Rubén González: “Piedra contra Tijera”


Por: Javier González. 

Conozco a Rubén González desde hace quince años, no recuerdo el momento exacto en que nos vimos por primera vez, pero estoy seguro que fue en alguna sala del centro capitalino. Desde entonces coincidimos muchas más veces: conciertos, presentaciones, rondas de entrevistas, etc… éramos conocidos de vista, como lo éramos de Arancha Moreno, Carlos H. Vázquez, Wilma Lorenzo y tantas otras personas que pululaban por aquel Madrid repleto de “wannabes”, que asistían como espectadores de lujo al crecimiento de una escena musical donde creíamos que podía pasar algo realmente importante, una amalgama de sonidos en ebullición que buscaban su lugar en la historia. 

Unas expectativas cumplidas en casos muy concretos que nos legaron grupos y proyectos que hoy merecen el apelativo de míticos, lo que demuestra que no teníamos tan mal ojo. Y que en otros casos dejaron bonitos cadáveres capaces de firmar canciones y discos mayúsculos que, en la mayoría de supuesto, parafraseando al gran Edi Clavo, fueron música para (casi) nadie. Sobre unos y otros va este libro, pero con su permiso, seguiré hablando de aquel Madrid y de por qué motivo Rubén es la persona adecuada para hablar de este período de la particular forma en que lo hace. 

Vaya por delante una aclaración, nunca fui amigo de Rubén, en aquellos tiempos la gente de El Giradiscos pensábamos que teníamos la carta ganadora y apostábamos por la endogamia. Nuestros amigos, nuestra web y proyecto, y el resto era poco menos que ruido de fondo, personajes secundarios en nuestra particular trama. 

Por suerte, digo bien, por suerte, el tiempo nos fue poniendo en nuestro sitio, la realidad mostró que no había mucha gloria en esto del periodismo musical, a partir de ahí, surgió una cierta empatía que posibilitó que pasados unos años muchos comenzáramos a seguirnos en redes, intercambiar mensajes y con la pandemia, viendo las orejas al lobo, acabáramos por reconocernos como vampiros amantes de la música, por lo que aquella frialdad y orgullosa indiferencia, un mal de juventud como otro cualquiera, quedó enterrada bajo la idea de compartir una trinchera donde lo importante era el sentimiento común dejando atrás cualquier posible diferencia, algo que dio paso a una sincera cercanía. 

Valga esta chapa introductoria para dejar claro que Rubén González estuvo ahí, picando piedra, rodando por aquella escena de martes a sábado, durmiendo poco y escuchando mucho. Pasando horas y horas planteando entrevistas que habían de convertirse en textos y luchando por dar visibilidad a quien estimaba merecía de su humilde altavoz. Guerreando, apretando puños y dientes, llegando a tener la osadía de lanzar un proyecto como “Club de Música”, revista mensual y gratuita en papel, donde desarrollaba cualquier labor que humanamente se pueda imaginar: editor, cronista, director... y todo ello sin morir, ni de hambre ni en el intento, ambas cosas muy ligadas al periodismo musical independiente. Digno de admiración. 

Por todo ello, decir que “Piedra contra Tijera” (historia del rock español 1991-2021) es exclusivamente un libro sobre la música facturada en nuestro país durante los últimos treinta años sería mentir; cuanto menos resultaría un ejercicio de reduccionismo, una amputación en toda regla, puesto que detrás de esta obra estajanovista hay mucho más. Es una narración desde dentro, en la que hay análisis, crónica social, política y cultural. Un paseo por las entrañas de todas las escenas habidas y por haber, del heavy al rock, con parada en la música comercial y círculos muy minoritarios. Dotando de contexto histórico a los diversos movimientos musicales, citando a los grandes nombres y referentes, así como a sus obras, sin por ello olvidar ni un solo proyecto que haya gozado de la más mínima repercusión, elaborando de esta forma un relato que es pura “microhistoria”, en la mejor tradición marcada por Carlo Ginzburg, pero traída al terreno de aquello que podríamos denominar con trazo muy grueso como pop-rock estatal. 

Hay juicio y buenas dosis críticas, Rubén desgrana las políticas estatales de derecha e izquierda en ámbito nacional a través de los sucesivos gobiernos, donde reparte buenos palos a conservadores, sin renunciar a meter el dedo en llaga con respecto a ciertas decisiones progresistas, no abandonando un perfil donde el idealismo es palpable (vamos, que se le nota la vena roja bien marcada en el cuello).

“Piedra contra Tijera” es una impresionante base de datos, quizás la radiografía de precisión más milimétrica de unos años donde los cambios, las modas y las expectativas se sucedieron sin remisión hasta legarnos el panorama actual con sus maravillosos y escasos pros y una ingente cantidad de contras a los que seguimos tratando de sobrevivir. 

Este es el ensayo de una aventura de la que disfrutamos en plena juventud, diría, sin atisbo de afectación, que en primera persona, en algunos casos muy cerca de los protagonistas, y donde la dura realidad se impuso a la gran mayoría de nosotros, condenándonos al cajón del olvido, huérfanos del mal llamado éxito, pero con el dulce regusto de habernos permitido vivir una historia digna de ser contada, tal y como ha hecho Rubén González, firmando el libro que debe ser tenido como heredero natural de los volúmenes escritos años atrás por Salvador Domínguez, “Bienvenido Mr. Rock. Los primeros grupos hispanos (1957-1975)” y “Los hijos del Rock. Los grupos hispanos (1975-1989)”, pero yendo más allá en los que a los acontecimientos periféricos se refiere, legando un volumen enciclopédico de obligada consulta.