Por: Javier González
Foto 3: Jorge Bravo Crespo “El Gurú”
Carlos Ann es un artista a tiempo completo, algo que entiendes a la perfección a los pocos segundos de echar a andar junto a él camino de Discos Bangladesh, la mítica tienda de discos situada en la calle Costanilla de los Ángeles, en pleno centro de Madrid, lugar donde tendremos el placer de entrevistarle sin límite de tiempo.
Su conversación es emocionante, extremadamente culta y cercana, pese a que los temas que trata nada dirían a la mayoría de población de este país, preocupados en vivir monótonamente, sedados ante tanto estimulo en formato serie y centrados en tertulias vacías de contenido, por eso no es de extrañar que las canciones de este outsider del barcelonés barrio del Congrés no les digan nada, simplemente no las entienden ni están dotados de la capacidad para entenderlas.
Vuelve recuperando su múltiple identidad, rompiendo moldes con “2052”, un Ep de cinco composiciones camaleónicas, donde, desde la más absoluta independencia, vuelve a ser un adelantado a su tiempo, permitiéndose el lujo de jugar con la IA, lanzando incómodas proclamas y mostrando su cara menos complaciente en la eterna búsqueda del riesgo que debería ser inherente a todo artista que se precie, una idea que Carlos Ann no ha abandonado. Obstinado, irreductible y brillante. En dos palabras: Un genio.
Hace apenas un año entregaste “El Disco Negro”, para volver a la carga ahora con “2052”. ¿Debemos entender que andas en un proceso creativo bastante potente?
Carlos: Supongo que un músico tiene que hacer canciones igual que un zapatero debe hacer zapatos, es el día a día del músico, para mí es más sencillo escribirlas que editarlas, esto último depende de otros ritmos como el de las distribuidoras, medios y hasta también el de los oyentes. Para los compositores hacer canciones es algo natural. En mi caso la composición me resulta relativamente sencilla, pero me cuesta mucho más el tema de la producción, dar con el enfoque correcto y la sónica adecuada. “2052” tiene una sónica concreta, “El Disco Negro”, tiene otra, “Mapa Mental” otra y así todo el resto de álbumes… Definitivamente encontrar el sonido apropiado es lo que más me cuesta.
Eres un artista cambiante que vive en plena metamorfosis. ¿Cómo planteas tanto cambio musical?
Carlos: Cada disco que he editado ha respondido a una nueva etapa, somos seres cambiantes y en constante movimiento, no soy la misma persona que hace un año o ni siquiera hace unos días. Es totalmente diferente cómo afronto las canciones en cada disco, al igual que lo hago con la vida misma. En cada disco trato de hacer una radiografía del estado y forma que me encuentro. “2052” habla de mi momento actual. Trasladar a una canción lo que me ocurre y rodea es un buen motivo para escribirla. En este disco se me puede ver de maneras diferentes, tengo diversos Carlos encerrados en mí. Disfruto con la contradicción y la mutación, creo que por ello los discos son distintos entre ellos.
¿Quién se ha encargado de grabar junto a ti en esta ocasión?
Carlos: Hemos grabado las bases con la banda que llevo actualmente en directo: David Martínez/batería y Luque /bajo, y además he contado con algunos guitarristas que ya han colaborado activamente en discos pasados como Christian Martín y Adrià Fauré, y otros que en “2052” que se han subido al barco como Joel García y Fernando Bazán.
“Las canciones son actos mágicos”
¿De qué forma decides quién graba en cada canción?
Carlos: Hay un punto del proceso en el que dejo de dirigir a las canciones, ellas son cajas de sorpresas y se van posicionando. Te dicen lo que necesitan y quieren, y siempre ha sucedido que en un momento concreto aparecen las personas correctas que aportan lo que se necesita. Las canciones son actos mágicos, no son más que eso.
Escuchando esta semi colección de canciones da la sensación de que tu personaje está perfectamente dibujado: Hay electrónica, punk siglo XXI, pop y bases industriales. ¿Están todas las caras de Carlos Ann dibujadas en “2052”?
Carlos: Faltan muchas caras, tengo varios Carlos dentro de mí, es como una gran banda de amigos, a veces conocidos y otras veces ni nos saludamos, me acompañan y de vez en cuando dejo que aparezcan en según qué momentos.
“En las salas de ambiente liberal de Berlín pinchan techno”
Abres con “Entre las cinco y las mil”, un trallazo punk que narra una noche de farra en Berlín, una ciudad que es habitual en tu discografía. ¿Te gusta tu aura canalla?
Carlos: No es la primera vez que aparece, es cierto. He plasmado muchas noches de fiesta en ellas, aunque el tema del que se habla podría haberme ocurrido en cualquier ciudad del mundo. He intentado crear un cierto magnetismo con una ciudad en la que ocurren muchas cosas. Narro noches de fiesta en clubes liberales, hablo del Kit-Kat, una sala de ambiente liberal donde a diferencia de lo que ocurre en España pinchan techno, aquí te ponen reggaetón. Entiendo que hay gente a la que le pone, pero a mí me quita. (Risas)
“Desde Septiembre” es electrónica reposada y solemne.
Carlos: Es la canción que sónicamente más me costó . La composición es ligera y más cercana al pop. Traté que sonora más industrial y que estuviera marcada con un ambiente ensoñador y un ritmo marcial. Sumé muchas capas de sonidos, igual hay treinta capas, si quitas una de ellas cojea. Crear este tipo de envolturas ha sido todo un reto.
En “La Causa y las Motocicletas” encontramos mezcla de post punk y rock industrial. ¿Qué buscabas con esa sonoridad más oscura?
Carlos: Sí, buscaba un sonido más perverso. Pensaba en las bases de AC/DC. Mezclar algo inícuo con reminiscencias post-punk. Hay disonancias, guitarras que suenan a sítares, muchos sintes. Es una canción que puede sonar repetitiva, pero es exactamente lo que buscaba, algo casi mántrico en el que no se prestara excesiva atención a la voz, sino a la maldad que encierra la propia canción.
En “El miedo entre nosotros”, declamas recordando Panero y a Nietzsche, donde dices “Humano demasiado humano, crecí entre flores y barro”.
Carlos: Es curioso lo que dices de Panero, había una parte que finalmente la eliminé en la que lo citaba. Nietzsche se mantuvo supongo porque actualmente lo estoy releyendo. Es una canción que es muy española, clásica al estilo de Manuel Alejandro, aunque también me centré en Bach. Creo que tiene algo de atemporal y que podría haber estado en algunos discos pasados, pero creía que era necesario que estuviera aquí. Quería romper con el concepto de hacer cinco canciones iguales, mola que se lleven la contraria entre ellas pero conviviendo con una cierta armonía.
“Muchas canciones del pop inglés tienen que ver con la lírica italiana”
Rompes moldes en la titular, “2052”, un bombazo repleto de crítica que me suena a puro pop, casi con un rollo italiano.
Carlos: Creo que el pop nació en Italia, simplemente porque oralmente se transmitían las canciones de una manera popular. Si analizamos muchas canciones de pop inglés tienen que ver con la lírica italiana, muchas melodías de Pulp parecen italianas. Lo que estás diciendo puede ser. Quizás al unir las melodías con los sintetizadores te suene a eso. Tiene cierta oscuridad dentro de un ambiente aparentemente luminoso.
Creo recordar que allá por 1997 David Bowie participó en el festival de San Remo. Quizás no vayamos desencaminados.
Carlos: No lo recuerdo. En la era que estamos la coctelera sónica está servida para hacer crecer nuestras canciones. Qué aburrido sería que las canciones tuvieran solo cuatro ingredientes.
¿Por qué crees que tu música puede generar rechazo ante cierto sector del público?
Carlos: Ohh…creía que generaba el efecto contrario… Con mis canciones tienes que estar preparado para escuchar cosas que dependiendo cómo estés te van a joder. El poder de la palabra está para utilizarse. Para mí la música es eso.
En este disco te has lanzado en los brazos de la inteligencia artificial, otro tema que está generando mucha inquietud.
Carlos: La imagen de “2052” la ha realizado con United Known, es un trabajo de inteligencia artificial, cada video ha tardado más de dos meses en llevarse a cabo. Para “Entre las Cinco y las Mil” se generaron más de 10.500 fotografías, de las que se seleccionaron algo más de mil. Todas las personas que aparecen son artificiales, el único medio-real soy yo mismo que aparezco en la parte final.
“Me pone mucho el tema de la inteligencia artificial”
La portada también es parte de esa búsqueda constante.
Carlos: Lo que buscaba en la portada era sacarme de contexto a mí mismo, me gusta no entenderme y que hubieran dos Carlos, uno con un cuello muy largo con el que me identifico, parece que estoy buscando algo, es un sinónimo de búsqueda. La portada intenta desnaturalizarme para poder entenderme. Comencé en la electrónica, en el año noventa y cinco, mezclando electrónica y rock y me autoeditaba los propios discos, en el disco de “La Nada” se regalaba a quien se lo bajaba de internet, fue un meses antes de que Radiohead lo hiciera y la gente me decía pero cómo haces esta locuras. En este momento mucha gente está en contra de la inteligencia artificial, pero no es más que una herramienta que incluso va a hacer subir el nivel de todos. Me pone mucho este reto. Me motiva a superarme.
¿A qué te refieres exactamente?
Carlos: Mis próximos discos tienen que ser mejores. Hay miedo en las personas, mucho, con todo el desarrollo de la IA, aprietas un botón y se llega a un concepto al que tú no habías llegado nunca. Veo un reto en la IA también para la industria musical, un nuevo lenguaje para hacer las cosas de otra manera o de manera complementaria. El videoclip de “2052” parece de animación sin llegar a serlo. Primero me grabaron a mí, hicieron un modelo 3D, hay decenas de cambios de look y viajo por diferentes edades, ocurren muchas cosas en el videoclip. En el EP saldrán cinco videoclips, uno por canción Hay mucha gente que ve este tema como algo controvertido. Me dicen que dónde me he metido. Días atrás conversaba con una persona de una discográfica y me decía que era el final de la industria. Discrepé. Creo que vamos a tener que trabajar hacia otros horizontes, tenemos mucho que demostrar de la mano de la tecnología. Es lo que más me excita, las nuevas formas de la inteligencia. Llegará un momento que a lo mejor pueda acabar con nosotros como raza, quizás, pues bienvenido sea. Hemos llevado fatal este planeta y ni nos entendemos entre nosotros. A lo mejor ha llegado el momento de pasar el brazalete. No lo percibo como una amenaza, sino como una oportunidad.
Hace años me decías que hay quien se alimenta de la negatividad que nace en las personas. En este punto del mundo en que nos encontramos. ¿A quién estamos alimentando?
Carlos: Toda la negatividad que sale del planeta tierra se reutiliza, somos energía y combustible. Alimentamos a esos que no podemos ver pero que están desde siempre.
Con “El Disco Negro” volvimos a tener la oportunidad de verte en directo. ¿Habrá gira de presentación de este Ep?
Carlos: La verdad es que todavía no lo sé porque tengo ganas de sacar otro disco en 2024, pero de alguna manera también me gustaría presentarlo.
Este año también ha visto nacer tu sorprendente debut como actor en “La Sombra del Quebrantahuesos”. ¿Cómo surgió la oportunidad?
Carlos: La experiencia fue muy positiva. Cuando me llamó Luisje Moyano (director), me propuso que quería que interpretara un papel de actor principal en la película. De entrada y sin pensar le dije “sí, como mola… Al cabo de unos días pensé “qué le has dicho, si tú no eres actor”. Volví a llamarle y le dije, “oye, no, no lo puedo hacer”. Le dije que era un pésimo actor y que le iba a arruinar la película. Me dijo que sabría cómo hacerlo que el resto de actores eran muy buenos y me sentiría respaldado. Me propuso hacer de Carlos Ann. Cosa que me convenció porque me pareció que debía ser más lo más fácil para mí. Hablé con Max Hausmann, coach, actor y amigo para que me diera unas pautas. Quedamos en un local de ensayo y probamos. Efectivamente, lo hacía fatal. Nos reímos mucho. Y decidió darme unas pautas muy claras a seguir en las que no me debía salir en ningún momento de ellas. Me tuve que empapar de los guiones, cosa que es imposible para mí. Me aprendo mis canciones y no sé cómo, quizás con ayuda divina. No podía retener ni dos frases. Volví a llamar al director para decirle que no me lograba aprender ni una frase. Me dijo que no me preocupara. Al llegar al set de rodaje, los actores sabían sus frases y las mías y me echarían un capote. Además, tuve que pedirles por favor que si podíamos probar de improvisar un poquito para alejarme de la retentiva del guión. La verdad es que al final me lo pasé muy bien, como un enano. Me sirvió para entrar en otro rollo que no había hecho nunca. Al acabar la película lo pasé fatal, entendí lo de llevarte el personaje a casa. Estaba chiflado, estuve fatal de la cabeza más de un mes. Muy mal. Después mantuve una conversación con el director y le dije que ser uno mismo es lo más difícil que existe, tal y como decía Ricardo Darín y soltó unas malvadas carcajadas y me dijo, pues claro, es que no lo sabias…
Ya está confirmada la reedición del homenaje a Leopoldo María Panero. ¿Qué novedades podremos encontrarnos?
Carlos: En el 2004 se editó el doble Cd, “Leopoldo María Panero”, después de 20 años pensamos en reeditarlo en vinilo, pero además añadiendo más tracks. No era cuestión de hacer lo mismo. Queríamos hacer diferente. Hay cuatro tracks nuevos e interacción entre ellos, sobre todo entre Enrique y yo. Hemos trabajado a distancia, él desde Los Angeles y yo desde Barcelona, nos íbamos enviando pistas, nos respondíamos hasta encontrar lo que buscábamos. En el caso de José María Ponce ha sido más complicado, inicialmente me costó mucho localizarle y finalmente vivía en mi misma ciudad, el problema es que estaba con unas cataratas increíbles, apenas veía. Llevarle al estudio fue una proeza, nos tuvimos que enfrentar a un nuevo reto, puesto que no podía leer el texto, ni retenerlo, los textos de Panero no son fáciles. Finalmente encontramos el camino grabando versos que José María los escuchaba y los iba repitiendo. Pienso que lo hizo muy bien y el resultado es muy coherente. Con Bruno Galindo tuvimos la oportunidad de grabar aquí en Madrid en el estudio de Miguel Marcos (Le voyeur) y fue una tarde maravillosa. Se han vuelto a masterizar todos los tracks y el sonido definitivamente ha superado el del 2004. Además, también el arte del diseño se ha modificado de la mano de Sebastián Puiggrós, eso sí hemos mantenido la portada. Se han cambiado los interiores y la contra y la verdad es que estamos muy satisfechos, Sebastián también realizó el original del 2004, es una persona comprometida con la obra y desde mi punto de vista un verdadero crack.
¿Por dónde van a ir los tiros en el nuevo disco?
Carlos: Hacia una montaña rusa de emociones. En esta época hay días que estoy muy abajo o muy arriba. Vivo una etapa emocional muy dispar y radical que se verá reflejada en las canciones y la estoy disfrutando muchísimo.
Semanas atrás disfruté leyendo “La Música Prohibidad” firmado por Javier Corcobado. ¿Cómo va la escritura de ese libro tuyo que no acaba de llegar?
Carlos: Creo que de momento estoy viviendo cada día cosas interesantes y dignas de que en un futuro aparezcan en una posible biografía.
“Todas las novedades tienen el mismo sonido, algo que genera cierto cansancio”
Tú, que eres un orgulloso “rara avis”, ¿qué opinas del actual momento que vive la música?
Carlos: Me cansa que la gran mayoría de las novedades tengan un sonido similar. Por otro lado también las propuestas que antes me llamaban la atención han caído en una cierta repetición. Creo que aparecerán cosas muy interesantes en unos pocos años.
¿Qué queda del súper héroe que paseaba de la mano de su padre?
Carlos: Quedan los mismos trayectos que hacíamos, algunas veces paseo por esas mismas calles y puedo sentir que está a mi lado, también lo hago con otras personas que ya han partido, supongo que es una manera personal de hacerles seres inmortales.
¿Qué súper poder oculto tienes?
Carlos: La intuición.
Antes de tomar la calle, aprovechando estar rodeado de buena música en Discos Bangladesh. ¿Qué disco de los aquí presentes escogerías para llevarte a casa?
Carlos: “Songs of Faith and Distorsion”, es un pirata, contiene una de las canciones que me hubiera gustado componer: “Walking in my shoes”. Depeche Mode mezclaron bases más sucias con otras electrónicas. Para mí es la cumbre sónica de Depeche Mode. Venían de sacar el aclamado “Violator”, aquí lo llevaron a un rollo más orgánico.