Por: Txema Mañeru
La verdad es que Jacobo Serra se ha marcado más un disco de "doce" que de diez, porque ha creado una auténtica obra de culto, personal y conceptual. Además, lo puede titular, con buena lógica, “Doce” (Warner Music), pues ese es el número de temas que contiene este precioso álbum. No cabe duda alguna del ingente trabajo que ha llevado a cabo para su confección. No en vano han pasado ya casi seis años desde anterior y también buen trabajo, “Fuego Artificial”.
Serra se ha encargado de todas las composiciones, al igual que de la rica producción y de los fastuosos arreglos llenos de cuerdas y vientos que remiten a grandes como Richard Hawley, Antony & The Johnsons, The Divine Comedy, Sufjan Stevens y, sobre todo, al estupendo Rufus Wainwright. Jacobo ha desatado todos sus sentimientos y ha titulado todas las canciones con el nombre de cada mes. El disco lo comenzó a gestar hace cuatro años en el Liverpool Institute For Perfoming Acts de Paul McCartney. No olvidemos que el albaceteño está formado en Inglaterra. El caso es que luego ya sabemos todos lo que pasó y no ha visto la luz hasta este momento. Así ha tenido tiempo para madurar y mimar todas y cada una de las canciones hasta llegar a una
obra con mayúsculas que será difícil que pueda superar en el futuro.
Realmente el título “Doce” viene motivado por los doce meses del año. Meses que titulan sucesivamente las canciones de un álbum conceptual y que arrancan, lógicamente, con enero. Y "Enero – La Búsqueda de lo Imposible" es un arranque espectacular y una hermosura total que remite ya a Rufus Wainwright pero también a los momentos más orquestales del Antony & The Johnsons. Ya tenemos en este tema un total de veinte músicos, tónica que se repite en el resto de temas con algunos en los que se juntan, con vientos y cuerdas, hasta un total de 25. La voz de Jacobo sobresale en "Febrero – Frío y Cruz", donde se cuelan ciertos aromas latinos que nos pueden llevar hasta Devendra Banhart. Me encantan los sintetizadores y samplers utilizados en "Marzo – La Caída de los Ídolos", que le aportan un aire a Burial, a los que se suman unas cuerdas épicas muy orquestales. Sonido grande realmente. "Mayo – Eterno Retorno" suena bailable y latina con sus aires de tango. Destaca el piano de James Breckon y los punteos del propio Jacobo, así como su épico estribillo. Cierra la cara A con "Junio – Año Cero" a ritmo de vals con otro piano exquisito y sofisticadas cuerdas una vez más.
La cara B comienza con "Julio – La Gran Vida" a ritmo de swing de Nueva Orleans con vientos y el banjo de Jacobo con aromas a los años treinta. "Agosto- El Preludio" suena deliciosamente orquestal y coral. En "Septiembre – Muerte En Venecia" regresan los aromas tangueros a Calamaro y destacan entre los vientos la flauta de Sarah Queen y el trombón de Scheuber-Rush. Destaca el nivel literario en general del disco, pero me gusta especialmente la letra de "Octubre – Dejo Mi Pena Arder". En "Noviembre – Te Di Lo Que Soy" comienza el solo con la acústica con aromas a Banhart, pero también a Nick Drake. El colofón lo pone "Diciembre – Doce" con un final esperanzador, optimista, épico y soleado, a pesar de ser el final del año. Un tema realmente espectacular que te saca la sonrisa con sus más de cinco ricos minutos y en la que se reúnen esos 25 músicos entre los que figura Juanma Latorre (Vetusta Morla) con su guitarra eléctrica y que produjo su LP de debut. Esa positividad se refleja muy bien en esa última estrofa que reza así: “Hoy voy a cambiar. Voy a arreglar lo que hice mal. Tras el vendaval ya nadie me podrá parar…”. Rutilante final para un disco realmente magistral y muy, muy personal.