Sprints: “Letter To Self”


Por Skar P.D.

Hay que tener mucha mala leche para lanzar un disco como "Letter To Self" cuando todavía están recientes o cuando, según el hemisferio, aún perduran los sentimientos amables de la época navideña o de las fiestas continuas en las que todo el mundo es bueno. Este tipo de cosas sólo se les ocurren a unas mentes enfermas o a una banda de post punk y, seamos serios, el post punk es la banda sonora de las mentes enfermas. Sobre todo aquellas en las que el solipsismo es el hilo conductor de toda una filosofía y que son capaces de ponerle música. Para mente torturadas vaya. ¿Y qué? ¿Acaso no se puede? Claro que sí, pero no nos olvidemos que la condición de "outsider" no es exclusiva del post punk, lo único es que el "nacido para ser salvaje" no atraviesa precisamente por su mejor momento. En la época de la esperpéntica cultura "woke" mucho mejor sentirse oprimido y reclamar ofendido que mandarlo todo a tomar vientos, que es algo muy irlandés, porque al parecer Dublín es el lugar que proporciona el caldo de cultivo de todos esos sentimientos, donde la ira, la angustia y la depresión actúan, o lo pretenden, como antídoto pseudo juvenil contra la alienación mediática facturada a golpe de autotune en sesiones bizarras ampliamente difundidas. Y algo debe tener el aire que respiran para que bandas como Fountaines DC, y su permanente y melancólica rebeldía, el paroxismo sonoro de Gilla Band o los conflictos existenciales en la educación y las percepciones de Pillow Queens se vengan desarrollando desde hace algunos años y se revitalicen permanentemente. Sprints, la última esperanza blanca de esta forma de entender la música, son de Dublín. ¿Podrían ser de otro sitio?  Quizás sí, al fin y al cabo bandas como Yard Act también entrarían en el saco, británicos al fin y al cabo, pero por alguna razón difícil de racionalizar, no parece probable, o por lo menos en un lugar tan reducido. Aunque por otra parte Sprints han teloneado a Yard Act y al parecer el punto de partida para la formación de la banda surgió a partir de un concierto de las Savages, al que acudieron, y esto apunta a una cuadratura del círculo o simplemente que el post punk funciona de una manera más abierta que la explicación sucinta y breve con la que definen este "Letter To Self", su primer larga duración: "Esta es una exploración del dolor, la pasión y la perseverancia".

La banda dublinesa cuya formación comprende a la cantante, guitarrista, y por momentos atormentada, compositora Karla Chubb, a los amigos, desde la infancia, Colm O'Reilly y Jack Callan, en la guitarra y batería respectivamente, y al bajista Sam McCann, publican este trabajo después de haber editado en los dos últimos años sendos EP's, "Manifesto" en el 2021 y "A Modern Job" del 2022, todos ellos auspiciados en la producción por Daniel Fox, a la sazón bajista de Gilla Band que también se hace cargo de este primer larga duración con el que Sprints reafirman su opción más que clara a ocupar un lugar en esta aparente nueva era dorada del post punk británico.

La inquietante declaración de intenciones con la que se inicia "Ticking" ya deja entrever los caminos por los que la formación parece moverse con relativa comodidad, si es que comodidad es una palabra que figura en su vocabulario, porque desde luego no hay presencia de ella en "Heavy" y su letanía ampliamente repetida acerca del agobio interior: "No puedo dormir, es mas de desazón que otra cosa "¿Alguna vez has sentido que la habitación te agobia como si el aire estuviera caliente y sudoroso?". La oración apenas disimulada de "Cathedral" se transforma, guitarras aceradas mediante, en una petición de ayuda para resolver determinados conflictos internos. Los conflictos internos y su repercusión en lo social son una necesidad casi obligatoria básica dentro del universo post punk, aunque en el desarrollo instrumental de esta canción el punk se ponga por delante del post. 

El primer respiro, o la primera ruptura de la tensión que transmite "Shaking Their Hands", bebe de la historia y la referencia a los sonidos iniciáticos del género, o sea, inspirados en Bauhaus, se hacen perceptibles. No así en la más pop "Adore Adre Adore", bien entendido que los aspectos pop del tema son todo lo pop que el más que evidente desarrollo grunge puede acoger. Cortney Love se encontraría cómoda si tuviera que escupir a la cara la reivindicación en forma de grito desesperado que entona Karla Chubb: "¿Soy todo lo que desearías tener? ¿O soy todo lo que detestas?". El desarrollo guitarrero de una densidad abrumadora de "Shadow Of A Doubt" resulta el perfecto acomodo a las llamadas de ayuda más que evidentes que se desgranan a lo largo de toda la canción y su constante exorcización de los demonios interiores: "¿Puedes ayudarme a detener los gritos?". Premisa que vuelven a repetir, como en un círculo vicioso, en "Can't Get Enough Of It", a la que las guitarras acústicas que le sirven de apoyo le dan una frescura más aparente que real, porque la herida guitarra que la adorna mantiene el pulso creativo que fluctúa a lo largo del disco, lo que no impide que "Literary Mind", de inspiración más pop, suene hasta alegre, porque cantar al desamor puede ser mucho más divertido que cabrearse con las emociones intimistas y eso la hace catártica. El tono menos atormentado lo mantienen con la dinámica y se diría que hasta sensual "A Wreck (A Mess)" y su final de guitarras absolutamente ochentero. Mas aguerrida, desde el riff inicial, y liberadora en la entonación que da paso al ataque furioso de las guitarras y la batería, suena "Up And Comer", y en un disco en el que las liricas parecen llenas de ira esta opción de salir del agujero da una opción a la esperanza que encuentra su definitiva redención con la autorreflexión de la homónima "Letter To Self", que funciona a modo de diario íntimo al que, es muy posible, se pretenda dar por finalizado para abrir otro en una nueva etapa: "Cualquier hábito se puede romper. Cualquier noche puede convertirse en día". 

Independientemente de los aspectos reivindicativos, por otra parte y aunque con una diferente perspectiva, nada nuevos, esta primera entrega de la banda dublinesa es un disco dinámico y efectivo en el que la parte meramente instrumental aporta la energía y fiereza suficientes como para conseguir una simbiosis perfecta con la desgarradora y dolorosa tonalidad vocal de su carismática y visual cantante. Un, quizás excesivo, dolor interpretativo no le resta un ápice de honestidad a una propuesta que recoge las confusiones inherentes de un convulso y complejo tiempo presente pero que, a la vez, dibuja los caminos de salida, incluso dejando patente una vulnerabilidad que se ve reforzada con una potente sensación de autoafirmación. Este "Letter To Self" es una propuesta de revitalización y afirmación del post punk del siglo XXI, en el caso de que le hiciera falta, y pone a Sprints en una posición emergente fuera de toda duda y que se ve reforzada con las sucesivas escuchas a las que te invita un disco de absoluta garantía.