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Sidonie: "Marc, Axel y Jes"


Por: Javier Capapé.

Guitarra, bajo y batería. Sidonie reducidos a la esencia. Marc, Axel y Jes. Eso es lo que el trío catalán ha querido dejar claro desde el primer momento que nos acercamos a esta obra cuyo título son únicamente sus nombres de pila: "Marc, Axel y Jes". Así de claro y rotundo, reivindicando la labor conjunta en tiempos de auge de los músicos solistas.

Con su último disco, Sidonie han querido desprenderse de cierta experimentación y profundidad que contenía su ambicioso "El Regreso de Abba" para ir a lo que verdaderamente les importa. Los chispazos directos y certeros. Eso son estas diez canciones espontáneas, con mensajes muy claros y cierta actitud de descaro, como casi siempre nos brindan sus canciones, pero aquí de un modo mucho más directo. En menos de media hora, que pasa literalmente volando, experimentamos el subidón de unos estribillos pop muy luminosos, unos riffs limpios y unos ritmos acelerados, como queriendo exprimir al máximo el tiempo sin detenerse en medianías que despisten. Estas canciones son pura adrenalina vital, efervescentes y adictivas.

"CEDÉ" fue su carta de presentación el pasado mes de junio, aunque muchos de sus seguidores ya habían podido escuchar en algunos de sus conciertos desde el verano anterior "Pesado y estúpido", que daba muestras de lo que podían enganchar sus nuevos estribillos. Estas canciones iban a moverse todas en esta línea: la de las melodías pegadizas, la del trío infalible. Como si estuviéramos escuchando a Sidonie en sus directos iniciáticos, sin necesidad de más apoyo que sus instrumentos básicos. 

Marc Ros canta sin efectos, va al grano, y su guitarra le acompaña sin excesivas florituras, directa desde el ampli al oído. La batería de Axel Pi suena delante, como queriendo comerse el espacio de sus compañeros, ganando pegada, y Jes Senra sigue haciendo de su bajo un instrumento que va más allá del apoyo rítmico y se contonea entre estrofas y estribillos. No tenemos claro si el "CEDÉ" va a volver, pero es parte de la cultura pop de aquellos que entonamos el "No salgo más" cuando alguna noche se nos va de las manos, como bien manifiesta su segundo adelanto y el segundo asalto de este disco. Es casi una letra generacional que podría entroncar con el "Ayer salí" de León Benavente. Pero donde la de los leones era visceral y cruda la de los catalanes apuesta por la frescura y la ironía.

Me encanta cuando la voz de Marc se va entrecortado, y así se nos presenta el tercer bombazo del lote, "Me gustas todo el rato", una declaración de amor naïf donde queda claro que este trío no necesita metáforas para convencer y que sus imágenes hechas canción nos atrapan por su poder cotidiano (¿Quién no es capaz de poner imagen clara a una frase como "con el retrato de tu hijo tatuado en el brazo"?). "Verano equivocado" arranca con mayor contundencia y empaque, sonando menos ligera, incluso cerca de propuestas con producciones más ampulosas como las de Viva Suecia (¡Cuánto me recuerdan a ellos en sus acordes iniciales!), pero la forma de verbalizar las estrofas como atropelladas o su estribillo de lo más fresco confirman que la buena mano de Marc Ros no se ha perdido y que el carácter espontáneo continúa presente por más que nos pudieran despistar en algún momento. Y es que el disco en conjunto no pretende irse por las ramas. Todo el tiempo trata de reconducirse hacia lo más básico y directo, que es donde más ganan. Por eso mismo siguen acertando en sátiras con cierta autocrítica como "Es muy pop" o en píldoras que derrochan positividad y autoafirmación como "Que me bese todo el mundo".

En referencia a la discográfica de los años dorados del soul entre los sesenta y setenta se encuentra "Stax bien", con clara alusión en su título a esta mítica casa de discos de Tennessee. Es la única que baja algo las revoluciones, aunque para nada podríamos hablar de un tema lento, más bien uno que deja deslizarse con más calma a sus estrofas. "De la cama al sofá" es una canción que podría emparentarse con "Un día de mierda", podría ser su cara B, pero mucho más concisa y con algo menos de gancho para ser coreada entre la multitud. Y finalmente "Mil colores" inunda de positividad la despedida de un disco lleno precisamente de eso, de color.

Así se nos presentan estas diez canciones que no pueden estar tratadas con más naturalidad. El "menos es más" llevado a la máxima expresión, aunque por ponerle alguna pega podríamos decir que le falta algo de riesgo. Sidonie siempre han saltado de un estilo a otro en sus discos. Del frescor pop a la psicodelia, del rock de los setenta a los toques electrónicos o la pseudo ópera rock, pero con "Marc, Axel y Jes" nos dejan sin sorpresas. De tan directos pierden esa curiosidad con la que siempre afrontábamos sus discos y aún así salen airosos, porque quizá éste sea su trabajo más personal en la forma de encararlo (con más de un paralelismo con el también espontáneo "El Incendio"), y eso ya es digno de mención. En tiempos de impostura y de buscar la alabanza esperada, ellos han elegido hacer lo que les pedía el cuerpo, y "si es muy pop" y carece de hondura es lo que menos les importa. Sidonie han ganado el envite porque ellos son los dueños de su granada discografía, la que justamente les brota en cada momento.