HRNDZ: "HRNDZ"


Por: Kepa Arbizu 

Del mismo modo que hace unos cuantos años algunos discos decoraban las estanterías con una ostentosa pegatina que avisaba al consumidor de que en su interior se iba a encontrar letras explícitas, tal vez en los tiempos actuales haya que utilizar esa misma metodología para anunciar que estamos frente a un trabajo que destila “hiriente” sonido de guitarras y un espíritu destilado a base de rock and roll. Porque ese es el idioma, con sus infinitos dialectos, que Rafa Hernández ha manejado a lo largo de su ya extensa carrera. Un currículum que le sitúa como fundador de La Frontera, Desperados, o Abuelas Fumadoras. Nombres que, a pesar de no escapar del injusto anonimato al que son sometidas tantas bandas, significan entradas de un diccionario en el que se glosan episodios relevantes de la música hecha en nuestro territorio, y por lo tanto un aval más que suficiente para su recién estrenada “nueva vida”.

Escoltado por José Gallardo, que aporta al bagaje común su paso por Messina Park, el abreviado pero explícito nombre de HRNDZ supone el bautizo, y la puesta en marcha, de un proyecto que debuta con un álbum homónimo que aunque comparezca bajo una identificación personal resulta imprescindible en su concepto global la huella depositada por una extensa -abundantes no solo en cantidad sino sobre todo en calidad- cohorte de colaboradores que, más allá de sus aportaciones esenciales en la consecución de un sonido -pese a su condición orgánica y cruda- perfectamente trabajado en detalles, sirven para orientar las coordenadas del mapa referencial por el que orbitan estas nuevas composiciones. 

Un disco que desde el primer instante busca anclar su verbo cotidiano, no por ello menos trascedente, entorno a las pétreas estructuras aportadas por los riffs "stonianos", que derivan de forma natural en la sombra de sus coreligionarios Burning, al igual que a un emotivo colorido emitido por los ritmos soul o rhythm and blues, brindados a través de, entre otros, la figura de la J. Teixi Band. No es casualidad por lo tanto que en el tema inicial, "Te volveré a llamar", que cumple con todos esos requisitos, sea el líder de dicha formación, Javier Teixidor, el que hago acto de presencia. Elevado ese muro de carga, otros cuantos envites harán las veces de sostén principal, a veces incluso incorporando a las chispas eléctricas desprendidas por el tañer de cuerdas un deje melancólico como el que habita en "No lo sé", retrato de la falibilidad humana y por lo tanto de esa condición errante llamada a tropezar como tantas veces haga falta en la misma roca. No hay atisbo de respiro en la imponente puesta en escena que describe la críptica "144", en la que un borboteante latido del bajo sirve como puerta de entrada a una efusiva demostración instrumental en la que tomará parte el “ronaldo” Luis Martín. Y si todavía quedaban dudas sobre el ADN que lleva incorporado este trabajo, valdría con subirse al viejo y crudo boogie, picando de George Thorogood a Rosendo, de "Viernes 13", en el que podemos compartir trayecto incluso con el legendario Juanma “Elegante”, o aprenderse de memoria uno de esos himnos canallas destinados a certificar ese indeleble tatuaje de ilustres malditos que conlleva elegir la música del diablo como vereda principal, haciendo resonar en toda su extensión la épica de las huestes de Pepe Risi y compañía en "Primero de Bachiller".

Bien sabemos que el rock and roll tiene su genealogía y hábitat natural en las interminables noches donde el humo dificulta reconocer la fecha del calendario, pero no lo es menos que también funciona como banda sonora para ese regreso a casa emprendido entre calles vacías y donde resuena nuestra conciencia. Y para ello, lo mejor es dejar paso a estructuras musicales más relajadas, a las que también se encomienda este álbum. Puede que el reggae juguetón de "Sparrings de tu vida", a pesar de que salta el terreno vedado por las guitarras, no contenga ese poso intimista, acallado por una cadencia contagiosa y una perceptible sección de metales, pero el medio tiempo de "El amo de la verdad", que nos recuerda a la elegancia de José María Granados, y relata con una -justa y necesaria- lengua viperina esa casposa fotografía costumbrista encabezada por el típico personaje de periódico deportivo en una mano, brandy en otra y el exabrupto reaccionario siempre en su boca, se expresa bajo unas trazas -en las que participa DaniÁlvarez, otro representante de la familia Burning- de emotiva profundidad. Sensación que se disparará en "Respirar" bajo el pedal steel aullador y unos penetrantes teclados, asociados a lo largo de todo el álbum  a las brillantes manos de Emilio Galiacho, coronados por un estribillo pop, posibilitado gracias a los coros femeninos, que nos seduce con ese dibujo evocador típicamente ligado a Esclarecidos. Sin el apoyo de cálidas cuerdas vocales, la cruda entonación de Rafa Hernández, que en ese lamento arrastrado llega a recordar a Yosi de los Suaves, es capaz de sostener con majestuosidad la nostalgia que gravita en "Argumento de tus sueños".

HRNDZ, como proyecto y álbum, significa una nueva reencarnación de su mentor, que atendiendo a su sobresaliente resultado está llamada a ocupar un lugar privilegiado en la hoja de méritos del músico. Y lo hace sin renunciar a unos principios, moldeables, pero siempre férreamente asociados al rock and roll, un término sobre el que muchos siguen echando tierra con el fin de oficiar su funeral definitivo. Son trabajos como éste los que logran que dicho lenguaje se niegue a claudicar y a convertirse sólo en un bello vestigio, demostrando que, conjugado con pasión y talento, mantiene su capacidad intacta para ejercer de vibrante vehículo con el que transportar e irradiar un sinfín de emociones.