En los últimos Premios Goya, el cine español tuvo la excelente oportunidad de dar un paso de gigante hacia el camino de glorificar su cine. En cierto sentido lo hizo, pero en dirección equivocada. Bayona y su impecable y emocionante “Sociedad de la Nieve” se llevaron unos premios sobradamente merecidos, demostrando que en España también se pueden producir películas como en Hollywood. En cambio, “Cerrar los Ojos”, de Víctor Erice, tan sólo acaparó el premio de José Coronado, cuya mirada perdida quedará grabada en nuestros más profundos sentimientos y sensaciones vividos dentro de una sala oscura con pantalla gigante. “450.000 espectadores nos han visto en los cines”, dijo Bayona orgulloso en su discurso, haciendo cómplices a los espectadores para seguir peleando por llenar unas salas de cine cada día más vacías. “Gracias a Netflix y los 150 millones de reproducciones en todo el mundo, estamos en buen camino para afrontar nuestra carrera hacia los Oscar”. Babilonia había ganado.
La misma sensación de derrota es la que uno se lleva al salir de ver "Bob Marley: One Love", el biopic de la leyenda del reggae, icono cultural y figura imprescindible de la historia de la música. Robert “Nesta” Marley hoy no sonreiría contento -que lástima no haberse extirpado el maldito dedo gordo del pie-. Estaría echando humo, además de por la boca por las orejas, viendo como su hijo Ziggy nos presenta orgulloso una película claramente manejada por las manos del “Babylon System”, el vampiro chupasangre de poder y dinero que representaba para Marley su particular guerra.
Dirigida por Reinaldo Marcus Green ("El Metodo Williams") junto a tres guionistas (Terence Winter, Frank. E Flowers y Zach Baylin) y media familia Marley (Rita, Ziggy, Cedella, Stephen), como productores “opinalotodo”, la cosa no podía salir muy bien. Entre todos han decidido basar toda la obra y milagro de Bob Marley en una determinada etapa de su vida, truncada a los 36 años, entre 1976 y 1979, durante su transcurso en Londres para grabar otra obra maestra, "Exodus", tras abandonar Jamaica después de un intento de asesinato, reflejado en la película con muy poca sustancia. Antes de desaparecer de su tierra y a modo de despedida, dejó para la posteridad el mítico concierto "Smile Jamaica", que en el film pasa a categoría de videoclip, como muchas de las interpretaciones musicales, dejando la sensación a cualquier avispado espectador de que aquí falta algo. Pero con el tufillo a palomitas dulces para disimular el olor a marihuana. Ese olor se llama “Legend” y lo han vuelto a hacer, pero esta vez con imágenes.
Universal Pictures es la Babilonia encargada de encasquetarnos un paquete excelentemente facturado por profesionales. De la dirección e interpretación, de fotografía y vestuario, sonido, casting y maquillaje; cuidadosamente envuelto con multitud de escenas sin trascendencia alguna que puedan definir un personaje del carisma de Bob, al que parece que conocemos mejor que su propia familia, más dispuesta a resaltar el carácter y vida interior de un hombre en su intimidad que dotar a la cinta del mensaje revolucionario que a través de sus canciones llegó hasta la Luna. Y seguramente a Marte.
Han vuelto a adaptar al público blanco la historia de un negro revolucionario, tirando de nuevo de sus canciones más edulcoradas, las de paz y amor, menospreciando, y por lo tanto volviendo a esconder, toda una discografía bañada y basada en la injusticia del por qué lo bueno siempre ha sido blanco y lo malo negro, la clave para entender la vital importancia que tuvieron su mensaje y su furia y el poder con que Marley la regalaba al mundo, sobre todo a los pobres, lo que hoy todavía parece incomodar a la pérfida Babilonia. Hace décadas representada por Chris Blackwell, impoluto y sonriente en el film y absoluto responsable de la separación de los Wailers, cuando desechó de sus planes a sus dos miembros fundadores, Peter Tosh y Bunny Wailer, amigos y mentores de Bob, al que inculcaron la filosofía Rastafari cuando llegó de los EEUU hecho un panoli.
Papá Nesta hoy no estaría orgulloso de asistir a una película en la que sus compañeros rastafaris aparecen como mera comparsa para reír todas las gracias y atender todas las indicaciones del “gran creador Marley”, minusvalorando la importancia capital a la hora de hacer una música que sus compañeros prácticamente le habían enseñado. Alexx A-Game, actor encargado de encarnar a Tosh en la pantalla, ha publicado un video en redes apenado por haber sido eliminado de la mayoría de las escenas que rodó. Aston Barret Jr. hace de su padre (fallecido días antes del estreno mundial) y dice un par de frases.
La interpretación de Kingsley Ben-Adir en ningún momento logra encajar y entrar dentro de un personaje que irradiaba luminosidad y carisma por allí donde fuera. De nada le han servido las duras clases de música recibidas y no parece haber visto los videos suficientes del jamaicano, que a veces recuerda a Val Kilmer haciendo el imbécil en aquella infamia que firmó Oliver Stone. Sin embargo, es admirable cómo clava el acento patois jamaiquino, que es donde se nota el gran esfuerzo de este gran actor, jamás músico y eclipsado por Lashana Lynch, que hace un estupendo papel de una Rita Marley a punto de explotar en cada plano.
Bien es verdad que la cinta contiene momentos acertados dentro del espectro musical que todos buscábamos. “Natural Mystic” con la explicación de ese “One Drop” característico del latido de bajo y batería está ciertamente logrado, así como la gestación de la canción "Exodus", incluso se agradece la aparición de los tambores Nyabinghi, aunque la auténtica delicia surge en uno de los pocos flashbacks, con Marley y sus Wailers originales cantando en el Studio One, de Coxsone Dodd, un delicioso “Simmer Down”, con Lee “Scratch” Perry fielmente reflejado en su locura. Lástima que el director no hubiera sido un Wim Wenders o Scorsese. Ellos no habrían situado a Cindy Breakspeare, la madre Miss Mundo de Damian Marley, en tan sólo un fotograma, ya que de todos es sabido, incluso para Wikipedia, que fue una figura trascendental en la etapa londinense de Marley, que por lo que transmite el film tan sólo tuvo dos hijos, aunque fueran 11, de varias mujeres, incluida Rita, todos reconocidos.
Si alguien como yo espera portadas incendiarias tipo “Catch a Fire” con Bob fumándose un "joint" que no cabe en el disco, con himnos antisistema como "Slave Driver", "400 Years", “Stop That Train”, que se olvide. Nada de mensajes en plan “Small Axe” o “Burnin´and Lootin´” de su joya “Burnin´” o “Them Belly Full But We Hungry” (ellos tan llenos y nosotros tan hambrientos) de “Natty Dread”; la postura desafiante en “Rastaman Vibration” o la eterna cara de Marley con sonrisa de diamantes con la palabra “Kaya” en tipografía "marihuanaera". Por supuesto, ni rastro de “Survival”, quizá el disco más comprometido en mensajes antisistema de toda la discografía del dios jamaiquino, con sus banderas africanas de colores rojo, amarillo y verde, que en esta película han parecido evitar.
Han pasado 44 años desde la publicación de “Legend”, el álbum de reggae más exitoso de todos los tiempos, con más de 15 millones de copias solo en Estados Unidos y 800 semanas no consecutivas en Billboard, siendo Spotify el lugar donde las cifras se disparan hasta situar a Bob Marley en posiciones a años luz de cualquier artista con millones de reproducciones. “Three Little Birds”, “Could You Be Loved”, “Is This Love”, “Jamming”, “Buffalo Soldier”, One Love/People Get Ready”, “Redemption Song”, “No Woman No Cry”, “Stir It Up” y “Waiting In Vain”. Todas del “Legend”. Único disco de Marley, recopilatorio, que aparece en la posición número 46 en la lista de los 500 mejores discos de la historia para la revista Rolling Stone, afluente del gran rio llamado Babilonia.
El merchandising ha puesto su cronómetro en marcha. Además de poder adquirir café, helados, gel de baño, chancletas, monopatines, equipos de sonido, calzoncillos, tazas y por supuesto cannabis con el careto de Marley, lo mejor que podemos hacer los que nos hemos sentido decepcionados es “Cerrar los ojos” y escuchar las canciones que nos han hecho mejores personas. “Somos la piedra angular principal; la que el constructor rechaza” ("Corner Stone"). "Somos el hacha pequeña con la que cortaremos el árbol grande" ("Small Axe”). Somos hijos de Robert “Nesta” Marley.