Iván Ferreiro: Flotando en el alambre


Sala Oasis, Zaragoza. Viernes 1 de diciembre de 2023 
Por: Javier Capapé 

Todo el mundo busca su propia trinchera. En estos días más que nunca. La nuestra es una trinchera pop. Iván Ferreiro nos guía con sus canciones. Es nuestro capitán. Beats, bucles, programaciones y distorsión entre sus inseparables Rocinante y Galáctica, tal y como el gallego ha bautizado a sus teclados y máquinas.

El motivo por el que nos congregamos en la sala Oasis el pasado viernes inaugurando el mes de diciembre fue para vestir de largo a las inmejorables canciones de "Trinchera Pop", el último e inimitable disco del mayor de los Ferreiro. Todo el concierto giró sobre ellas y sobre su electrónica pop, que tan bien maridó con algunos de sus clásicos, que se dieron cita para llenar de las canciones más necesarias nuestra particular trinchera. Casi sin apenas descanso entre una y otra canción, que sonaban prácticamente encadenadas, Iván tuvo breves palabras de agradecimiento a una de las salas que más le ha gustado desde que comenzase a ser habitual de ella con los Piratas. En la Oasis se siente como en casa y los que solemos poblarla así lo percibimos. Su mirada brillaba cuando dejaba atrás su rincón entre cables e instrumentos y se adelantaba a compartir con todos las estrofas más sentidas llenas de guiños y gestos empáticos con su público. Cuando se quitaba sus gafas de pasta no sabíamos si era para vernos mejor o para que no quedasen empañadas con su visible emoción. 

Esta vez disfrutaríamos de un concierto completo, de sala, algo más lejos de su formato de festival que presenciamos el pasado junio en Mozota. El grupo que vimos entonces ha dejado por el camino al maestro Pablo Novoa, pero sigue igual de sólido y engrasado bajo la precisión de Ricky Falkner y Xavi Molero, la versatilidad de Sergio Martínez Puga, la argamasa y sereno semblante de Amaro Ferreiro o la incontinencia de Emilio Sáiz. Estar además presenciando el concierto cerca de este guitarrista explosivo y portentoso es toda una lección de virtuosismo a las seis cuerdas. Sus arreglos y aportes brotan de forma etérea imprimiendo una atmósfera vibrante en la que caer rendido acorde tras acorde, y quizá pueda recordar por momentos al Fon Román más desatado de su época de "Relax" entre pedales de efectos y distorsiones. 

Para esta ocasión no había que ajustarse a ningún despiadado "timing", aunque quizá podrían haberse extendido por encima de la veintena de canciones, ya que nos quedamos con ganas de un poco más. Aún así, entre "Canciones para no escapar" y "En las trincheras de la cultura pop", que abrieron y cerraron el concierto como ocurre en el mismo disco, hubo tiempo para detenerse en versiones de Piratas no tan frecuentes, como "Inerte", junto a otras obligadas como esa "Años 80", con un intro más pausado para que todo el público se convirtiera en protagonista, o "El equilibrio es imposible", con la que nadie puede contenerse. También hubo ocasión para descorchar algunas piezas memorables de su extenso cancionero como "El dormilón" (con un derroche de potencia mas que evidente), "Una inquietud persigue mi alma" (más vestida que en su versión original para dar protagonismo en su ejecución a toda la banda), "El viaje de Chihiro" (con su alegre melancolía) o "Como conocí a vuestra madre" (con la que no podemos dejar de bailar poseídos por su estribillo catártico). Pero en todo momento "Trinchera Pop" estuvo presente. La velada estaba concebida para ponerlo por delante y darle todo el espacio que necesitara. Para hacernos sudar con el trance de "La humanidad y la tierra", desquitarnos con la experimental "Miss Saigón" o elevarnos con la emocional "Dejar Madrid", que hizo fundirse en un fraternal abrazo a los dos hermanos Ferreiro antes de terminarla. Los momentos más introspectivos vinieron con "La gran belleza y la juventud", que adquiere mayor grandeza cuanto más la dejas entrar en ti y en la Oasis que esto se produjese fue más fácil que nunca, o con "Gran Columpio", que adquirió un tinte espiritual aunque sin llegar a salirse demasiado del guión de su versión de estudio. Algo que tampoco ocurrió con "Pinball", fiel a la original pero inmensamente adictiva. 

"Santadrenalina" o "M", presentadas como el perfecto regalo para sus seguidores más fieles, casaron estupendamente con "El Pensamiento circular", siempre bella, infinita y, a la vez, leve, que nos mece y eleva cada vez que nos recorre y electriza. Porque es una canción que nos toca la piel, nos la eriza y nos conmueve. Siempre. Es poderosa. Casi tanto como "Turnedo", que no es necesario presentarla, pues forma parte de todos nosotros y es nuestra aliada. Nos encanta escucharla con esa introducción del "Diecinueve" de Maga, pero cuidado porque está encontrando una digna sucesora. Perfecta muestra de nuestro tiempo y fruto de la madurez y la clarividencia. Los dos Ferreiro se pusieron frente a sus "Fucking Little Toys" a introducirnos poco a poco en este himno de la rendición. "En el alambre" fue progresando marcando sus beats y nos transportó a una atmósfera en la que manda la honestidad. Su estribillo explota en ese particular mantra de la colectividad y por un momento somos uno. Ese es el poder de este alambre en el que flotamos y nos dejamos caer mientras sentimos de verdad que "cientos somos una unidad".

La comprimida hora y media de viaje se convirtió en un trayecto revelador, donde nuestras trincheras fueron por un momento las mismas que las de esa banda que alrededor de Iván Ferreiro construye un particular remedio contra este feroz mundo de crítica y sinrazón. Lo que importa aquí son las canciones y la certeza de sabernos únicos con ellas. Porque necesitamos más momentos como los vividos a bordo de un concierto como éste. Donde el diálogo y la comunión son la piedra que nos sostiene y nos permite seguir adelante. Bastante difícil es nuestro día a día, pero en esta trinchera pop somos lo que de verdad queremos ser. Nos sentimos interpelados y comprendidos. Nos abrazamos en uno. Eso consiguió Iván Ferreiro la primera noche de diciembre en Zaragoza. Eso está consiguiendo en cada uno de los conciertos de esta gira por salas: "que los años y el presente nos sorprendan a los dos", a cada uno de nosotros con Iván. Sus conciertos no dejan de ser una sorpresa por más que volvamos a ellos de forma recurrente, como es el caso del que esto suscribe. 

Hace unos años consiguió que en sus directos nos sintiéramos en "casa", pero ahora esa casa se ha tornado en la trinchera en la que sentirnos vivos, inquietos y en lucha. La que nos hace sentir únicos y absolutamente privilegiados. Como nos confiesa en una de sus más acertadas canciones ya citada: "puede que al final tengamos que dejarnos caer", pero seremos conscientes de que ha sido la mejor manera de empezar de nuevo. Caer para volver a comenzar. Renovarnos y renacer. El verdadero sentido de una noche, que es toda una vida, junto a Iván Ferreiro.