Fotografía: Fernando Maquieiria
Texto: Arancha Moreno
Bajo el misterioso título de "Copas de yate", Quique González publicará en noviembre ocho magníficas versiones tan personales que parecen canciones propias. La primera de ellas es el single “A la media luna”, una composición de los hermanos Auserón que Juan Perro incluyó en su segundo disco en solitario, "La huella sonora" (BMG-Ariola, 1997).
"Alabados sean / los pies del viajero / la huella sonora / que persigo yo", canta Quique en “A la media luna”. Toda una declaración de intenciones de lo que simboliza este disco, concebido como un laboratorio de ideas en el que Quique investiga músicas y letras a priori más alejadas de su repertorio y se las lleva por completo a su terreno. Así sucede en esta canción, que originalmente tenía una fuerte presencia de la guitarra eléctrica y que Quique aleja de la vertiente rock, convirtiéndola en un cóctel negroide de blues, soul y funk en el que relampaguea el Hammond, brillan los vientos y arropan los fabulosos coros góspel de las Golden Girls.
Producida por Toni Brunet, es una versión elegante en la que reconocemos el sello inconfundible de Quique: su cálida voz, que encaja como un guante en el escenario sónico que explora en su próximo disco, "Copas de yate".