El Último de la Fila: "Desbarajuste Piramidal"


Por: Javier Capapé 

Que nadie se confunda. El Último de la Fila no han vuelto. Manolo García y Quimi Portet simplemente se están divirtiendo. Con el anuncio de este "Desbarajuste Piramidal" a finales del pasado año, muchos seguidores quisimos entender que habría una nueva oportunidad para el dúo más prolífico y uno de los más queridos de nuestra música, pero nos equivocamos. Este doble disco no supone la vuelta al directo o la oportunidad de dejarnos seducir por nuevas composiciones de Quimi Portet y Manolo García, pero igualmente lo celebramos, porque la pareja ha vuelto al estudio, tras veinticinco años de su retirada "temporal", para grabar, reimaginados, nada menos que veinticuatro éxitos de gran calado. Apenas se han dejado ninguno de sus temas más emblemáticos en el tintero (hasta han incluido una revisión de Los Rápidos) y nos satisface decir que esta segunda lectura les ha sentado realmente bien.

Sólo han necesitado sus cuatro manos para dar forma a estas nuevas grabaciones, que se han tomado como una manera de reencontrarse y revisar, por puro placer, estas canciones. Porque no necesitaban una segunda vida, porque eran casi perfectas, pero el momento así se lo pedía e hicieron caso a sus impulsos. A algunas de estas canciones han querido darles la vuelta renovando su producción, haciéndola más limpia y mejorando algunas de las carencias que les hacían envejecer con cierto aire urgente y primitivo que, aunque tenía ese frescor y espontaneidad que las hacía únicas, no hacía justicia con el paso del tiempo. Esto es lo que podemos constatar en las elegidas de entre sus tres primeros discos (las más numerosas del lote), pero no así en las que formaron parte de su segunda etapa en los noventa. En estas otras no vemos tanto sentido a su renovación, por lo que se intuye que quizá hayan querido hacer una selección de sus temas más queridos para simplemente darles otros matices, no tanto para mejorarlos o actualizarlos. Como si de un grandes éxitos se tratase pero grabando de nuevo los temas (una idea que ya de por sí debería ser la base de muchos recopilatorios, que así aportarían novedad para sus seguidores).

Por lo tanto, ¿podría ser éste el recopilatorio que nunca publicaron El Último de la Fila? Yo querría pensar que sí, pero con la particularidad de estar concebido mucho tiempo después de su ruptura. Con el poso que deja el paso del tiempo. Seguros de las canciones que han permanecido en el imaginario colectivo y a las que Manolo y Quimi han querido dar otra oportunidad, aunque solo sea en forma de disco.

Se han tomado con calma su revisión, cuya grabación se extendió entre mayo de 2021 y marzo de 2023 con gran discreción. La han tomado como un regalo tanto para ellos como para sus fieles y se han entregado por completo a ellas. No han necesitado a nadie más. Se han producido ellos mismos, dándoles a las canciones la sonoridad y el cuerpo que requerían. Y ellos mismos también las han interpretado. Manolo cómodo en la percusión y algunas guitarras y Quimi siempre con las cuerdas entre manos, ya sean las de un bajo, una acústica o una eléctrica si el tema así lo pedía. Porque éste tampoco es un disco en clave acústica, no nos equivoquemos. Es un disco de nuevas versiones, muchas de ellas con un aire sustancialmente diferente al original, ya que muchas más ligeras en su versión primigenia ahora se vuelven más íntimas, y algunas de las que podían considerarse "lentas" toman aquí altos vuelos de ritmo y velocidad.

Queda claro tras su escucha que "Enemigos de lo Ajeno" y "Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana" son sus discos más reivindicados. Ya les dieron nuevas mezclas más contundentes en aquella revisión de 1987, pero aquí son también las que tienen más peso, seguidas de las que formaban parte de "Como la cabeza al sombrero", que también merecían una mezcla con más empaque en su día y que aquí se presentan mucho más sólidas. "Insurrección" se vuelve menos urgente, pero más elegante, aunque a buen seguro será difícil que contente a todos, ya que un clásico de este tamaño es difícil que no genere controversia en su renacer. "Ya no danzo al son de los tambores" tiene unas guitarras eléctricas mucho más presentes y mejora a la original, algo que también podríamos decir de "Dulces Sueños", "A veces se enciende" (tantas veces reivindicada por Manolo García en sus directos como solista donde ya la presentaba cercana al resultado actual) o "El monte de las Águilas", que es además una de las que más se retuerce. Parece una nueva canción porque toda su esencia cambia, desde sus fraseos vocales a su rítmica.

A otras les sucede lo contrario, como "Lejos de las leyes de los hombres", que se vuelve algo más monótona o repetitiva, sin esos toques "morunos" que la hacían tan especial. Ahora se toma más en serio y pierde su esencia lo-fi, que también tenía ese poder de seducción tan particular, algo que también ocurre con "Son cuatro días", donde la batería más marcada no le ayuda. Y es que no todo podían ser aciertos en la diana, como pasa con "Cuando el mar te tenga", que poco aporta a una canción ya de por sí muy bien producida en su versión original, o con "El loco de la calle", que pierde frescura. "Lápiz y tinta" tiene menos atmósferas y queda algo más tibia, pero es que cuando una canción es casi perfecta no es necesario transformarla. Uno de sus tropiezos más claros podría ser "Sara", que queda más cruda, pero a la vez más impostada. En este caso su producción original más ligera le beneficiaba, porque ahora su característico riff acústico se pierde en cierta medida al ganar fuerza las eléctricas. Y otras como "Sin llaves" o "Vestido de hombre rana" apenas aportan novedad, ya que gozaban de gran empaque en su vida inicial.00 Entre los grandes aciertos se encuentran "Llanto de pasión", con esa acústica dominante que la vuelve más cercana, "Dios de la lluvia", con sus matices mucho más claros, "Aviones plateados", cuyos arreglos acústicos le hacen ganar espacio y se escuchan mucho mejor sus voces, o "Mi patria en mis zapatos", que cuenta con unas guitarras muy bien definidas que le hacen ganar contundencia. Esto también ocurre en "Uva de la vieja parra", que sin perder su sentir básico se presenta mucho más depurada, o en "Soy un accidente", que se convierte en un regalo delicado del que disfrutamos cada arpegio. 

La nueva vida de "Como un burro amarrado a la puerta del baile" le hace respirar y conmueve. Lo que antes era fiesta ahora se torna en emoción y eso hace que su mensaje cale más hondo. "Querida Milagros" también está a un gran nivel. Queda más limpia y logra un mayor acierto vocal. Aunque una de las que más puede sorprendernos es la reposada "Mar antiguo", que esta vez se transforma en una canción más enérgica y menos melancólica, lo que le aporta levedad en su acertado renacimiento.

Desde luego que este "Desbarajuste Piramidal" no es en absoluto un desbarajuste, si no más bien un acertado repaso global a una de las más encomiables carreras de un grupo español, de uno de los más queridos y encumbrados, pero siempre reivindicando su espíritu libre, algo de lo que no les han robado un ápice (claramente demostrado en este regreso cuando les ha pedido el cuerpo, con sus propias condiciones y sin estrategias de marketing de por medio). "Desbarajuste Piramidal" constata que su reivindicación tiene una más que justificada razón a la vista de estas canciones eternas, las cuales, una vez vestidas con estos nuevos trajes, siguen siendo igual de disfrutables y mágicas.