Entrevista: Javier Corcobado


“He curado las heridas de amargos sucesos que seguían abiertas” 

Por: Javier González 

Me gusta Javier Corcobado porque siempre va con todo. En tiempos de artistas que no responden con exactitud a tan noble término, él ha decidido seguir a lo suyo, nadar a contracorriente, en el marco de una santa cruzada cuyo objetivo es sublimar y magnificar dicho término. No escatima en su derroche de pasión, ni edulcora una sola emoción, ya se sabe, él no admite concesiones, nunca lo hizo. Enfrentarte a su firma como lector u oyente siempre requiere de atención, cuajo y cierta gallardía, pues tiene la virtud de acercar a quien le contempla a sus abismos. Y los abismos de Corcobado son por momentos profundos y perturbadores, más de lo que cualquier ciudadano de a pie puede imaginar.

Javier lleva décadas presentando con crudeza sus credenciales, liberando fantasmas en una canción o en un poema, lanzándolos al viento para que con sumo gusto sean disfrutados por una selecta minoría que lo seguimos y acunamos como militantes de base de su firme credo. Lo que no esperábamos, ni tan siquiera los más creyentes, era algo tan colosal como esta novela de claros tintes autobiográficos que es “La Música Prohibida”; un acercamiento a su trayectoria vital, donde sus vivencias y particulares infiernos nos son entregados como unas escrituras paganas que encierran enseñanzas de vidas colosales, basadas en la fe, el amor y el poder de la redención, descritas con una categoría suprema por parte de aquel que fue lanzado al purgatorio y logró regresar de entre los muertos hasta en tres ocasiones. No necesitó resucitar al tercer día, no le hizo falta llegar a tal extremo.

Ante tan magnífico relato y tras haber dedicado al mismo una semana entera, decidimos contactar con Javier Corcobado para que no hablara en primera persona de “La Música Prohibida”, ese relato que no necesita aspirar a imitar a la vida porque es pura vida. Directo al mentón, tocando hueso y fibras, puro él, puro espíritu Javier Corcobado

¿Cómo estás, Javier? ¿Qué tal te trata la vida en tu refugio norteño, alejado de los ritmos incansables de la gran ciudad y su murmullo de fondo cada vez más artificial? 

Javier: El murmullo de fondo de la ciudad es lo que me parece más interesante de ella, es música puesta en orden artificial e involuntariamente; aquí escucho la música del viento, la lluvia y los árboles, es más saludable y me permite concentrarme mejor en mi trabajo. La vida me trata bien, gracias, quizás porque yo también la trato bien a ella, es muy agradecida; además vivo en Errigoiti, un hermoso lugar de Bizkaia, en la reserva de la biosfera de Urdaibai, junto a otras especies en peligro de extinción… Tengo buena salud, dejé de beber y fumar este año. No tengo más remedio que ir a la ciudad por breves periodos de tiempo, por trabajo y para ver a mi familia, que vive en Madrid, o a Bilbao, que está solo a media hora de mi casa. 

En primer lugar, quería agradecerte tu legado musical y esta biografía, una convulsa historia personal de vida, música, redención, aprendizajes y mucho amor. Se nota que has puesto el alma y el corazón a cada frase. ¿Podemos afirmar que estamos ante la gran obra creativa de tu vida, con permiso de algunos de tus discos y de “Canción de Amor de un Día”? 

Javier: Eres muy amable… Bueno, no concebí este libro como una autobiografía propiamente dicha, sino como una novela basada en mis vivencias, con ciertas sorpresas y suspense… Pienso que así es más divertida para el lector. Como autor estoy satisfecho con el resultado, llegar a su conclusión ha sido un proceso muy laborioso y ha llevado su tiempo —casi tres años escribiendo intermitentemente—, desde luego, es de mis obras más extensas; en esta primera edición han salido ochocientas trece páginas, aunque el manuscrito original era de mil ciento dieciséis páginas y, como es usual, tuve que recortar por consejo del editor. Está bien la analogía que haces con “Canción de Amor de un Día”, otra voluminosa obra, pero esta vez en cuanto a la cantidad de música que acoge, pues su duración es, como apunta el título, de un día, o sea de veinticuatro horas. Prometo volver a formatos más “ligeros” en mis próximos libros y discos. 

Recorres toda tu vida con una precisión milimétrica. ¿Cómo ha sido el proceso de recabar tanta información? 

Javier: He estrujado mi memoria todo lo que me ha sido posible; he conversando con varios de los personajes clave en la historia después de mucho tiempo sin saber de ellos, y gracias a esto hemos retomado el contacto… Mi madre me ha dado mucha información sobre nuestro linaje; algunos pasajes los tenía muy borrosos en mi memoria, pero según iban pasando los meses terminaban por esclarecerse. También he echado mano de un diario, que escribo desde dos mil uno, y, por supuesto, he fabulado allí donde no llegan los recuerdos o no los hay. 

Ha debido ser casi una regresión con momentos realmente dolorosos. ¿Qué has sentido al volver a mirar atrás, con la perspectiva que da el tiempo, y sentir los viejos arañazos en la piel? 

Javier: Sí, es verdad, he tenido que revivir momentos que conllevaban sensaciones y emociones muy incómodas y dolorosas, ha sido una experiencia catártica, he sufrido, he llorado, me he reído y me he curado las heridas de amargos sucesos que seguían abiertas y males que seguían mordiéndome estúpidamente la conciencia. He procurado mantener la distancia del narrador hacia sus personajes y aportar sentido del humor. Me ha sido posible narrar todo esto porque mi vida ahora es más serena y sobria que nunca. 

“La gente en general está desquiciada con tanta sobredosis de información contaminada que la confunde y la desvía del camino hacia la felicidad”

Hablas abiertamente de intentos de asesinato, tentativas de suicidio, desengaños amorosos y decepciones profesionales. En estos tiempos convulsos de falsa felicidad y edulcorante servidos a través de redes sociales, me ha resultado un placer leerte tratar sobre según qué temas poco amables con naturalidad y sin afectación. 

Javier: La gente en general está desquiciada con tanta sobredosis de información contaminada que la confunde y la desvía del camino hacia la felicidad, casi todo el mundo en la actualidad tiene un diagnóstico psicológico, hay una extensa variedad. Están muy de moda los trastornos mentales, sobre todo entre los adolescentes, muchos se auto diagnostican para epatar o aparentar que son más especiales ante los demás. Eso me parece una frivolidad lamentable que no ayuda en absoluto a las personas que realmente padecen de verdad depresión u otros trastornos afectivos, sean bipolares, obsesivos o de cualquier índole. Quizás se pueda leer entre líneas en “La música prohibida” que es posible curarse de esos trastornos con el debido tratamiento, absoluta sinceridad hacia los médicos y algo más… Nadie debería avergonzarse de ir al psiquiatra, ahora es tan necesario como visitar al urólogo. 

“La auto educación es necesaria para vivir” 

Y sin embargo, el libro es una historia como he dicho de redención y supervivencia, donde lo que triunfa es el amor a las personas: A tu familia, a tus amigos y a la propia vida. ¿Crees que es la gran enseñanza que nos lega “La Música Prohibida”?

Javier: El amor es lo más poderoso que existe, tal vez la “gran enseñanza” de este libro, como tú dices, sea que uno es el encargado de diseñar y construir su propia vida y su persona con la materia prima que nos regalaron nuestros padres, no se puede dejar eso ni en manos de Dios ni en manos de otros seres humanos; en mi opinión, la auto educación es fundamental, moldea la personalidad, enriquece, culturiza y propicia más el sentimiento de libertad e independencia, no es solo complementaria de la educación tradicional u oficial, sino necesaria para vivir, porque cuanto más conocimiento se adquiere más fácil es el acceso al amor y la libertad. 

Más allá de las distintas formas que planteas para leer el libro, me ha llamado especialmente la atención un personaje, aparte de otros muy peculiares, Sandra, con quien comienzas la narración. Edi Clavo me contó cosas sobre ella en la época de “Corcobator” ¿Me puedes contar algo al respecto? 

Javier: Edi Clavo la conocía bien… Era un personaje tierno y terrible a la vez. No puedo hablar aquí mucho de esa chica, protagonista de los primeros capítulos, sería, como se dice ahora, un espóiler. 

Relatas con una emoción que se transmite al lector tus encuentros con Juanito Valderrama al que le hiciste llegar una carta que gentilmente contestó. ¿De dónde surge esa admiración? ¿Cómo era en las distancias cortas ese mito de nuestra música? 

Javier: ¡Acabamos por hacernos amigos! Era un ángel vestido siempre de cantaor flamenco, una presencia sobrenatural, un genio que, cuando pasabas con él unos minutos, ya lo amabas. De niño detestaba sus canciones porque era el ídolo de mi padre y sonaba sin parar en casa o en el coche. Comprendí su arte a los veintitantos, cuando supe de la complejidad de componer y cantar canciones con poesía. Tenía una voz y una manera de cantar prodigiosas. Tengo pendiente grabar una versión de una de sus coplas, quizás “Pena mora” o “El emigrante”. 

“Las mujeres son lo más perfecto de la creación”

Desde hace muchos años eres un firme defensor de la mujer, pero parece que solo Aintzane, tu pareja, te ha dado la paz que necesitabas. ¿Qué parte de culpa tiene su figura en este momento tan bonito que estás disfrutando? 

Javier: Las mujeres son lo más perfecto de la creación, me causan emoción y admiración. Aintzane es mi musa y representa a todas las mujeres del mundo, su nombre significa Gloria en euskera, vivo en la Gloria… He aprendido mucho de ella y aún me queda mucho que aprender. La amo y la admiro, es la persona que mejor me conoce y la que sabe conducir mi fuego, la que me aporta críticas que me hacen mejorar como persona y como artista. 

“Los políticos están pasados de moda, no son creíbles, no gobiernan, son actores y su parafernalia se ha convertido en un espectáculo vergonzoso, una tragicomedia que se desarrolla en un laberinto burocrático sin salida, plagada de demagógicos eufemismos tediosos” 

El final del libro presenta un momento futuro, donde la dignidad humana, tanto para la vida como para la muerte, lo impregna todo, siendo una especie de Arcadia feliz. ¿Es el futuro real que imagina Javier Corcobado? ¿Está próximo el fin de los políticos como los conocemos hoy día, algo que se afirma en ese mismo pasaje? 

Javier:
Sí, el nieto del protagonista presenta al lector mediante sus pensamientos un futuro ideal para quienes deseamos una sociedad justa e igualitaria, pero, precisamente, ese capítulo es ciencia ficción, sería milagroso que ese estado mundial ocurriera tan pronto, en tan solo cuarenta años… Los políticos están pasados de moda, como rezaba la letra de “Los estertores de la democracia”, no son creíbles, no gobiernan, son actores y su parafernalia se ha convertido en un espectáculo vergonzoso, una tragicomedia que se desarrolla en un laberinto burocrático sin salida, plagada de demagógicos eufemismos tediosos… 

¿Cuándo podremos disfrutar de una mini gira en la que verte en directo en las principales ciudades del país? 

Javier: Por mí, ahora mismo, pero como todavía dependo de la industria musical, habrá que esperar a la gira de presentación de mi nuevo álbum, que será el vigésimo y seguramente el último de mi carrera discográfica, me hallo ahora componiendo canciones. También se cierne la publicación de “Canción de Amor de un Día”, que me conducirá a realizar actuaciones y performances el año que viene. No obstante, es posible que haga algunas apariciones en escena yo solito este año, acompañándome de mi guitarra y ciertas pistas pregrabadas de ruido, ambiente y música sobre las que cantaré y leeré fragmentos de “La música prohibida”, tengo pendiente presentar el libro en unas cuantas ciudades. 

¿Crees que los males endémicos de las giras y la industria en este país tendrán solución algún día?

Javier: Sinceramente, no sé si en la actualidad puedo responder a esa pregunta desde mi condición de ermitaño. España ya sabemos cómo es, los artistas originales han tenido casi siempre que triunfar fuera primero para ser reconocidos aquí… No lo sé, habría que educar primero al público y hacerle discernir entre la música de calidad que perdura y la desechable, eso llevaría generaciones. Lo más rentable, dicen, son los festivales, eventos equiparables a los deportivos o a parques de atracciones, donde la gente se lo pasa bomba en masa con la excusa de los conciertos. Este verano fui al BBK Live con mi mujer, mi hija y mi sobrina y lo pasé bien, sobre todo con Arca. Los que nos ganamos todavía las lentejas con la música hemos de adaptarnos, por suerte o desgracia, a lo que impone la industria, como casi en todos los ámbitos. Sin embargo, albergo la esperanza de un retorno de la buena música a los teatros y salas, en mi caso me siento más cómodo y puedo transmitir mejor las emociones en esos lugares, pero primero el público me tendrá que conocer, llevo demasiados años sin ser debidamente promocionado… 

Parece que las sombras siempre te han acechado, por suerte tus arcángeles han tenido a bien protegerte porque eres un ser de luz. ¿Podemos afirmar que el poder del amor ha vencido a los tonos grisáceos que te lastraban y que están desterrados para siempre? 

Javier: Somos energía, aunque nuestra vibración sea lenta y nuestro cuerpo tenga obsolescencia programada. Procuro cuidar el amor y amar cada vez mejor, amar sin molestar, con respeto, amar sin vicio, aprendo día a día a amar a la especie humana, eso es lo que más me cuesta, pero estoy en ello… La tristeza —esos “tonos grisáceos” a los que te refieres— es también una droga que nos hace falta de vez en cuando, es bella y atractiva, pero también cruel e impía si dejamos que nos invada sin control, puede inducirnos a la depresión y a otras enfermedades… Pienso que es bueno mantener un equilibrio entre lo negro y lo blanco, ser conscientes de que todavía existen los polos opuestos para formar un todo, el Yin y el Yang, hay que intentar tensar las cuerdas de la guitarra para que suenen, no para que se rompan o se queden flácidas y mudas. 

“Mi vida ahora es más serena y sobria que nunca” 

Muchos conocemos al Corcobado autor y artista, unos pocos solo a la persona. ¿Cómo definiría Javier Corcobado a Javier Corcobado? 

Javier: Como persona soy optimista y suelo caerle bien a la gente, herencia de mi padre José; intento ser buena persona conmigo mismo y con los demás, no sé si lo estoy logrando; mi ambición no es solo sobrevivir, sino vivir y ayudar a editar los sueños de las personas con talento. Como artista aún soy demasiado egocéntrico, espero ir mejorando en ese sentido poco a poco. 

Y para rematar una percepción que no quiere desvelar el truco secreto, pero si te digo que creo que esta autobiografía tiene poco de ficción. ¿Me equivoco poco, mucho o nada? 

Javier: No te equivocas. 

Un abrazo enorme, maestro. Ojalá poder verte en vivo a la mayor brevedad. Para muchos de nosotros eres más importante de lo que puedas llegar a imaginar y más tras la lección de vida que nos has regalado con “La Música Prohibida”. 

Javier: Otro abrazo, tocayo. Ha sido un gran placer responder a tus preguntas. Un fuerte abrazo.