Por: Javier González
Puedo confesar que el libro que hoy nos ocupa fue devorado en un viaje Madrid-Málaga de una tacada, donde movido por una avidez nada habitual quedé atrapado, absorto, ante este relato de riesgo y gloria, donde el arte y el compromiso con el mismo vencen a las cifras de ventas, a los charts y a las multinacionales. Un libro basado en la rebeldía y en las posibilidades reales de recorrer otros caminos (expresivos, artísticos, musicales, temáticos) que doblan las manos a lo evidente y vacío. Un ajuste de cuentas no edulcorado y no siempre laudatorio que nos deja mirar al corazón y la cabeza de un genio granadino, a la altura de otros tantos genios que nos ha brindado dicha ciudad, que responde al nombre de Antonio Arias.
Su autor, Óscar Cabrera, en colaboración con los siempre lúcidos compañeros de Muzikalia, se adentran hasta el fondo de esta historia, con coraje y mucho corazón, en un viaje casi arqueológico para acercarnos el ambiente familiar y las andanzas infantiles que marcaron al bueno de Antonio, desgranando sus pasajes vitales, sus tiernas referencias culturales y sus comienzos adolescentes en el mundillo musical de su ciudad con parada obligatoria en los procesos de grabación de sus discos, algunos de ellos míticos qué duda cabe, elementos que dieron pie a un entramado ideológico donde la poesía es acción y la música su ritmo, en el que de entre todos sus proyectos sobresale la sombra de sus eternos Lagartija y por donde también asoman en múltiples ocasiones sus particulares ángeles de la guarda, Jesús Arias, su hermano mayor, el mítico Joe Strummer y el maestro Morente, a quienes acompañó en vida y cuyo legado sigue defendiendo a este lado del portal de los vivos por pura convicción como lo hace con Lorca, Val del Omar o Buñuel.
Un relato apasionante, vehemente y coral, donde aparecen múltiples testimonios de amigos y compañeros de batalla, quienes no rehúsan citar con pelos y señales los momentos de conflicto vividos con y contra Antonio, los cuales no son pocos por cierto -especialmente interesantes resultan los dos abandonos sin previo aviso de 091 y su época de enfado con Enrique Morente-, mostrando también a través de los mismos que el hacha de guerra hace tiempo quedó enterrada, dejando paso a profundas amistades, una gran admiración y un enorme cariño por un músico sin par dentro de nuestro panorama.
“En el Satélite de Lagartija Nick. Conversaciones con Antonio Arias” se postula como una de las grandes publicaciones literarias musicales del año por muchos motivos. Su decidida apuesta por un artista mayúsculo, un genio comprometido que sigue los instintos de su corazón; también por acercarse milimétricamente a un músico amante de las músicas más diversas que jamás pensó en el vil metal; y sobre todo por la rigurosidad y cariño con que está escrito. Pura historia de nuestro rockerio patrio más reciente o lo que es lo mismo, indispensable para cualquier buen aficionado que se precie.