Por: Skar P.D.
Allá por los inicios del 2011 le hicieron una entrevista a Nicky Wire, a la sazón, bajista de Manic Street Preachers, y al preguntarle por la situación de la industria musical, que no atravesaba en aquellos años por su mejor momento precisamente, resaltó la importancia de las discográficas enfatizando el apoyo que supuestamente proporcionaban a las nuevas bandas, posibilitando el crecimiento de las mismas: "Bandas como Tribes tendrían complicado alcanzar su madurez sin el apoyo de una discográfica". La discográfica, Island Records, acababa de fichar a Tribes, banda originaria del barrio londinense de Camden Town, como una apuesta clara de futuro en unos tiempos convulsos y les había publicado un primer EP denominado "We Were Children", que tuvo la consideración de "nuevo disco más impactante" en la muy prestigiosa BBC, la radio pública británica. Nicky Wire, protagonista en primera línea de unos tiempos de esplendor, en lo que a la industria discográfica se refiere, sobrepasaba ya la cuarentena y posiblemente hablaba desde su experiencia noventera en la consolidación de su banda.
Como banda emergente durante todo el año 2011 apenas se bajaron del escenario de multitud de festivales (Summer Sonic, Reading, Leeds o Latitude entre otros) y ejerciendo de teloneros para formaciones como The Kooks o Kaiser Chiefs, hasta llegar a la publicación en enero de 2012 de su primer larga duración, "Baby", una especie de banda sonora para adolescentes que habían crecido bajo el impulso del britpop y que se sentían orgullosos de empuñar una guitarra eléctrica. Un trabajo que recibió excelentes críticas, más por las expectativas que generó que por los notables resultados. Nominados para mejor banda británica por el New Musical Express, la discográfica les mandó a Los Angeles y les urgió para lanzar, sin tiempo para asimilar lo que les estaba pasando ni para asentarse mínimamente, un segundo álbum, que llevaría por nombre"Wish to Scream", publicado en mayo de 2013 y que no llegó a alcanzar el impacto de su debut. Island Records canceló su contrato y en noviembre del mismo año Tribes anunciaron su separación.
"Que nos dejaran caer fue un duro golpe, firmar por una discográfica era por lo que habíamos trabajado desde que éramos niños, y sucedió de una manera que fue muy impactante. No tenía el lenguaje en ese momento para describir lo mal que me sentía por toda la presión de eso y por cargar con toda la composición. En lugar de decir: "Chicos, necesito un descanso", simplemente me apagué. Había sido necesario todo lo que teníamos desde 2009 para llegar a ese punto, y estábamos completamente agotados”. (Johnny Lloyd, voz y guitarra en una entrevista para New Musical Express a principios de este año)
Seguramente Nicky Wire se replanteó su opinión acerca de la necesidad de una discográfica para permitir el crecimiento de las bandas.
Fin de la primera parte.
Tras siete años sin apenas contacto, Lloyd y el resto de la banda: Dan White (guitarra, voces), Miguel Demelo (batería, voces) y Jim Cratchley (bajo, voces) coincidieron, excusa o no, en el concierto de la banda en la que tocaba por entonces este último. Las heridas abiertas tienen un periodo de existencia infinito salvo que te decidas a cerrarlas, y la posibilidad de hacer una única actuación por el aniversario de la banda se hizo real, resultando que las entradas se vendieron en unos segundos pero, COVID mediante, tuvo que ser retrasado y, debido a la demanda, cambiado a un recinto con más capacidad, que también agotó las entradas; por su parte Dan White se trasladó a un lugar cercano donde vivía Lloyd y... Casi que se puede adivinar la conversación: es hora de cerrar la herida, hagamos otro disco.
En marzo de este año Tribes anunciaban la publicación de su tercer álbum titulado 'Rabbit Head', a la vez que publicaba el primer sencillo de adelanto, una canción que responde al cien por cien al ADN de la banda a la vez que suena fresca, sinceramente arrogante y autoexplicativa: "Siete vueltas al sol y todo lo que tengo es la sombra en la que me he convertido". También es la canción que abre el disco, toda una declaración de intenciones.
Producido por el propio Dan White, aporta como sustancial novedad que la autoría de las canciones es compartida en su gran mayoría entre White y Lloyd, en una claro reparto de funciones y responsabilidades. Síntomas de madurez y crecimiento en una banda que se siente como tal, sensación confirmada por "It's All Borrowed", tanto en los riffs sincopados como en las desgarradoras voces del estribillo, una de esas canciones en las que todos y cada uno de los miembros de una banda se sienten en su lugar. Las sinergias, vaya, e incluso la plasmación de un cierto sentimiento de reafirmación como en la luminosa "Catwalk" o la muy sentida balada "Dad I'm Not A Tough Guy", que es de esos temas en los que se puede sentir crecer la sensibilidad que le dota de una brillantez obvia; por si acaso, los 'uuuh uuuh' y los risueños coros de "Earthling" se encargan de enfatizar ese crecimiento. La contundente y aspirante a coros multitudinarios "10 Ways To Improve Your New Life" sirve de introducción para la explosión punk pop, al modo de Buzzcocks, que es "Medicine", ideal para bajar las ventanillas y subir el volumen.
Una de las virtudes que siempre han adornado a Tribes es esa sensación a clásico que desprenden, por eso en "Grandad's On The Beer" se podría vislumbrar el influjo de unos Mott The Hoople resucitados, o qué decir de "Celebrate", que en un disco que juguetea con los himnos, eso de cantar a voz en grito se postula como lo más efectivo, amparado en este caso en un infeccioso riff de guitarras y en una más que emotiva melodía. Mas contundentes y oscuras se muestran en "-ism" y su coqueteo con el hard rock, mientras destaca el ritmo psicobilly y perturbador del bajo de "Boys" y la vuelta de tuerca a los sonidos pesados que supone "Dressing Gown".
En un disco que no tiene perceptibles altibajos y que rezuma clasicismo a través de sus pistas la conmovedora "Fade To Credits" y el desahogo emocional de la acústica "Message From The Sponsor" suponen la constatación de que este tercer álbum de Tribes es ante todo un reflejo de la honestidad con que la banda ha afrontado este regreso a los escenarios. Un disco que captura la historia de la banda para reinventarse y diseñar el camino por el que pretenden transcurrir. Un camino que tiene como punto de partida un disco maduro, repleto de guiños al clasicismo, que reivindica la oportunidad de recuperar una magia, en su día incipiente, que desbarató un cúmulo de circunstancias incontrolables. Dotado de altas dosis de sinceridad, "Rabbit Head" es por derecho propio la recuperación de una banda que apuntaba alto y a la que le ha costado diez años encontrarse a sí misma y tener la consciencia de que a veces es cuestión de tiempo encontrar tu lugar y saber realmente lo que quieres hacer y con quién quieres hacerlo.
Han pasado diez años pero hay esperas que merecen la pena, sobre todo si el regreso viene acompañado de un disco de altas prestaciones, como éste, sin duda el mejor de su discografía, donde presenta a una banda en total sintonía reivindicando una segunda oportunidad. Esta vez no hay una discográfica al uso detrás y que la segunda parte permanezca en el tiempo depende de ellos.
"Hemos hecho algo de lo que estamos realmente orgullosos. Pero sería fantástico si Tribes fuera algo sostenible que pudiéramos hacer para siempre. Ahora lo hacemos por razones muy diferentes: lo hacemos porque realmente nos encanta”. (Dan White)