Iron & Wine: "Who Can See Forever Soundtrack"


Por: Àlex Guimerà

Decir Iron And Wine es referirse a Sam Beam, uno de los tipos más prolíferos del folk americano de los últimos años. Saltó a la fama cuando la deliciosa balada, “Flightless Bird, American Mouth”, se incluyó en la Banda Sonora de la saga vampírica teenager “Crepúsculo”. Pero la verdad es que muchos ya lo adorábamos desde, al menos, el “Our Endless Numbered Days” (2004) y sobre todo con el ya más famoso “Sheperd’ s Dog” (2007), en donde viró hacia un folk más experimental. Lo cierto es que luego no ha parado de publicar buenos trabajos de estudio en los que las texturas acústicas, los ritmos y la calidez de su voz han sido su santo y seña. Y no nos olvidemos tampoco de las interesantes colaboraciones con Calexico – hasta dos trabajos “In Reins” y “Years To Burn” - o con otro adorable barbudo como es el cantante de Band Of Horses, Ben Bridwell, amén a sus volúmenes de los "Archives" en los que recoge descartes y versiones ajenas, en una especie de particulares "Bootlegs". 

Estamos ante un tipo que enamora gracias a su manera de tocar la guitarra acústica, a sus melodías, a su romanticismo en las letras y a su autenticidad y capacidad de explorar el folk. Para el año pasado, la publicación de un EP con canciones de la cantantautora Lorraine McKenna fue la antesala de este “Who Can See Forever”, que compila algunas de sus canciones en formato directo pero que es en realidad la banda sonora de un documental dirigido por Josh Sliffe y protagonizado por Iron And Wine cuyas canciones fueron grabadas justo antes de la pandemia (en 2019) en Haw River Ballroom (North Caroline). Lo curioso es que, pese a ser anunciado en paralelo, el documental no se estrenará hasta el año que viene.

Publicado por su discográfica, Sub Pop, el álbum no es el primer compendio del músico en directo, pues en el mismo 2019 se editó “Live At The Thirth Man Records”, un cercano concierto con apenas diez temas en los que se presentaba el cantautor al estilo "storyteller", guitarra acústica en mano. Para la ocasión las canciones vienen mucho más trabajadas instrumentalmente con contrabajo, cello, toda clase de ritmos, voces y muchas dosis de revisión. Y es aquí donde recae la magia de este nuevo trabajo, pues como si se tratara de un Bob Dylan de bolsillo, el bardo de Carolina de Sur ha reinventado su cancionero dándole una vuelta a las estructuras y a las melodías. Para ello se acompaña del cello de Teddy Rankin, del bajo de Sebastian Steinberg,  de Beth Godfellow a la batería y percusiones y Eliza Hardy al teclado, todos al servicio de un repertorio que no tira de obviedades y mira especialmente hacia sus primeros cinco años de carrera.

El disco arranca con una “The Trapeze Swinger” que se escucha desprendida de toda dulzura, creciente, dura y desgarradora. Del “Sheperd’s Dog” aparecen una “The Boy With A Coin”, que suena como lo haría en un MTV Unplugged; bajo una forma más ruda que las originales nos encontramos con “House Of The Sea” y “Wolves”, que nadan entre marañas de cuerdas y ritmos de chatarra a lo Tom Waits mientras que “Pagan Angel And A Borrowed Car” languidece entre coros femeninos. Más pareja a la original encontramos la lejana “Naked As We Came”, reducida al arpegio de la guitarra. Del mismo álbum, “On Our Wings” se muestra más vestida con unas percusiones y cuerdas inquietantes, bluesy y taciturna. “Call Your Boys” reluce con las voces de fondo y un piano encantador, y “Woman King” es jazz experimental creando ambientes capaces de irritar. Para los que no les gusten los riesgos mejor que se paren en “Call Your Boys” y sus bellos acompañamientos vocales, cuerdas y piano. Las miradas más recientes se centran en su último trabajo de estudio sin colaboraciones, “Beast Epic” (2017), cuando nos presenta “Thomas Country Law”, “Last Night” y “About A Bruise”.

Y para el cierre una emotiva “Muddy Hymnal” que nos lleva hacia el año 2002 y que mira a la cara al legado de The Band. Eran los inicios de la carrera de “Hierro y Vino”, este encantador proyecto folk lo-fi que va para los 25 años de historia y que nos ha regado un montón de melodías, ternura y sorpresas sonoras. Estaremos atentos al largometraje en 2024.