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McKinley James: Un blanco de inspiración negra


Sala Fun House, Madrid. Sábado, 4 de febrero del 2023.

Texto y fotografías: Skar P.D.

La música country tiene adeptos por todas partes, no importa que sea una de las músicas más conservadoras, junto al heavy metal, que existe, entiéndase hablando de tradiciones y estructuras musicales. ¿Cuántos fans tiene Eric Church en España? Y eso que el americano tiene un disco entre la famosa lista de 500 mejores de la Rolling Stone y un grammy, y.…en la portada de su disco de 2015, "Mr. Misunderstood", y en su video promocional de la misma canción, aparecía un tipo, un chaval de apenas 12 años por aquel entonces. Parece harto improbable que nadie se quedara con el aspecto de aquel chavalito. O sea que la razón de que la sala Fun House pusiera el cartel de no hay billetes e incluso ampliara una fecha más no puede ser atribuida a que legiones de fans del country quisieran ver en persona al niño protagonista de aquella portada y de aquel video. Aquel chaval ya ha cumplido unos cuantos años, hasta 19, sigue teniendo un aspecto parecido a Tintín y se presentaba en Madrid con apenas un par de EPs y un disco en directo, y llenó. Seamos sinceros ¿cuántos de los allí presentes sabíamos hace un par de meses quien coño era McKinley James?

El chaval oriundo de Webster en el estado de New York se mudó, o le mudaron, a Nashville con cinco años y hasta ahí llega su relación con el country, Eric Church al margen, al menos en cuanto a la música que desarrolla, aunque seguramente, en cuanto a eso de la música Los Straitjackets son de Nashville y el padre de la criatura, Jason Smay, fue batería de la banda durante un largo periodo de tiempo.

Para la ocasión el habitual trío con el que McKinley suele actuar se redujo al entorno familiar, o sea padre e hijo, guitarra y batería exclusivamente, lo que de entrada podría hacer prever un sonido más escueto al no incorporar los sonidos de teclado, que ante la falta de bajo para el soporte rítmico se antojaba casi necesario en tanto en cuanto el espectro musical por el que se mueve el chaval, es decir el blues, y el soul en su formato más cercano al rock'n'roll, tiende a ser muy rico en matices y arreglos.

Las dudas quedaron despejadas en cuanto se arrancó con "I Can't Live" y "Stucks In The Shadows" de su último disco en directo, "Live!" y el anterior EP "Still Standing By", para continuar con la versión del "Cut You Loose", de Ricky Allen, aquel músico negro de principios de los sesenta que hacía una música soul-blues antes de que nadie le diera nombre al estilo. Para los que ya lo conocían, y para los que no lo hubieran oído, ese iba a ser un concierto de soul, de blues con chispazos de rock'n'roll, ejecutado por un tipo casi imberbe de raza blanca al que su padre le respaldaba desde la batería, una batería que sonaba poderosa, rítmicamente perfecta y con una acentuación en los golpes de caja que marcaban el tempo al que se tenían que mover los pies de los allí presentes. Y aunque fue, en la ejecución de la canción del Allen, la primera vez que se echó de menos el sonido de los teclados Hammond, el sonido y la forma de tocar la guitarra, algún que otro pedal mediante, del chaval hacían que esta ausencia no fuera en absoluto decisiva.

Y como en su disco en directo también se incluyen otras versiones, el blues de garitos oscuros apareció por primera vez con la versión del "Silly Dilly Woman" del desafortunado Mercy Baby, y si en la original había vientos, aquí McKinley los suplió con la guitarra de forma harto efectiva. Y qué sería del soul y el blues sin las baladas, esas baladas que se visualizan con una luz blanca sobre el intérprete emergiendo entre las sombras azuladas. Las luces de la Fun House no permiten esa posibilidad pero "Till It's Gone" sonó a gloria bendita.

A esas alturas el concierto ya había alcanzado una velocidad de crucero, una velocidad constante sin altibajos donde, sin lugar a dudas, McKinley James se sentía cómodo, lo que, como no podía ser de otra forma, redundó en que la audiencia, sin aspavientos ni alharacas, se moviera rítmicamente al compás que se marcaba desde el escenario. Y fueron cayendo las canciones de su aún escueta discografía, las amorosas "Love (Can Make A Fool Of You)" y "Our Love(Is Turning Around)", del EP "Be My Side", o las más souleras "Right On Time" y "Whatever It Takes", del EP  "Still Standing By".

Cambió de guitarra para coger una de afinación más "bluesy" y tirar de más clásicos aun con la interpretación de "Highway 49", del gran Howlin' Wolf, para encarar el final del concierto tirando de los temas propios que configuran el total de sus dos EP's, desde "Lonely Without You" a "On The Run" y a "Spare Change Blues", para finalizar con el ritmo a contratiempo de "Got A Hold On Me" y recordarnos que es un tipo que vive en Nashville.

Que los dos tipos, el padre y el hijo, que nos habían ofrecido un concierto pleno de "feeling", de sonidos que nos retrotrajeron a la época dorada del soul y del blues, y que lo habían hecho de una forma tal en que la clase y la sencillez habían ido juntas de la mano, tenían que volver al escenario era de obligado cumplimiento y muy merecido. Y volvieron, claro que sí, para con, tres temas más, entre ellos algún tema nuevo aún no grabado como "Shes's Fine" dar por concluido un más satisfactorio concierto. Un concierto que dejó clara algunas cosas: que seguramente con la inclusión del teclado ausente en Madrid la propuesta puede mejorar; que McKinley James es, pese a su juventud, un magnífico guitarrista con un amplio dominio de los acordes y notas propios del género, y que también es poseedor de una voz con tintes negroides que no solo es que cante bien, sino que además sabe cómo emplearla, y que está asesorado desde la batería por un músico muy solvente y muy experimentado y que se lo pasa muy bien dirigiendo a su retoño. Y que es un tipo de 19 años y con la piel muy blanca.