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Dropkick: “The Wireless Revolution”

 
Por: Skar P.D.

Estamos en tiempo donde los efectos postpandémicos han perdido sus urgencias o sus ansias por volver a respirar y ahora es el momento de la reflexión porque, aunque parezca que no, todo eso ocurrió hace tres años y apenas hace un año en que la vida volvió a parecerse a sí misma tal y como la conocíamos antes de que nos arrebataran un par de años por el camino. Hace un año Dropkick volvió a salir a la carretera, incluso allá por el mes de Julio del año pasado se pasaron por Madrid. Hace un año Dropkick se volvieron a juntar físicamente y todavía no hace un año decidieron que además de tocar era el momento de volver a grabar.

Durante aquel hiato que supuso el periodo más largo sin editar un nuevo disco bajo la marca Dropkick, las inquietudes de Andrew Tylor se resolvieron con la edición del clásico "The Best Of" y la grabación por separado de una selección de las canciones compuestas durante los confinamientos, y su posterior publicación bajo el nombre de Andrew Tylor & The Harmonizers. O lo que es lo mismo,  utilizando la revolución inalámbrica que permitía el trasiego de archivos midi y similares de una casa a otra sin imposibles interacciones visuales y anímicas, de esas que aunque invisibles se producen cuando los músicos comparten espacios y las emociones inherentes de la proximidad física. Así lo expresan en las notas de prensa que acompañan a este "Wireless Revolution": "Estas canciones capturan la alegría y la emoción de volver a tocar y grabar música juntos, en la misma habitación". Este disco se grabó durante los meses de agosto y septiembre en su local de ensayo en Edimburgo, en esa tierra, Escocia, que tiene una química especial con las melodías y las armonías más cercanas a ese órgano vital que le da sentido a la vida. O sea, allá por los aledaños del corazón vaya.

El disco se abre con 'Don't Give Yourself Away' y 'Telephone', que han sido los dos primeros temas de presentación de disco aunque en orden inverso. En realidad el orden sería lo de menos porque Dropkick tienen la capacidad llamar al tintineo de colores en forma de melodías cautivadoras desde la primera nota, desde el primer guiño al sanedrín de sabios que han dictado las normas compositivas para las canciones que habitan en y sobre la piel, lo llevan haciendo desde el principio. Y además delimitan enseguida las veredas por las que discurren los acordes, los tonos y los semitonos que varían sutilmente en función del camino elegido. Si cogemos los 30 primeros segundos del corte que abre el disco nos situaremos inmediatamente en los campos de flores a los que le pone música el jangle-pop, pero si cogemos los segundos iniciales del segundo corte, lo primero que pasa es que te dan ganas de decir "One,Two, Three, Four' para que cuando entre el bajo y la voz se desmaye sobre él -y sobre una sutil distorsión de guitarras añadidas- te sitúen en el centro del círculo que sólo el power pop, y en este caso de ese que juega con la melancolía, es capaz de tejer a tu alrededor. Las veredas están bordeadas por arbustos de cierto sabor a americana, y eso y el tono acariciante de la voz Andrew Tylor, sirven de nexo común ya sea para ponerse intimista ("¿por qué me siento tan perdido?") o  certeramente sincero ("Tus palabras son diferentes dependiendo de tu audiencia"). El influjo americano que destila "Unwind" es otra de las señas de identidad, las referencias a Byrds o a Big Star lo demuestran igual que "It Could Finally Happen", que fue además la primera canción compuesta exprofeso para este disco y que quizás sea la razón de la melodía tan esperanzadora y optimista que contiene "finalmente podría suceder cuando menos te lo esperas".

Para la grabación de este disco la banda se ha reducido a tres miembros: ocupándose Andrew Tylor además de la voz y la guitarra, de la batería que en los últimos discos había recaído en Mike Foy; el bajo y los teclados están en mano de Ian Grier y las guitarras principalmente son responsabilidad de Alan Shields que además, y esto también es una novedad, aporta una joyita de canción deudora de The Jayhawks llamada "The Other Sidee", a la que también pone la voz, una voz más aguerrida de lo habitual, pero no por ello alejada de la uniformidad en la que se mueven las canciones que los escoceses llevan facturando desde hace veinte años. No será la única canción en la que ponga la voz principal, también lo hace en 'No Difference' que cierra el disco y que le viene como anillo al dedo a su tonalidad vocal.

Hablar de Dropkick es sinónimo de hablar de melodías amorosas, en las que no suena una nota, ni una palabra, más alta que otra pero que todas y cada una tienen su hechizo propio, ya sea la saltarina y beatlesque "Ahead Of My Time" o la muy intimista "The Rolling Tide", que es una oda a un amor que no pasa por su mejores momentos. Del delicado falsete del canto a los vaivenes emocionales de "I Wouldn't Know Why" hasta "Clouds", que te retrotrae a un paisaje más árido, de esos que Neil Young, por ejemplo. dibuja en sus canciones.

"The Wireless Revolution" es ni más ni menos que el reencuentro de Dropkick con el tiempo actual después de atravesar un periodo inhóspito, confinamientos mediante, y en ese sentido es un disco plenos de canciones que parecen un puñado de caramelos de esos que bajo una apariencia uniforme te sorprende con sabores únicos, de canciones que hablan de sentimientos en primera persona, que hablan de relaciones y del paso del tiempo. Quizás menos luminoso que otros anteriores trabajos pero más que nada porque son canciones que se encuentran cómodas en la penumbra y en las luces tenues que les dan unos matices de una emoción palpable. "The Wireless Revolution" es un disco, otro más, de una banda absolutamente fiable, de una banda con la habilidad innata para hacer canciones y que las juntan en discos que sabes seguro que no te van a decepcionar. ¿Alguien conoce algún disco de Dropkick que no de la talla?