The Murlocs: “Calm Ya Farm”


Por: Skar P.D.

No tiene que ser fácil crecer de forma paralela a un proyecto consolidado, incluso aunque el desarrollo de este crecimiento surja en Melbourne, esa ciudad que se promociona como una de las mejores para vivir y que, dicen, está en pleno auge cultural. Crecer como un proyecto paralelo no es fácil, desde luego, salvo que ese proyecto paralelo no sea tan paralelo y tenga su identidad propia. En realidad el proyecto paralelo de Ambrose Kenny-Smith, o sea, The Murlocs, comenzó coincidiendo con su incorporación a lo que el paso del tiempo ha consolidado con lo que sería el proyecto principal, ese grupo tan prolífico, exuberante y ecléctico que responde al nombre de King Gizzard & The Lizard Wizard. Palabras mayores. 

Ocurre que la trayectoria de The Murlocs no responde al patrón de los llamados proyectos paralelos, porque en si mismo contiene una personalidad propia y  una consistencia más que evidente, y es que este "Calm Ya Farm" es ni más ni menos que su séptimo disco y el tercero publicado en los últimos tres años en los que, quizás debido al parón vital que supusieron los sucesivos confinamientos derivados del dichoso virus, dieron un paso a cierta madurez que los alejó de sus inicios más garageros y juveniles, adentrándose en aventuras que denotaban un crecimiento conceptual y, como consecuencia, una ampliación de los espacios estilísticos plasmados ya en el introspectivo y pianístico "Bittersweet Demons", de 2021, y el mucho más aguerrido y sudoroso "Rapscallion", del año pasado, en el que jugueteaban sin pudor con los sonidos más cercanos al rock duro sin por ello resultar monolítico. Ahí estaba la excepcional "Compos Mantis" para certificarlo.

La nota de prensa que acompaña al lanzamiento de "Calm Ya Farm" nos cuenta que, en otra vuelta de tuerca, la banda formado por, además de Ambrose Kenny-Smith en la voz, armónica y guitarra, Cal Shortal (guitarra), Matt Blach (batería), Tim Karmouche (teclados) y, el también miembro de King Gizzard & The Lizard Wizard, Cook Craig (bajo) se planteó hacer su particular revisión de los sonidos cercanos al country de The Byrds o, incluso a los matices honky tonk de discos como "Exile On Main St", y a la vista de los cortes iniciales del disco, la perezosa "Initiative", con ese sonido de piano absolutamente reconocible, o la apertura de la armónica de la más sureña "Common Sense Civilian", no se le podría poner ninguna objeción a esa intención, porque ambas canciones rezuman a clásico por los cuatro costados. Sin embargo una frase de la primera de ellas resulta ser muy clarificadora: "Estoy tan loco como un sombrerero”, lo que significa que dentro de esta locura el sombrero de cowboy me lo quito o me lo pongo a conveniencia, y la psicodélica "Russian Roulette" es la primera de las abundantes muestras a lo largo del disco de que el country solo era la primera intención y que, por ejemplo, influencias del tipo de Primal Scream o, a veces, Small Faces, se notan más cercanas.

Esta influencia más británica , que americana también, se hace patente en ''Sperstitions Insights", por más que la adictiva armónica final juegue un poco al despiste, sensación que desmonta el adictivo riff de teclado de la cantarina "Centennial Perspective". Y que estamos ante un disco mucho más abierto de lo que la primera intención country pudiera hacer prever queda palpable con la inmensa y amorosa "Queen Pinky", a la que el único "pero" que se la puede poner es su final inesperado, porque desde luego la sensación que queda es que la estarías cantando durante mucho más tiempo.

El disco está producido por la banda y una de sus características es la visibilización efectiva de las líneas de bajo de Cook Craig, extraordinariamente demoledoras, y presentes en todas y cada una de las canciones, de hecho en alguna de ellas adquieren un protagonismo tan efectivo como inusual, y para muestra la jovial y gamberra "Undone and Unashamed",  cuyo arrebatador estribillo ahonda en esa percepción británica  que la guitarra tan "kinkera" del principio de "Captain Cotton Mouth" enfatiza aún más.

La paleta de sonidos que configuran este "Calm Ya Farm" se amplían a lo largo de todo el disco, desde el vals que asemeja "Catfish" hasta la balada de tintes soul "Smithereens", compuesta por el batería Matt Blach, y a la que la voz de Ambrose le aporta el pertinente contrapunto agridulce: "Eres mi amigo por correspondencia de cámara web". La instrumental "Forbiden Toad" sirve a modo de respiro previo para enfocar el final del disco con la optimista "Aletophyte", y de paso reivindicar todo el trabajo. esfuerzo y brillantez que The Murlocs han desarrollado en este su séptimo disco: "Tengo un cerebro adolescente, es como tener un limón exprimido y no hacer limonada".

Cítricos aparte, The Murlocs han facturado un disco absolutamente redondo que fluctúa sin aparente esfuerzo por caminos que, si bien están explorados, no dejan de sorprender en su impecable ejecución. Y no, no es un disco de country como pudiera parecer si solo te quedas en los titulares, aunque desde luego puede que fuera la inspiración original, es más bien, lo del country, un trampantojo puesto a modo de cebo que, aunque bonito, no oculta, a poco que se escarbe un poco, el talento y la madurez de una banda que parece concebida para dar escape a la creatividad que sus respectivos miembros quizás no puedan aportar en su trabajo en las respectivas bandas a las que pertenecen, pero que la han dotado de una personalidad propia y emergente a un "Calm Ya Farm" que por derecho propio no debería pasar en absoluto desapercibido. Un disco que conjuga ritmos infecciosos, auspiciados por una sección rítmica en la que el bajo se muestra absolutamente relevante, unos estribillos enérgicos, unas canciones deudoras de emociones atemporales y una amplitud estilística que parece unida por un cordón umbilical de tal forma que no pierde la coherencia. Esa coherencia que tenían las bandas clásicas al alcanzar su madurez.

"Parece que a medida que envejecemos y nos acercamos más como amigos, hacemos música juntos cada vez mejor” 

(Ambrose Kenny-Smith)