexto del segundo disco de los londinenses Another Sky, llamado de forma casi irónica 'Beach Day', parece necesario entender el entorno creativo. Incluso la portada plasmando a la banda parada sobre el agua, en un entorno abierto y luminoso, parece una metáfora para una banda que, en sus primeras presentaciones en vivo, solía actuar casi a oscuras. Lo de la cripta vendría después.
Cuatro años después de la publicación de su álbum de debut "I Slept on the Floor", la banda del sur de Londres, compuesta por cuatro ex alumnos de música en la universidad de Londres, Catrin Vincent (voz, piano), Jack Gilbert (guitarra), Naomi Le Dune (bajo) y Max Doohan (batería), y después de algunas vicisitudes entre las que, cómo no, las secuelas del confinamiento juegan también su papel, Another Sky (nombre tomado de un poema de Emily Dickinson) publican este 'Beach Day'' en el que ya venían trabajado antes de mudarse a la cripta, cobrando allí la forma definitiva, con sus correspondientes adelantos previos al anuncio definitivo de una publicación hecha coincidir con la presentación de una canción, "Aimee Caught A Moth", que no estaba incluida en el mismo. “No estábamos seguros exactamente de cómo anunciar el disco. Parecía que necesitaba más que palabras. Y ya habíamos lanzado muchas canciones de él. Así que les regalamos una cara B" (Catrin Vincent).
Los primeros acordes de "Beach Day", la canción homónima que abre el disco, parecen hacer honor a su nombre por lo aparentemente vitalistas que suenan, hasta que alguien desconocido te susurra "escribes bonitos riffs pero no eres Elliot Smith". Una bofetada de realidad que se enfatiza en el ritmo acelerado para hacer que la siguiente pieza, "Pain", despeje las dudas, si es que las hubiera, de que Another Sky es una banda de amplio desarrollo instrumental, al uso de las bandas clásicas del género. Cuando una voz distorsionada que dice "Me desperté a las 7 de la mañana hice yoga, un poco de limpieza e incluso tuve tiempo para programar mi crisis mental" sirve de apertura a la muy guitarrera y doliente "Feeling", y la desgarradora voz critica a un mundo hiperconectado, el álbum toma velocidad de crucero aunque sea para navegar por ríos, el Támesis claro está, entre la advertencia de que no te caigas en él por si acaso, que de eso es de lo que va el reflejo del britpop, no tan lejano en sus influencias, que es "Uh Oh!".
A pesar del su título, la emotiva "I Never Had Control" es una canción optimista que, entre otras cosas, sirve para constatar que la voz de Catrin Vincent es uno, sino el que más, de los atractivos de la banda. Poseedora de un voz capaz de transitar por multitud de registros, sus tonalidades, andróginas en ocasiones, y su capacidad para visualizar las emociones, características que la hacen terriblemente adictiva, la colocan a la altura de vocalistas como Dolores O'Riordan, por poner un ejemplo. Palabras mayores en cualquier caso pero que quedan confirmadas en la muy emotiva "Death Of The Author", y es que hay que estar muy segura para poder cantar elevando la voz a partir de una confesión que suena a autobiográfica ("¿Cuántas veces puedo arruinar mi vida?”), toda una joya de canción. La poderosa "Burn The Way" posee un cierto aroma al grunge más oscuro, al igual que "Psychopath", que cabalga a lomos de un poderoso riff de bajo y que certifica la dureza instrumental con la que resuelven las encrucijadas líricas de unas letras inteligentes y directas capaces de, como es el caso, resolver una canción con un "jódete" lleno de ira.
El rock progresivo clásico tiene un cierto aire de profundidad y grandeza instrumental, y esto hace que "Playground" sirva para que las etiquetas del género no les sean ajenas ni mucho menos a los londinenses, capaces además de rebajar tensiones con ligeras y armoniosas melodías en "City Drones", cantada a dos voces, o en "I Caught On Fire", que explota la rama campestre (de folk) del género o con ese indudable aire a folk progresivo, con la estremecedora voz de la señora Vicent mediante, que destila "Start Roaming". El disco se cierra con "Swirling Smoke", el último sencillo extraído de él, que es una canción que parece abrirse paso entre la niebla apoyada en un ritmo de percusión electrónica que por momentos recuerda a los inicios de la banda con aquel primer sencillo llamado "Forget Yourself" y en el que la influencias de bandas como Everything But The Girl se notan diáfanas, solo basta esperar al segundo cincuenta y dos para dejarse mecer por esa línea de sonidos graves y darse cuenta de ello.
Amparado en una producción que lo potencia, este "Beach Day" se muestra como un disco absolutamente convincente, estéticamente irreprochable, con una profundidad lirica y musical de alto nivel y que parece una obra tan madura que nadie diría que es el segundo álbum de una banda que ha pasado por momentos vitales complicados resueltos desde la confianza de unos músicos que han creído en sí mismos. Y luego está la voz, esa voz tan perturbadora, que parece que sale de lo más profundo, desde el subsuelo, que es donde se construyen las criptas. Si duda, un disco para que los más fanáticos del género respiren aliviados y para los que no lo son les descubra una banda de muchos quilates. Un disco de esos que crecen a partir de los latidos del corazón que, a fin de cuentas, es el que hace mantener vivas las emociones. Un disco que sigue los cánones de los estilos que le sirven de influencias, o de las tan socorridas etiquetas, rock progresivo, prog rock, folk progresivo o incluso alt rock, y que como es obvio, no es que las necesiten, sino que te animan a sucesivas escuchas para poder adentrarse en lo más profundo de la música y salir reconfortado.