No voy a mentir. Me he topado con El diablo de Shanghai por pura casualidad. Olvidé coger un CD para escuchar en el coche por lo que como último recurso para no subir a casa miré en el buzón y premio, encontré una copia promocional de “113 Pasos Adelante en el Ensanche”. Lo puse, sin más, sin mucha esperanza. No sabía qué podía contener y seré franco, me esperaba otro trabajo más de un grupo pretendidamente indie sonando a lo de siempre, pero mal hecho. Y de pronto…
Un ritmo lánguido, sugerente, hipnótico, querencias “lourredianas” y una voz áspera anunciaba “Prohibido el paso a toda persona ajena a la Obra/ Las Glorias”, acompañadas de un acertado fraseo al estilo “spoken word” y vientos bien trabajados, enmarcando un relato crudo y cotidiano, que instantáneamente capturan la atención de un oyente cada vez más atento; a continuación las guitarras limpias de “113”, una base rítmica potente, acompañadas de frase directas, cortantes como cuchillos y desafiantes: “buenos grupos, malas guitarras, segunda mano… paaasta”, “cien mil grupos emergentes, sin buenos referentes”, secundaban sus mensajes, por si alguien no le había quedado claro en la rabiosamente punk, “Boviscopobofia”, dejan claro que “dicen lo que sienten y piensan” y defienden la consciencia de que su “música es una mierda” lo que les impedirá ser una leyenda.
Su querencia por New York queda clara en la fenomenal “Patti Smith”, donde por momentos esbozamos una sonrisa al ver como se nos aparece en música, voces y lírica el fantasma de Siniestro Total, y cuando creemos que la cosa ya solamente puede decaer aparece “Perdón, Nada nos puede Cambiar”, donde pasan por su tamiz a Television, recordando al esencial “Marquee Moon”, mezclados en una coctelera imposible con los menos dramáticos Manos de Topo e inclusive The Cure, algo que también sucede en “Tabaco”.
La recta final del álbum se abre con “HIMALAYA”, run-run velvetiano con ese “spoken Word” que también trabajan en otro corte callejero y barrial escrito de primera mano, acelerando en una nueva pose punk que recorre “Gente Repelente”, antes de cerrar con las también meritorias “Juan Carácter” y “Adrián en el Perseo”, en la que muestran una vena poética que supone la última grata sorpresa de un álbum que mucho nos tememos oposita a ser uno de los grandes debuts en formato LP de la temporada.