Richard Balls: “Una Furiosa Devoción: La biografía autorizada de Shane MacGowan”


Por: Javier González 

Mucho se ha escrito sobre la figura de Shane MacGowan, el que fuera alma mater de The Pogues, un genio díscolo y errante, cuyo agitado estilo de vida solamente es proporcional al innegable talento del que estaba dotado para facturar letras únicas, capaces de mezclar la insolencia punk con la tradición lírica de su amada Irlanda para rozar los corazones como pocos creadores han sabido hacer; ahora, a la extensa colección de libros y documentales dedicados a su persona, debemos sumar “Una Furiosa Devoción: La biografía autorizada de Shane MacGowan”, la cual, una vez más, cosa que ya es sana costumbre, llega de la mano de Liburuak, en traducción de Xabier Sánchez, para arrojar más luz sobre un personaje único, excesivo y brillante. 

Una obra especial donde gracias a multitud de entrevistas, al conocimiento milimétrico de la labor creativa de Shane y a un acertado manejo de fuentes documentales, se nos permite acercarnos al que quizás sea el perfil más completo de este sin par artista, cuya vida marcada por un profundo sentir irlandés -quedan más que claras sus convicciones nacionalistas, católicas y republicanas-, un conocimiento casi enciclopédico de la literatura y la música tradicional del país que vio nacer a sus ancestros queda aquí recogida a la perfección; un tipo al que el rock y el punk deslumbraron en plena adolescencia, marcando su vida casi de la misma forma en que lo condicionaron su adicción a las drogas y el alcohol, quedando perfectamente dibujadas todas sus aristas a lo largo de un relato que engancha por el impresionante ritmo y la cantidad de datos que aporta, algo que hará las delicias del aficionado más pintado pero que también sabrá apreciar cualquiera que lea estas páginas pues es el relato de un talentoso creador, un joven de sentimiento inadaptado cuya senda repleta de curvas es en parte la imagen de lo que fue Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XX. 

El conjunto de páginas nos lleva de la mano a los veranos en Tipperary, a la casa familiar con más de dos siglos de antigüedad, que tanto le marcaron, allí cada noche era una fiesta repleta de alcohol, tabaco y canciones tradicionales irlandesas; con parada en los días en Londres de un adolescente blanco fácil de las burlas y las palizas, en ocasiones por el aspecto singular, por su ascendencia y para qué negarlo, por las opiniones políticas que vertía de forma radical; pasando por los negocios turbios con matones históricos de la época como los hermanos Kray en colegios para hijos de notables británicos al estilo de Westminster, hasta ser figura icónica como público punk y posteriormente parte activa sobre sobre los escenarios del movimiento con The Nips, desembocando en el éxito con The Pogues que fagocitó a la persona en años de giras interminables que lograron destruir su salud mental hasta los últimos años donde Shane vivía relativamente tranquilo, tras haber recibido el premio a toda una trayectoria en 2018 en el National Concert Hall de Dublin, buscando reencontrarse con las musas para intentar editar nuevo material con el que reverdecer viejos laureles, algo que su muerte acaecida semanas atrás truncó definitivamente. 

“Una Furiosa Devoción: La biografía autorizada de Shane MacGowan” es una obra más que interesante, capaz de acercar de forma humana el foco a un artista mayúsculo, cuyo legado, no siempre bien ponderado ni amplificado, merece no solo una depurada y milimétrica escucha, sino que también reclamaba un libro de este tipo -tan alejado del por momentos vergonzoso “Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan”, patéticos los intentos de entrevistas forzadas con señuelos en forma de amigos del mundo musical y sobre todo las apariciones del forzadísimo Johnny Depp- ya que logra redimensionar las canciones, dotarlas de un nuevo sentido y alejar el cliché de músico desfasado (sin ocultar ni renegar en la parte de culpa que el propio Shane tuvo de hacer honor a tal adjetivo), pero que también permite comprender que detrás del enorme compositor había una personalidad tímida, temerosa de los conflictos e incapaz de dominar unos demonios internos que le acompañaron hasta las últimas consecuencias. 

El Shane MacGowan terrenal dejó semanas atrás este mundo, quedan sus canciones, un alma pura, cristalina, casi como sus textos, y libre, volando alto, absuelta a buen seguro de todo pecado, que habrá encontrando acomodo en algún pub irlandés del cielo católico; ahí estará, escuchando resonar música tradicional, apoyado en la barra, rodeado de bebidas espirituosas y con su inconfundible sonrisa desdentada e irónica; allí nos esperará engordando una factura que pagará con sumo placer, lúcido y beodo, uno de los mejores creadores de la música contemporánea mundial. God bless Ireland and God bless you, dear Shane.