Por: Àlex Guimerà
Uno de los epicentros de la música pop en Catalunya en los últimos cuarenta años ha sido sin duda alguna la ciudad de Vic. Sede del "Mercat de la Música Viva", donde la ciudad se transforma para albergar todo tipo de conciertos en sus salas y calles; además ha sido cuna de un sinfín de nombres importantes como El Último de la Fila, Loquillo y Los Trogloditas o Núria Graham. Por algo lo han bautizado como el "Liverpool catalán". Y el último milagro surgido de sus calles es Joana Serrat, una cantautora con influencias de folk y americana cuya carrera arrancó en 2012 con su debut "The Relief Sessions" y de la que destacamos su mejor trabajo en solitario hasta la fecha, "Cross the Verge" (2014), plagado de arreglos atmosféricos y ensoñadores bajo unas letras muy introspectivas.
Para la ocasión la viguetana ha querido dar un paso más allá en su cruzada por abanderar el género rock americano al formar el super-grupo Riders Of The Canyon, que en realidad nació en 2017 cuando telonearon a los norteamericanos The Band Of Heathens en la desaparecida Rocksound de Barcelona. Unos años después grabarían cinco cortes que formarían el EP de debut lanzado el año pasado, que han completado con otras tantas composiciones más para definir este homónimo larga duración.
Un proyecto que lo completan Matthew McDaid, un neoirlandés afincado en Girona autor de grandes canciones de corte "yankee" (que nadie se pierda su "Of The Beaten Track" de 2017) u otro músico de enorme solvencia que se suma a la alineación es su tocayo y también catalán Joan Usart, un cantautor de poderosa voz y autor de dos discos de folk-americana muy interesantes (dos en inglés y su último "Llamp de Bosc", de 2020 ,en catalán). La banda se completa con Victor Partido, un veterano músico, promotor musical (director del Festival Altaveu de Sant Boi) y director de un estudio de grabación, quien ha formado parte de muchos proyectos y bandas.
¿Y qué encontramos dentro de la funda del debut de esta Súper Banda? Pues un colosal trabajo artesanal en dónde las voces celestiales se aúnan con una producción instrumental pulcra cargada de pianos lacrimosos, slides, acústicas y ritmos trepidantes que rezuman aroma americano, situándolos en el punto de mira de los seguidores de la Americana de todo el planeta.
Entrando al detalle encontramos "Sunrising", que es pop-rock luminoso, enérgico, muy a la onda de lo que dominaba parte de las listas de éxitos en los ochentas. Una pieza digna de Bruce Springsteen o Ryan Adams. La pasional "Here In My Dreams" podría pasar como la versión más edulcorada de Nick Cave, mientras que "Everything Blooms In Springs" me recuerda al más intimista Richard Hawley. "Wild River", en cambio, la podría firmar Jason Isbell o las mejores bandas del Laurel Canyon (valga la redundancia) en los setenta. Y ya que hablamos de esa escena, un recuerdo a Fleetwood Mac y a la Linda Ronsadt "popera" se mece en los medio tiempos "Master Of My Lonely Time" y "Some Kinda Adiction", que a cargo de Joana suenan celestiales. Como la pieza que da nombre al álbum y a la banda, que es profunda, mística, delicada y nos trae unos vientos que son una barbaridad.
El cierre lo pone una "Sorrow Song" que mira hacia los "American Recordings" de Johnny Cash. Inquietante a la vez que sosegada la voz de Usart dirige esta pieza que se pierde entre arreglos y paisajes sonoros. Fuera del disco ha quedado el single "Sunflower", una balada acústica lanzada recientemente, lo que nos hace intuir la continuidad del proyecto. Un proyecto al que no nos queda más remedio que rendirnos y dar la enhorabuena al cuarteto, por saber aunar fuerzas, equilibrar personalidades y sacar jugo a sus experiencias y talentos para conformar el que a bien seguro será uno de los álbumes de este 2023 a punto de finalizar. Esperemos que sigan cabalgando por mucho tiempo.