Recuerdo con relativa nitidez aquella noche lejana en el tiempo. Iván, a través de una extinta red social en formato chat, nos convencía a Jorge y a mí de la necesidad de hacer algo con aquellos cientos de cd's y vinilos atesorados. Horas y horas de atenta escucha, multitud de debates acalorados, cientos de revistas amontonadas de forma inconexa y una indeterminada cantidad de conciertos y festivales a la espalda, desde la adolescencia hasta la veintena que ya surcábamos con más inconsciencia que certezas.
“Había que montar un blog”, repetía incesantemente, mientras le dábamos la razón, bajo la certeza que todo quedaría en una conversación nocturna más. Planes locos para gente soñadora. Viajes a ninguna parte que duran menos que una siesta reparadora. A los dos días, volvió a atacarnos con el tema, pero esta vez guardaba un as en la manga. Se había currado una plantilla con la que podríamos empezar a trabajar. No había vuelta atrás. Tocaba remangarse y ver de qué iba aquello de tener una página donde lanzar al viento nuestros pensamientos sobre música. El nombre elegido fue El Giradiscos, no le dimos muchas vueltas. Surgió, nos gustó y se quedó. Punto.
Evidentemente no sabíamos ni por dónde empezar, ni a quién acudir, así que no hubo más remedio que comenzar a plantear temas a tratar. Decidimos empezar por cubrir un concierto en la sala El Sol de Los DelTonos, por afinidad estilística con la banda cántabra concretamos que aquel sería un gran comienzo; lo que no sabíamos es que dicho garito mítico, su puerta y porteros, aquellas luces de neón rojas, la especial escalera de caracol que poco menos daba acceso a otra dimensión y su particular arquitectura, se convertirían en nuestro refugio capitalino casi de por vida. Casa y cobijo, donde tuvimos la enorme suerte de conocer a un buen puñado de amigos que aún hoy conservamos, convertidos ya en familia de sangre, y de contactos “profesionales” con los que nos seguimos viendo de cuando en cuando por temas musicales y que en algunos casos también han conseguido traspasar la frontera de nuestro corazón.
Porque la realidad es que El Giradiscos nunca ha tenido padrinos ni enchufismos de ningún tipo. Todo comenzó desde abajo, por puro amor a la música, sin estructura, sin darle demasiadas vueltas a nada y sin mayores expectativas. Y puede que en esas sigamos, con algún retoque y con un pudor cada vez mayor, pero sin perder el espíritu amateur, embriagados de la locura que supone rondar los cuarenta y cincuenta sin abandonar una pasión adolescente que todavía nos late muy dentro.
Fuimos creciendo, mes a mes, texto a texto. Aprendimos a quién debíamos dirigirnos y con quién no queríamos juntarnos. Ya se sabe, buitres y carroña siempre van de la mano. También empezamos a ver a otros vampiros, nos reconocimos con desconfianza y finalmente nos hermanos como hijos de una misma tribu noctámbula, bohemia, canalla, cazallera y sobre todo musical. Atesoramos correos electrónicos de compañías discográficas y cada vez más gente de promo se hizo con nuestros teléfonos y contactos. Cientos de mails aparecían cada mañana y tarde en el buzón, decenas de llamadas diarias; mientras en casa se acumulaban reseñas, grabaciones con entrevistas y artículos a medio hacer, básicamente eran nuestro día a día. Montamos una pequeña estructura organizativa, siempre con presupuesto cero y una enorme voluntad. Todo ello se compatibilizada con nuestros proyectos personales, trabajos y pacientes familias que siempre han estado ahí, sin un pero por las ausencias y por lo sin par de nuestra rutina. Velando desvelos, con el sonido de las teclas de fondo y acompañándonos a conciertos de proyectos que les eran ajenos sintiéndolos como propios.
Y así llegaron muchos lectores y lectoras, amigos desconocidos que nos hicieron pensar que el contador de visitas nos jugaba una broma pesada. No quedó más remedio que tomarnos las cosas más en serio. Fueron llegando colaboradores, poco a poco, venían y se iban sin dar explicaciones en muchos casos. Normalmente la carrera de ratas de una web musical, sin destino ni ingresos, quema más pronto que tarde. Aparecieron firmas míticas, algunas vitales como las de Kepa Arbizu, quien cuando llegó el cisma, producto del agotamiento de remar y remar sin rumbo de alguno de los míticos fundadores, decidió que no abandonaba el barco y que seguiríamos mano a mano, junto a quien suscribe estas palabras, actualizando cuando se pudiera y replanteando una estrategia que consistía en ir buscando más brazos para esta nave de los locos. Aquel gesto de un bilbaíno de prosa exquisita, educado y calmado, bien leído y con un gusto musical sublime, salvó la deriva de esta web. Su paso al frente, permitió que todo lo demás haya sido posible. Un gesto que por cierto nunca le he agradecido. Ni por teléfono ni en persona. Sí, casi 15 años después, seguimos sin vernos frente a frente, sin ponernos cara. Por no haber, no ha habido ni videollamada hasta hace poco más de unos meses. Entended que lo de nuestra eterna dejadez va más allá de ciertos aspectos de la web. Así nos parieron y me temo que así moriremos.
La búsqueda dio resultado, poco a poco la familia creció, nos “estabilizamos” y llegamos a tener colaboradores potentes en diversas ciudades de la geografía nacional. Sería obligación citarles a todos y todas, pero mi mala cabeza seguro que dejará a alguien por el camino, cosa que sería harto injusta, por lo que mejor dejar sus nombres para los agradecimientos finales, chuleta en mano, por supuesto.
Esa red de irreductibles maravillosos, siguió y sigue al pie del cañón, cosechando parabienes en revistas admiradas como Ruta 66, donde nos han citado varias veces entre las mejores webs musicales estatales, sintiendo el calor de lectores que al enterarse fortuitamente de quiénes somos nos saludan con afecto y emoción, y sobre todo teniendo claro que muchos artistas, gente de promo y trabajadores de compañías con décadas en el sector, nos miran de igual a igual, con respeto por lo que hacemos y un cariño personal por tantos años sin bajar la guardia, sin traicionar una idea. Locos pero firmes y algo deslenguados, sabemos que así se refieren algunas personas a la hueste que capitaneamos. Nos lo han dicho a la cara, cosa que les honra.
Sabemos que no somos perfectos. Podemos resultar divertidos, ser empáticos e incluso cercanos en las distancias cortas. El problema es que dejamos que poca gente se meta en nuestro universo, no somos la alegría de la huerta en los saraos a los que acudimos, pues tendemos a ser parcos en palabras como hacemos en redes, donde también es curiosa nuestra tendencia a exponer opiniones poco acordes con la mansedumbre de unos tiempos donde la pose y lo irreal enfangan casi todo. En el debe de cosas que se nos pueden achacar también está el hecho que nunca hemos cuidado especialmente la estética de la web, os anunciamos, queridos lectores, que estamos en trámites de cambiarla, ya trabajamos por modernizar el interfaz y dar un nuevo aire a nuestro viejo logo, con objeto de facilitar a los sufridos acólitos algo más de comodidad. El vetusto estadio va a sufrir una reforma, pero tranquilidad en el frente, que no cunda el pánico, no vamos a cambiar ni la actitud ni la forma de ser. La nueva web seguirá teniendo un sabor añejo, callejero y bullicioso.
Es una perogrullada, pero ya se sabe, el mundo se moderniza, lo cantaba Dylan, “Los tiempos están cambiando”, prometemos seguir fieles a nuestra idea inicial e intentar ir más allá. Más textos, más emoción, quién sabe si un podcast, quizás editar un libro en un futuro y alguna que otra sorpresa más para celebrar 15 años de andadura, siempre con vuestro permiso y compañía.
No queremos cerrar esta carta abierta sin citar a un grupo de gente que en los orígenes, cuando todo era niebla estuvieron ahí. Esta web nunca hubiera crecido al ritmo en que lo hizo de forma inicial sin la intermediación del recientemente fallecido J. Nuñez, quien nos enlazó con la gran familia de la sala El Sol. Amigo, nunca te lo dije, pero me cambiaste la vida. Donde estés, millones de gracias y un recuerdo emocionado. Tantas noches, charlas y contactos nunca hubieran sido posible sin ti, ni sin las facilidades que siempre nos brindó el equipo del mítico recinto capitalino; jamás podremos expresar la gratitud y el cariño con que siempre nos trataron y tratan allí, cada visita nos hace sentir importantes. Personificamos el agradecimiento en toda la crew, pero sobre todo en las figuras de F. Calvo y A. Calvo, dos rockers míticos del foro, de aspecto duro e inmenso corazón, nos estrecharon entre sus brazos como solo hacen quienes te tienen por un hermano.
El Giradiscos nunca hubiera existido sin la voluntad ni el empeño de Iván González, hermano en las huestes musicales desde tierna infancia, ni sin la sapiencia de Jorge Bravo Crespo “El Gurú”, actualmente jefazo de Discos Bangladesh. Dos camaradas musicales y vitales sin los que la vida de quien suscribe este texto hubiera sido infinitamente más vacía y rutinaria, puesto que El Giradiscos no habría podido echar a andar. Es un privilegio mirar a los lados y saber que tantos años después seguís ahí. Honor a quien honor merece.
Esta web jamás hubiera subsistido sin el orden y el fenomenal desempeño de Kepa Arbizu, el mejor periodista musical de este país hoy en día. No, en esta afirmación no hay grandilocuencia ni exageración. Es así. Y jamás estaría en el sitio que ocupa en el panorama sin el maravilloso equipo que hoy en día defiende esta forma de hacer y entender la música, compuesto por: el trabajo infatigable y la afable filosofía vital de Guillermo García Domingo, el universo pop de Lorena Suárez, la franqueza y dedicación de Javier Capapé, la clase y elegancia de Álex Guimerá, la sapiencia de Skar P.D., la categoría y melomanía de Juanjo Ordás y la alta escuela representada por Oky Aguirre; el empuje y la ubicuidad de un tipo al que algunos ya leíamos de adolescentes como Txema Mañeru, el buen hacer y la grandeza de Sergio Iglesias, la veteranía con enormes dosis de pasión de Javier López Romo, la brillantez lírica de Jon Bilbao, la heterodoxia e inquietud de un tipo casi surgido del mismo Renacimiento como Jesús Elorriaga, el espíritu punk-rock y el formalismo de Amaia Santana y la elocuencia y tino del jefazo sureño J.J. Caballero. Tampoco seríamos lo que somos ni lo que seremos en un futuro no muy lejano sin las labores de Raúl Domínguez, soporte en la sombra del inminente cambio gráfico que andamos preparando, e Iván González, reciente incorporación informática del equipo, cuyo desempeño estimamos fructificará más pronto que tarde para implementar unas mejoras que ya se han convertido en muy necesarias. A todos ellos y ellas, nuestra gratitud y cariño, por permanecer aquí, a sabiendas que no se cobra y se curra por encima de las posibilidades reales de gente con trabajos y vidas asentadas.
Las gracias más rotundas y potentes a nuestras familias, padres y madres, por educarnos en el respeto a la música y la cultura en general. A nuestras mujeres y maridos, por aguantar estoicamente y disfrutar de esta enfermiza pasión sin abandonar ni un segundo; hijos e hijas, que tienen que soportarnos horas y horas colgados del teléfono, con los cascos puestos y escribiendo sin descanso. Os queremos, gracias por acompañarnos en el camino sin un reproche ni una mala cara.
A ti que nos lees, que no nos pones cara y que nos toleras hasta los errores más groseros, gracias totales. Nos habéis traído hasta aquí. Contamos con vosotros y vosotras para que leáis por lo menos el mismo número de textos que llevamos escritos hasta ahora.
Quince años después, en una madrugada parecida a la del primer día, enfundado en mis cascos, escuchando un rock and roll de querencias clásicas, pienso en la cantidad de vivencias que El Giradiscos nos ha regalado y la gente maravillosa que ha puesto en el mismo camino. Todo podría haber sido muy distinto sin aquella charla en la primera noche de autos. Doy las gracias porque haya sido tal y como ha sido. Si la vida se midiera en historias que contar, entre todos los que hacéis posible El Giradiscos, me/nos habéis regalado la posibilidad de escribir una gran novela con la mejor bso oficial posible.
Por: Javier González
Miembro fundador de El Giradiscos desde diciembre del año 2008.
15 años de rock and roll.