Sala Ambigú Axerquía, Córdoba. Viernes, 24 de febrero del 2023.
Texto y fotografías: J.J. Caballero
El riesgo como forma de vida y sobre todo como base artística. El sello de El Colectivo, tanto el discográfico como el personal, sigue marcando el hoy el ahora de la escena pop-rock en Córdoba y alrededores. Como si de un escáner permanente se tratara, las antenas se reorientan cada poco tiempo para detectar dónde y cuándo pueden sonar las canciones que les provocan un mínimo de emoción, y de paso nos erizan la piel a quienes seguimos sus pasos. En una nueva ocasión de demostrar que somos nosotros, los oyentes y el público en crudo, quienes debemos hacer realidad los pequeños sueños de rock and roll a nuestro alcance, la reunión del viernes noche convocó a pocos pero fervientes admiradores de su trabajo como motor fiable y termómetro aún más digno de confianza de las penúltimas sensaciones musicales de su entorno. Ahora traían a la sala Ambigú Axerquía, nuestra casa y la suya, a dos bandas recién salidas del taller, con la puesta a punto lista para emprender viajes a confines cercanos geográficamente y algo más alejados en cuanto a estilo e influencias. Justo lo que necesitábamos.
En Málaga aún no son todo lo profetas que en su tierra debieran los fantásticos músicos que componen Manoeba, banda que ha conseguido grabar, con las consabidas dificultades post pandémicas, un coherente tratado de electricidad bien encauzada, con perfil de indie-rock y trasfondo deconstructivo marcado por melodías dulcemente agresivas. Solo podrían servir estas palabras para resumir e intentar clasificar para los no habituales la propuesta de un grupo que ha decidido iniciarse desde una base humilde pero rotunda, con letras en las que priman los sentimientos más que las historias, inundada de sombras vitales y oscuridad existencial, ahondando en las aguas turbias de unas guitarras que entrelazan caricias y tempestades. Tuvieron la casualidad en su contra al alumbrar un disco tan intenso como “74” en los albores del confinamiento, y al aplazar las consiguientes presentaciones solo consiguieron perfeccionarlas antes incluso de ponerlas oficialmente en marcha. Abren con lo que podría ser un himno en toda regla, “Okim”, y recorren los claroscuros de su cielo sonoro con otros deslumbrantes cascotes de creatividad: “Nieve”, “Verdaguer”, “Luz”, “Lesbos”, de variada inspiración y bases inspiradas en una suave y asequible psicodelia. Tienen ya pergeñadas, y así lo mostraron en directo, las de “Valientes”, todavía fuera del catálogo oficial, y recién sacadas del horno las muy dignas “Incipiente” y “Distancia planetaria”, por lo que será difícil desprenderse de las grandes sensaciones que dejan tras un concierto breve, entregado y absolutamente esperanzador.
En una onda más vehemente pero igual de ilusionante se hicieron fuertes los cordobeses Guar, autóctonos bragados en bandas de diverso pelaje y abiertos de orejas a toda la música que los hizo crear una en la que expresarse como siempre quisieron. Poseen un halo existencialista que los empareja con bestias del calibre de Idles o con el mundo resquebrajado de los primeros Surfin’ Bichos, básicamente por el deje a Fernando Alfaro de la voz principal. “Reflexiones y otros desastres” o “El invierno” suenan como dos vértices del mismo cuadrilátero, arrastrando acordes y sonando coherentes con el mensaje, que no es otro que el que se identifica con el nihilismo resignado de las vidas que no encajan en ninguna parte. El armazón de guitarras continúa en “Congo”, con los amplis a tope y la onda expansiva haciendo diana en las decenas de alucinados oídos que tenemos el privilegio de ser alcanzados por ella. El repertorio es escueto pero perfectamente orientado, y el futuro mucho más resplandeciente que el vientre de sus canciones. Al final del pequeño concierto, otro nombre queda anotado en la lista de imperdibles para próximas comparecencias a nuestro alcance. La vida es esto, descubrir que aún te quedan muchas por descubrir, y la mayoría buenas.
La faena se volvió a llevar a cabo con los medios adecuados y el ánimo alerta a todo lo que está por venir. De nuestra parte, la conciencia de saber que volvemos a estar en el tiempo y el lugar adecuados y la responsabilidad de contarlo como es debido. De la de quienes lo hacen posible, es decir, bandas, sala y organización, la necesidad de hallar una salida digna a todo lo que necesitan expresar y encontrar tímpanos que lo asimilen en su justa medida. Todo eso ya es mucho, aunque siempre haya quien lo crea insuficiente.