Desde Liburuak parecen empeñados en seguir llenando las estanterías de cualquier melómano que se precie con obras de obligada lectura y consulta, tal y como demuestran con una nueva remesa de publicaciones donde la heterogeneidad vuelve a ser tónica dominante y en las que hay hueco para bandas míticas como The Cramps, tiendas de música ideales al estilo de Slavery Records y vibrantes biografías de personajes del calado de Shane MacGowan; de las mismas hemos e iremos dando debida cuenta en próximas semanas, puesto que hoy toca hacer balance sobre “Engañar al Mundo, la Historia oral de una banda llamada Pixies”, libro donde se desgrana la peculiar historia, diríamos casi única, de la mítica formación de Boston, encargada de plantar la semilla que posibilitó a la música alternativa alcanzar cotas nunca antes imaginables, abriendo una vereda que otros como Nirvana, supieron explotar, sublimar y dotar de un carácter más comercial, al menos en cuanto a lo que a ventas y repercusión se refiere.
Son muchos los elementos que podríamos citar para alabar la calidad del trabajo que nos ocupa, desde su acertado e incesante ritmo, capaz de hacer funcionar a la perfección al conjunto de páginas, sabiamente hilvanadas en un marco temporal cronológico y lineal, que nos retrotrae mucho antes de los inicios de la banda, dejando conocer pasajes de la vida de sus miembros, un hecho que ayuda a comprender su especial carácter y algunos de los significados de las maravillosas y personalísimas composiciones que firmaría años más tarde la cabeza pensante de la banda que no era otro que Black Francis.
Aquí se recoge la magia única que eran capaces de crear cuando se encerraban en el local de ensayo y al juntarse sobre un escenario, gran parte de sus himnos surgieron en las primeras semanas y meses un hecho realmente curioso que aparece aquí recogido; atendiendo a la creación y publicación de cada álbum, radiografías exactas del momento en que vivía la banda en sus trabajos, pues en los mismos se percibe la armonía vivida y el caos final, hasta llegar a los instantes de distensión y casi enfrentamiento abierto, sobre todo entre Kim Deal y Black Francis, que provocaron el abrupto final de la primera etapa de Pixies, especialmente triste resulta enfrentarse a todo lo que rodeó a la gira en la que ejercieron de teloneros de U2, donde ni el caché percibido ni el trato dispensado por parte del equipo de trabajo de la banda irlandesa fueron acorde a lo que merecía el cuartero norteamericano, para culminar el relato con la vuelta triunfante a los escenarios del año 2004 donde pudieron disfrutar de tan manida justicia poética de ver sus conciertos a rebosar, recibiendo el calor del público como antaño lo recibieron de la crítica.
Tras la lectura del libro la sensación que queda es que Pixies fueron una Supernova adelantada a su tiempo, su polvo mágico impregnó a toda una generación posterior que hizo temblar los cimientos establecidos, ahí quedan testimonios como los de PJ Harvey, Kurt Cobain, Courtney Love y de miembros de The Smashing Pumpkins como James Iha, quienes reconocen el poder de su influjo, pero también de coetáneos con indudable talento como J. Mascis de Dinosaur Jr. y en mitos mayúsculos como Bono, que les regalan sonoros halagos, hasta la para nada anecdótica recogida de cable de Steve Albini, quien fuera su productor en “Surfer Rosa”, el cual poco menos reconoce que se comportó al estilo de un cretino con ellos porque su música inicialmente no le gustaba.
Leer “Engañar al Mundo, la Historia oral de una banda llamada Pixies”, es acercarse a unos tipos corrientes, sin ínfulas de grandeza, que en sí mismos eran genios por naturaleza, dotados de una particular estrella concedida sin pedirlo (en el caso de Black y Kim es innegable, a uno le sustentan sus composiciones y esa particular forma de interpretar los temas, a otra su forma de tocar el bajo, la capacidad de dibujar coros hipnóticos y una sonrisa irresistible, tal y como queda atestiguado mil y una veces en el libro); un terremoto sordo con epicentro en Massachusetts que removió los cimientos de la música mundial, dando pie a que una nueva generación entendiera que como en las canciones de Pixies las estructuras lógicas encierran alternativas sorprendentes capaces de despertar el latido de una masa ávida de nuevas sensaciones.