Texto y fotografías: Skar P.D.
Si lo primero que ves al entrar en una sala, en el medio de un escenario, da igual el que sea, es un órgano que parece de juguete pero que tiene bien visible una marca que pone Farfisa, hay muchas posibilidades de que el concierto que has ido a ver discurra por los terrenos frenéticos, machacones y distorsionados de esa música que se acoge a la denominación de garage. Si esto ocurre en décadas posteriores a los últimos setenta también es posible que se mezcle con aromas punkis, que también es una de esas denominaciones reveladoras; y si, además, es miércoles (Wednesday para los anglófilos) el impacto visual quizás te sitúe ante una posible banda sonora de la familia Adams. Y si además en el suelo, al lado de la batería, hay dos zapatillas perfectamente colocadas no cabe duda de que los aromas psicodélicos también tendrán algo que decir. ¿Hay algo más psicodélico que unas zapatillas al lado de una batería y detrás de un órgano Farfisa?
Las gafas negras de Christina Nunez aparecieron por el escenario, y mientras su dueña cambiaba la pila al pedal del bajo, Mary Rose Gonzales cambiaba sus botines por las zapatillas esas que estaban al lado de la batería; Louise Sordoillet, guitarrista francesa que sustituía a Meliza Jackson, elegantemente vestida, dejaba su mochila al lado del amplificador y se colgaba la guitarra; Nicole Laurenne acariciaba el Farfisa mientras recogía el micrófono que descansaba sobre él, y declaraba lo encantadas que estaban de estar por primera vez en España. En ese momento no se sabía, pero fue el único instante, con ellas en el escenario, de cierto sosiego que habría a lo largo de la siguiente hora y poco en la Fun House que, por cierto, presentaba un aspecto espléndido con todas o casi las entradas vendidas. La primera impresión cuando una banda aparece en el escenario normalmente da suficientes indicios de por dónde va a transcurrir el concierto, y en este caso la aparición, como si tal cosa, de The Darts en el escenario cuando menos avivó una expectación que era ya bastante notoria.
A todo esto el otro protagonista, no vital, del concierto, el Farfisa ya había comenzado a sufrir el resultado de las caricias de una Nicole que empezaba a desatarse y que en "Underground", como no podía ser de otra forma, aterrizó, por primera vez, en el suelo mientras seguía aporreando las teclas. No sería la única.
Un incursión a su anterior disco con "Love U 2 Death" subió un peldaño más a la esquizofrenia controlada que, desde el escenario, se estaba adueñando de la sala con la avasalladora "Love Tsunami", antes de tomarse un respiro con un adecuado recordatorio a su fichaje por la prestigiosa e independiente discográfica Alternative Tentacles Records, comandada por una de esas icónicas leyendas de las músicas que viven en el filo llamada Jello Biafra, y, de paso, que no solo de adrenalina viven las bandas, "ahí está nuestro merchandising y tenemos todos nuestros discos". ¿Estamos?.
Llego la hora de las dedicatorias, porque éramos todos muy guapos, con la insinuante y exótica "Your Show", para después ponerse canónicamente garageras y punkeras a partes iguales con "Under The Gun" e incluso surferas, de las de olas en el golfo Pérsico, en "Donne moi tout'". Incluso hubo una petición al camarero en forma de canción, "Pour Another". Hay que decir que a pesar de que la audiencia, convenientemente dirigida, coreó el estribillo no hubo suerte con la petición.
Aplausos por todos lo alto y por supuesto otra vez a escena para darle otro repaso al órgano y volver demostrar que también los suelos son garageros y seguro que hasta inspiratorios por aquello de que se ve otra perspectiva, así que con la vibrante "Breakup Makeup" y la patada en el culo que reivindica la espídica y acelerada "My Way" dieron por concluido el concierto.
Un concierto que posiblemente no fuera perfecto, ¿desde cuándo la perfección y el garage-punk son sinónimos?, pero que, desde luego, fue irreprochable en entrega y actitud y no exento por otra parte de una ejecución técnica a la altura. Y si no, que se lo pregunten al Farfisa que acabó adrenalítico perdido y abrumado por una más que merecida ovación.