Páginas

Entrevista: Carlos H. Vázquez


“Christina tuvo que cargar con muchos prejuicios” 

Por: Javier González

Tras “Que me parta un rayo”, el mítico debut en solitario de Christina Rosenvinge. hay toda una historia de reafirmación y rebeldía. De creer, no rendirse y de lucha contra los prejuicios de una industria con olor a cerrado que no veía el potencial de una gran creadora de canciones, encasillada bajo la etiqueta de “chica mona”. Un relato digno de película que por suerte está a nuestro alcance en el fenomenal libro, “Que me parta un rayo. La mirada eléctrica de Christina Rosenvinge”, gracias al buen hacer de los compañeros y compañeras de Efe Eme y a la buena mano de un trabajador incansable, repleto de talento como Carlos H. Vázquez

Después de disfrutar de cada una de sus páginas, no nos quedó más remedio que ponernos en contacto con su autor para hablar sobre la gestación de este libro y conocer sus impresiones acerca del difícil camino que Christina Rosenvinge tuvo que recorrer hasta hacer posible “Que me parta un rayo”, un álbum histórico dentro de nuestro pop-rock y todo un hito aún hoy para esa cada vez más numerosa facción de chicas guerreras que han decidido alzar la voz guitarra en mano. 

En primer lugar, dada nuestra relativa cercanía, sabemos que vienes de meses con mucho trabajo, sobre todo en lo que a tu faceta literaria se refiere. ¿Cómo has gestionado este tiempo que suponemos habrá sido de auténtica locura?

Carlos: No es tanta la locura si te organizas. Son casi veinte años los que llevo ejerciendo el oficio. En todo este tiempo he trabajado por mi cuenta, en casa, en redacciones, con equipos... Cada uno tiene sus horarios, pero al final todo se basa en el deadline. Personalmente, prefiero trabajar por objetivos. Por las mañanas me dedico a responder correos, a hacer facturas, a preparar entrevistas, a transcribir... Gestiones que requieren de un talento más mecánico que creativo. Y por las noches, como me acuesto tarde, escribo entradillas, reportajes, notas de prensa y textos varios. Y, a veces, se me hace de día rebuscando en las hemerotecas. Si tuviera unos horarios establecidos difícilmente podría entregar nada. Pero este sólo es mi método, no es ni el mejor ni el peor. 

Y una vez rematado tanto trabajo, ¿tienes la sensación de haberte quedado vacío? ¿Andas ya con nuevos trabajos en mente? 

Carlos: Respondiendo a la primera cuestión: sí, tengo la sensación de haberme quedado vació una vez rematado tanto trabajo. Cuando te enganchas tanto con una historia, tu vida gira alrededor de ella. De repente, los anuncios, la música, el cine... tienen que ver con lo que estás escribiendo. Te acuestas escuchando un podcast ad hoc y amaneces desayunando delante del ordenador. Es una rutina que se repite día tras día durante un par de semanas, tres meses o cinco años. Se crea una relación que cuesta muchísimo dejar ir al dar por acabado el trabajo. La sensación de vacío dura lo que tarda en aparecer otra historia en tu vida. No obstante, las hay que dejan huella. Y respecto a la segunda pregunta: también. Siempre tengo nuevos trabajos en mente. Pienso a largo plazo en cosas que me puedan tener entretenido el tiempo suficiente mientras me dedico a las entrevistas en diarios, cabeceras, guiones... 

¿Puedes explicar en pocas palabras de qué forma se sobrevive escribiendo en un país como el nuestro? 

Carlos: Respuesta corta: trabajando (y cobrando, por supuesto). Respuesta larga: en general, un trabajo ha de ser pagado como corresponde. Son conocidas entre nosotros las tarifas de los medios. Muchas son vergonzosas, por cierto. Cuando empecé, me dediqué a publicar en fanzines y blogs hasta que cobré mi primer sueldo (como guionista en un documental). Diría que fueron tres años escribiendo mientras me dedicaba a otro trabajo que nada tiene que ver con el periodismo pero que era mi sustento. También he tenido suerte, todo hay que decirlo. Pero al saber le llaman suerte... Relaciones, dinero, ganas, cierta tranquilidad y estabilidad... Son muchos los factores que has de tener a favor para “sobrevivir” en este medio, sea en España o en Sebastopol. Bruno Galindo me dijo que, hoy por hoy, si mides las cosas por la precariedad, ¿qué haces con el elemento vocacional? “La precariedad es un factor, pero no puede ser el único. Y esto vale para cualquier elección de la vida”. Recomiendo su libro “Toma de tierra” (Libros del KO, 2021) para entender mejor cómo se sobrevive en este oficio. 

¿Cómo surge la posibilidad de escribir “Que me parta un rayo. La mirada eléctrica de Christina Rosenvinge”? 

Carlos: Tenía en la cabeza una nueva entrega con Efe Eme. Había varias ideas que le pasaba a Juan Puchades. Después de varios correos electrónicos, Juan y Arancha Moreno me sugirieron escribir la biografía oral de “Que me parta un rayo”. Ya había entrevistado a Christina Rosenvinge con anterioridad, nos seguíamos en redes... Así que todo fue enviarle un WhatsApp y gestionar las entrevistas con ella y su equipo de Primavera Labels. Esto fue a finales del 2022. 

La nómina de artistas y personajes que dan voz a tu relato es maravillosa. ¿Fue complicado acceder a todos ellos? 

Carlos: Muchas gracias. He tenido más o menos mucha facilidad para acceder a todos ellos. Desde Efe Eme hasta el coproductor de “Que me parta un rayo” (Steve Chase), pasando por David Bonilla (Warner), todos han estado a favor de obra, sobre todo Christina. Si no tenía un contacto, siempre había alguien que tenía a bien pasármelo o le hacía llegar mis preguntas. No quisiera olvidarme de Guille Mostaza, autor del prólogo, que escribió un texto precioso. 

Han pasado más de 30 años desde la edición del mismo, vista la perspectiva que da el paso del tiempo. ¿Qué lugar crees le ha guardado la historia a una obra tan importante para las mujeres de nuestra industria musical como esta? 

Carlos: Treinta y un años, para ser exactos. No puedo hablar en voz de las mujeres de nuestra industria musical, pero a nivel profesional ha significado, bajo mi punto de vista, una apertura a obrar mejor. Christina tuvo cosas a favor y no pocas en contra para grabar “Que me parta un rayo”. Los antecedentes más populares entonces podían ser Aurora Beltrán, Mercedes Ferrer o incluso Luz Casal, por poner unos ejemplos. Por las letras, el sonido o la imagen, “Que me parta un rayo” tuvo una influencia innegable, mostrando el camino a seguir con la guitarra al hombro. Miren Iza (Tulsa) es el ejemplo. 

Christina tuvo que hacer frente a un triple rechazo, ser mujer, venir de un proyecto con un notable éxito, como Álex y Christina y su “¡Chas! Y Aparezco a tu Lado”, y tener un aspecto frágil y de mujer atractiva. ¿Hasta qué punto muestra las dificultades que tenía el rock de mujeres en nuestro país para pelear en igualdad de condiciones? 

Carlos: Christina venía del dúo con Álex de la Nuez, con todo lo que conllevaba. Hay en el libro momentos en los que ella tiene que enfrentarse a la escucha de “Tú por mí” con la discográfica, a cargar con los prejuicios o a vivir una situación en su interior que hacía de ella una persona infeliz. La misma protagonista lo cuenta llegados al capítulo del programa FM-2, con Diego A. Manrique. Aurora, Luz, Mercedes... gozaban de popularidad, pero Christina ya era conocida antes de lanzarse en solitario, siendo esto un lastre para el artista con respecto a sus fans y los directores creativos. Diego habla del “complejo de Sigrid” en “La mirada eléctrica de Christina Rosenvinge” para referirse a la imagen de Christina y cómo la veían los demás: rubia, exótica para los españoles, de imagen naïf con Álex & Christina... Hubo que pelear mucho y hacer luego una gira hasta Latinoamérica para demostrar que se podían hacer las cosas de otra manera. 

El disco está repleto de temazos, pero, encima, para más inri, incluye un hit como “Voy en un Coche”. ¿Crees que aquella canción, entonada por varias generaciones a voz en grito, pudo disgustar en su día a más de una persona? 

Carlos: Si lo dices por el padre de Christina, en realidad la canción no iba por él. El “dile a papá... que me voy de la ciudad” pudo haber sido una influencia de “Adiós, papá” (Los Ronaldos), dado que Coque Malla formaba parte del grupo de amistades de Christina. También sale mencionado el Alfa Romeo Spider que ella se compró de segunda mano... Pero no es una canción dedicada al padre de Christina. Si te refieres al efecto que provocó la canción en las generaciones más jóvenes, puede ser que hubiera algún padre disgustado porque su hija cantaba que se iba a ir de la ciudad. De ahí que, en parte, dedique el libro a quienes sienten que deben pedir perdón. 

También es un trabajo crudo, con temas como “Señorita” o “Tú por Mí”. ¿Qué sentiste al conocer la historia que motivó la creación de esta última? A mí, me habéis helado el alma… 

Carlos: Supe de Sarah Openshaw, la amiga de Christina a quien va dedicada “Tú por mí”, con anterioridad, pero no conocía del todo la historia que había detrás, incluido el rescate. Me resultaba angustiosa la situación, más al ver las fotos que me cedió Arturo, el compañero de piso de Christina en aquel momento. Me hubiera gustado saber si la postal que Sarah le envió a Christina era tal y como la imaginaba mientras ordenaba las declaraciones de ese capítulo. 

Ahora que has conocido mucho más de cerca a Christina, ¿qué destacarías de ella que no intuyamos quienes la vemos en la distancia? 

Carlos: Confirmo, como declaran algunos entrevistados, que Christina Rosenvinge es “muy buena jefa”. Si trabajas y vas a muerte con ello, ella estará contigo. Se volcó totalmente y me dedicó su tiempo para hablar, enseñarme recortes de prensa, hacer correcciones... El último día que la entrevisté, le llevé la primera edición en vinilo de “Que me parta un rayo” para que me lo firmara y acabó regalándome la reciente reedición, también en vinilo. “Te lo has ganado a pulso”, me dijo. Todo el respeto. Por cuestiones laborales he podido “convivir” con varios músicos y conocerlos mejor: Jorge Martínez (Ilegales), Enrique Bunbury, Lichis, Miguel Ríos, Rubén Pozo, Aurora Beltrán, Leiva o Elefantes. Con algunos me mando e-mails o mensajes de WhatsApp o nos llamamos, comemos o echamos el rato en el estudio. Con Christina fueron cafés (también una cerveza) y un paseo desde La Latina hasta Sol en un Madrid prenavideño. Soy consciente de mi condición cuando trato con ellos, de mantener las distancias, de respetar su intimidad... Las relaciones interpersonales de larga duración se forjan gracias a la confianza, la discreción y el respeto.

¿Qué otros momentos de su trayectoria destacarías y que crees que nos depara su futuro musical? 

Carlos: Además del paso que significó ”Que me parta un rayo”, su época en Nueva York (de 1999 a 2003) con Lee Ranaldo (Sonic Youth) y la llamada “trilogía americana” (“Frozen pool”, “Foreign land” y “Continental 62”) fueron factores determinantes para entender a Christina Rosenvinge tal y como es hoy. Las canciones que están por llegar lo van a demostrar. 

¿Qué representa la figura de Christina en nuestra música actual?

Carlos: Respeto, tanto de la crítica como de sus compañeros, así como de sus seguidores en España y Latinoamérica, donde es tratada como una estrella del rock (en especial en Chile y Perú). Escuchar al público corear el estribillo de “Tú por mí” en el concierto del Circo Price de Madrid me conmovió. Llevaba la mitad del libro cuando se celebró este show pero ya era sabedor de la historia de “Tú por mí”. Fue como escucharla por primera vez.