Sala M 100, Córdoba. Viernes, 20 de octubre del 2023
Por: J.J. Caballero
La multiculturalidad, cuando es bien entendida, puede engrandecer y ensanchar cualquier límite artístico. En el campo musical, sin ir más lejos, resulta especialmente necesaria incluirla como base en propuestas que van más allá de la fórmula esperada. Cuando artistas de mayor o menor relevancia deciden emprender una senda en la que la apertura de miras, el crisol de sonidos y la unión desprejuiciada de fronteras y etnias marca la ruta principal, debemos hacerlos dignos de reseña y disfrutar de su esencia sin mayores miramientos. Uno de esos caminos lo marca desde hace tiempo el gran Jairo Zavala, ex cabeza visible de un proyecto injustamente olvidado por las masas, los espléndidos La Vacazul, al frente de Depedro, un ente creativo a medio camino entre la autoría propia y la inclinación colaborativa. Su gira actual, en la que combina los sets acústicos con los ejecutados con su banda al completo, se detuvo en la sala M100 de Córdoba, sede casi improvisada a última hora tras un cambio de ubicación que desconcertó a varios de los pretendidos asistentes. Como resultado, y añadiendo otra serie de circunstancias, no se llegó a colgar el cartel de aforo completo pero a cambio se disfrutó de unas canciones y un mensaje que cala mucho más en directo. Los acompañantes, músicos expertos con teclados y vientos incluidos, tienen buena culpa de ello.
Y nada más empezar, la seguridad de pisar terreno firme con “Como el viento”, uno de los más destacados hitos de su reciente trayectoria, ya digna de todo un veterano que acaba de alcanzar la cincuentena en total plenitud. “¿Hay algo ahí?”, “Hombre bueno” y la estupenda “Máquina de piedad” que titulaba una de sus más recientes producciones sirvieron para que el mestizaje se adueñara, como es normal, del escenario con la aparición del maestro Kilema, un músico y compositor de origen malgache que lleva años afincado en la capital nazarí al que se siente unido el madrileño, además de por una sincera amistad, por diversas afinidades culturales. Sacando exóticas notas de su valiha, un instrumento originario del sudeste asiático que consiste básicamente en una caja de resonancia de bambú rodeada por dieciséis cuerdas que proporcionan un sonido especialmente peculiar a los arreglos de las canciones, iluminó buena parte de la actuación con su personalidad y su sonrisa. Las “Nubes de papel” más melódicas del pop español, un “Déjalo ir” que fue el preludio perfecto para que “El pescador” baje a la banda a la pista a improvisar su habitual corrillo con los fans apropiándose de los coros. Tan furioso momento sería después apuntalado con otro fabuloso “El puñal” y el despliegue de ritmos y múltiples combinaciones electroacústicas en “Te sigo soñando”, “Noche oscura” y esa revisión de la “Fiesta” de Serrat donde a todos y todas soñaríamos estar. El tino con las covers alcanza para que, hacia el final, la “Llorona” que agonizara en la garganta eterna de Chavela Vargas dejara el listón por las nubes. Puede que el momento de máxima emoción de un concierto que tuvo varios antes y después. Por ejemplo, cuando hasta a los que no nos emociona especialmente eso de ponernos a bailar sin venir a cuento sentíamos cómo amenazaba nuestros pies el demonio del boogaloo y la vena del son con los primeros compases de “Panamericana”, una fiesta sonora en toda regla. Otro episodio, este más íntimo y popularizado por su colaboración con Vetusta Morla, nos emplazaba a un nuevo “Diciembre” que ojalá sonara así de glorioso. Después, con la imprescindible “Mañanita” y el bis arrebatado de color de “Comanche”, ya podríamos imaginarnos que la juerga podría haber continuado hasta que ellos, los que tocan y cantan, hubieran querido.
Casi sin darnos cuenta, habíamos sido testigos de las altísimas capacidades de un músico y cantante (la voz de Jairo mejora y se matiza con los años) que, no debemos olvidarlo, también forma parte de otra banda con la que ha tocado, girado y disfrutado durante varios años: Calexico. La educación musical y la experiencia vital también son moneda de cambio ante cualquier duda, y en este caso había pocas. Depedro es una garantía en directo, toque como y cuando sea menester.