Sala Ambigú Axerquía de Córdoba. Sábado, 7 de octubre de 2023.
Por: J.J. Caballero
Once bandas y solistas, del más variado pelaje y con un surtido musical igual de variopinto, decidieron reunirse en su templo particular, la sala Ambigú Axerquía, y bajo el auspicio de los imprescindibles promotores de El Colectivo, para demostrar que la ciudad de Córdoba es actualmente un hervidero escasamente reconocido de iniciativas, proyectos e inquietudes que van más allá del mero hecho de reunirse con un grupo de amigos para ensayar y hacer algo de ruido. En algunos de los casos que serán expuestos a continuación, evidenciando el trabajo cuidado y el mimo en la producción de propuestas tan interesantes como necesarias en los tiempos de inanición que vive el sector.
Tanto es así que cada una de las canciones que fueron interpretadas en directo por esta más de decena de artistas han podido escucharlas, igual que quienes creemos que poseer dicha joya era poco menos que obligatorio, editadas tal cual se grabaron en un casete de edición limitada y única, en la que se recogen las tomas en directo de cada tema, sin arreglos, aditivos ni post producción, pasadas directamente por un magnetófono de ocho pistas y sometidas a una mínima mezcla analógica. Más vintage –y más arriesgado- imposible. Casi un hito en la ya larga historia del pop local, podría decirse. Una especie de milagro pergeñado por Ale Sánchez, miembro activo de Lady Coulson y primigenia alma mater de The Cabots. Respectivamente, un dúo dedicado a glosar el legado de The White Stripes y en general a retorcer el blues moderno en una batidora minimalista y espléndida (junto a la exquisita batería de Lina Rodríguez) y una banda de cierta repercusión en el circuito underground a la que nunca acompañó la fortuna como debiera. Los primeros hicieron un “Family meals” tocado a pelo, como ellos estilan, que fue de lo más potente de la noche, mientras que los segundos entregaron un “Something I don’t need” que ya en la citada cinta sonaba a pop de altos vuelos. A propósito, y como colofón al resumen de esta fantástica aventura titulada “One take project”, el señor Sánchez ha sido el encargado de aportar las ideas básicas en el estudio Magnetic Pie Records, en el que las reuniones casi clandestinas tuvieron lugar donde unas cuantas semanas con un resultado insultantemente sorprendente.
A tema por actuación, el desfile comenzó con el italiano Mike Sun y su “Quiet”, el tema que aún no sabemos si irá incluido en el disco que según anunció acaba de terminar. En breve pondrá las cosas en su sitio este músico de amplio bagaje y aún escaso recorrido en directo, asistido en esta ocasión por la segunda guitarra de Ángel Valera, que a continuación y casi sin dilación alguna situó a su banda, Chitón, en el centro del escenario para hacer “El increíble número del payaso loco y Chitón”, que así de intensos son sus títulos y sus disquisiciones instrumentales entre el post rock y una vena punk difuminada en tonos eléctricos totalmente identificables. Tremendas posibilidades las de estos músicos, sucedidos por uno de los puntales del cotarro, el gran D’Donnier, secundado por The Magnetics, dando buena cuenta de “Sunshine of your hair” y dejando claro que lo suyo es una propuesta absolutamente libre y desprejuiciada de cualquier instinto de conservación. Ecléctico y contagiado del magnetismo de su banda, apenas entraba en calor cuando La Fiancée Solitaire, otro nombre destacado del nuevo pop independiente cordobés, tiraba de guitarra prestada y casi sin tiempo para el sound check para presentar ante su gente una bien armada “Diamante y polvo” con la que aumentar el listado de nuevas canciones que ojalá le dejen publicar más pronto que tarde. Joven, preparada (no olvidemos que trabajar en Madrid y viajar a su ciudad para tocar cada cierto tiempo es todo un ejercicio de credibilidad) y sobreponiéndose a cualquier circunstancia, volvería a escena hacia el final para acompañar a Volpina en una especialísima versión de “Te echaré de menos”, uno de los temas más bellos de la consistente discografía de Piratas, no sin que antes la banda comandada por el capo Migue Pérez nos contara que “El faro” es un lugar mágico en el que ellos, con su pop clásico y algún que otro tinte oscuro, se sienten más a gusto que en ningún otro lugar.
Canciones de ida y vuelta, tocadas y cantadas con la confianza de la espontaneidad. Un espectáculo de pura vida, una fiesta comunal en la que la música era la clave para hermanar corazones y echar los sueños a arder. The Solar Baby, desde la vecina Palma del Río, no quisieron perderse un evento al que fueron invitados con toda la justicia del mundo, y se llevaron “Climbin” de paseo para que todos los conociésemos un poco más y mejor. Lo mismo que Dynamo Shock, los montillanos más inquietos de la escena, aturdieron con el aplomo y los efectos de “Don’t touch”, con los sintetizadores en todo lo alto, casi en las antípodas de lo que hicieron Paul A. Barham y sus lugartenientes ocasionales. Este británico afincado en Córdoba desde hace más de treinta años dio una pequeña lección de influencias bien asimiladas en “Sweet revelation”, acercándose al country y los sonidos folkies que nunca han salido de su radio de acción. Y para continuar y concluir el breve capítulo dedicado a la música de raíces americanas, un hombre y un nombre aún por descubrir para el gran público, el de Pablo Carrascal, proclamó una bien entendida incomprensión mutua en “Never understood you well” mientras algunos alucinábamos con la estratosférica capacidad de su guitarrista. El sector de público afín al blues sabe perfectamente quién es, y el resto debería saberlo a partir de ahora. Y ojo a la voz de este hombre, más propia de un bluesman nonagenario que de alguien con su insultante juventud. Ir a la escuela, prestar atención a lo que dicen y cantan los maestros, y hacer los deberes disciplinadamente cada día sólo puede dar estos resultados.
Tras el resto del correspondiente capítulo de versiones, a saber: “Telephone” (Black Angels) a cargo del sector alternativo formado por The Solar Baby y Dynamo Shock; “Friday I’m in love” (The Cure), trasladada a explanadas más acústicas por Mike Sun y Paul A. Barham; y una espectacular “Parklife” (The Blur) que D’Donnier y Chitón hicieron de propiedad colectiva, la comunión concluyó con la correspondiente foto de familia y las mil y una sensaciones de estar viviendo otra noche que tardaremos tiempo en olvidar. No sólo por las canciones y la necesidad de cantarlas, que era al fin y al cabo la razón básica de nuestra asistencia y casi de nuestra existencia, sino porque sabemos que esto irá a más. Sería muy injusto que tanta predisposición y sobre todo tanto trabajo duro quedaran en el olvido.