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Entrevista: Pablo Fugitivo


“Hacen falta más canciones imperecederas que calen en la gente”

Por: Javier González 

Me gusta Pablo Fugitivo, no solo por cuestiones meramente musicales que también, sino porque habla claro y sin pelos en la lengua. Lleva tiempo en esto de la música, sabe lo que se trae entre manos y no le importa desenmascarar a las claras ciertos mamoneos relacionados con el mundillo musical. Son Muchos años de militancia con Los Fugitivos del Swing y ahora en solitario atesora ya dos discos en su bagaje, “Voy Solo”, un llamativo debut, y más recientemente el fenomenal “El Club de los Insomnes” en el que su rock de amplia paleta vuelve a afinar la prosa en un puñado de canciones que suenan reales, sin imposturas, ataduras o filtros. 

Hablar con él es un auténtico lujo. A cada frase que sale de su boca te das cuenta que ama la música de corazón, como una necesidad vital a la que ha decidido apostarlo todo. Picando piedra, dando vida a varios proyectos a la vez. En acústico y con banda. Sin importarle un bledo el mal llamado éxito, entre otras cosas porque el éxito para él es hacer lo que más le gusta, algo que ha conseguido hace tiempo.

Vamos a ir poniendo en situación a la gente que quizás no te conozca. Eres un joven veterano de la escena malagueña, a la que llevas dando lustre muchos años con Los Fugitivos del Swing. Hace algo más de tres años lanzaste tu debut. ¿Qué supuso para ti la publicación tres años atrás de “Voy Solo”? 

Pablo: Es un disco que refleja un momento de mi vida y de mi carrera musical muy importante. Por un lado, escapé del confort que me aportaba publicar mi música bajo el paraguas de una banda. Siempre fui un poco tímido y pudoroso, así que pienso que dar ese paso adelante, y más si cabe con un disco tan autobiográfico y crudo como “Voy Solo”, me hizo crecer mucho a todos los niveles. Fue un proceso de introspección muy intenso, como una especie de epifanía catártica. 

¿Qué pros y contras conlleva ser el responsable de todo lo que concierne a tu carrera? 

Pablo: Bueno, en el momento que pones tu nombre en un proyecto la gente que te conoce puede empezar a sospechar muchas cosas o tener ciertos prejuicios. Tu banda puede sentirse ninguneada o dejar de implicarse de la misma forma, la escena y el público puede pensar que estás vendiendo una impostura o haciéndote más comercial, otros pueden creer que te has vuelto egocéntrico y soberbio. Los pros y los contras dependen mucho de cómo te lo montes y sobre todo en empezar a ignorar comentarios u opiniones de terceros y seguir tu instinto. A mí me da libertad, que es algo que valoro mucho a la hora de hacer música. Evidentemente, si tu proyecto no es de éxito un proyecto solista es más difícil de sacar adelante que una banda, porque salvo que des con un equipo super implicado pocos músicos van a salir contigo a taquilla o a tocar sin cobrar estrictamente un sueldo. Tampoco va a ser fácil presentarse a tal o cual concurso de bandas o hacer ciertas cosas para darte a conocer que se estilan tanto en este mundillo repleto de amateurismo. Hay muchas bandas que son en realidad solistas y también solistas que son en realidad bandas.

Hace algunas semanas te subiste en AVE a Madrid para hacer promoción, un apartado en el que también andas picando piedra. ¿Eres el ejemplo palpable de lo que tiene que ser defender un proyecto en que se cree? 

Pablo: La verdad es que creo que si nos centramos en mis resultados cuantitativos no soy ejemplo de nada (Risas). En fin, hago lo que puedo con los pocos recursos que tengo y cuento con un equipo humilde y pequeñito que me tiran algún cable de vez en cuando, pero creo más bien soy ejemplo de lo que no hay que hacer para tener “éxito” como lo entendemos hoy en día. Se nos exige que invirtamos mucho tiempo en cosas que no son estrictamente música y a mí eso de tanto autobombo me aburre y se me da fatal. Tampoco la idea de hacerme músico hace 20 años fue estar todos los días contando mi vida, intentando molar y caer bien a todo el mundo y estar a la última. Al final terminas buscando algo de “casito” de personas que lo mismo te siguen porque les gusta los sombreros que usas o por lo ingenioso que eres en Redes Sociales, pero nunca han escuchado una canción tuya. Es todo un poco delirante, al menos a mí me lo parece. 

Cuéntame, ¿qué es el “El Club de los Insomnes”? 

Pablo: Es un concepto más que un lugar concreto. Son esas reuniones espontáneas de camaradas después de un concierto o que simplemente nos encontramos fortuitamente en una casa, en un bar de madrugada o en la puerta de la sala de conciertos. Son esas personas que reconoces como tus iguales, da igual la música que hagan, los followers o los oyentes mensuales. Es una manera de ser y una filosofía de vida, quizás un poco kamikaze y descerebrada. Una camarilla de personas auténticas, que no personajes, que han elegido una forma de vida que te inspira a pesar del reconocimiento o que intentan mantenerse fieles a sí mismos. Hay más linces ibéricos que insomnes, pero como las meigas, haberlas haylas. Tus canciones llegan al corazón y la cabeza por su carga de cotidianeidad y franqueza. 

¿Es la realidad la mejor temática para crear canciones? 

Pablo: A mí es lo que me inspira y lo que busco en una canción cuando estoy escuchando música en mi idioma. Una historia sincera, o al menos que el autor se haya sumergido tanto en ese sentimiento que parezca realidad. No me gusta la música con mensajes frívolos y oportunistas. Sobran ese tipo de canciones, ya salen demasiadas así. Crecen rápido y mueren rápido. Hacen falta más canciones imperecederas que calen poco a poco en la gente, pero eso no es rentable en este negocio. 

En este “Club” hay mucha rabia, puños cerrados y mucho de un observador de lo más afinado. ¿Es una buena definición del disco? ¿Con qué otro alegato lo complementarías tú? 

Pablo: Sí que la hay, creo que es una especie de manual de supervivencia para el músico de vocación. El mensaje que trato de mandar es: “Esto que os cuento es lo que probablemente no tenéis que hacer si lo que buscáis es el éxito rápido y agradar al personal, pero quizás os sirva de guía para hacer canciones que os emocionen y así poder miraros al espejo antes de salir a cantarlas”. Me ha quedado un poco pretencioso el alegato, pero quizás por eso me gusta. (Risas)

Abres fuego con la genial “Quiero Vivir Siempre en un Sábado”, un alegato a favor de parar, virar el timón y comenzar una nueva vida dejando atrás los convencionalismos de la absurda sociedad del siglo XXI. ¿Te fue duro tomar la decisión que relatas en la canción? 

Pablo: Fue una liberación “espiritual” dejar la vida productiva. No valgo para engrosar en un sistema con jefes, jerarquías, procedimientos, compañeros de trabajo que por un currusco de pan son capaces de cualquier cosa… lo siento, soy un bicho raro. No sé si soy un alfa que no termina de encontrar su manada o simplemente mi naturaleza es ser un lobo solitario. Me siento muy reflejado con el cuento del Patito Feo. Con el tiempo te das cuenta que en realidad eras un cisne, pero hasta que despliegas las alas y vuelas hacia donde te corresponde no es para nada sencillo. Nunca he encajado del todo en ningún sitio. En el colegio, en el equipo de fútbol cuando niño, en mi barrio, en mis trabajos… Recuerdo, por ejemplo, que con 10 años les decía a mis vecinos que sus conversaciones me aburrían, que a mí me gustaba hablar de política. Imagínate el cachondeo. Las personas con sensibilidad artística y con necesidad de expresarse con cualquier tipo de arte en parte somos un poco disfuncionales. No eres como el resto, ni mejor ni peor, sólo que tu forma de entender la vida o lo que a ti te interesa no le interesa a casi nadie. Es un proceso difícil asumir. Creo que desde hace 5-6 años, con mis altibajos, es la época de mi vida en la que me siento más conectado conmigo mismo y con mi esencia, por decirlo de alguna manera, aunque me ha quedado un poco muy Mr Wonderfull, perdón. (Risas)

Una de nuestras favoritas es “La Balada de Courtney Love”, tiene aires de temazo… ¿Lo Sabes? ¿Eres consciente? 

Pablo: Quizás esté feo decirlo, pero sí, soy consciente de ello (risas). No sé, hay canciones que las haces y sabes con certeza que la gente va a conectar con ellas. En el momento que la toque por primera vez en un par de conciertos supe que era una canción que llegaba de otra forma al público. El problema no es hacer un temazo, es llegar a la gente. Siempre me han dicho que cuando algo es bueno o tiene madera de hit tarde o temprano el tiempo hace justicia. A ver si es verdad, porque también dicen que la justicia es ciega, lo mismo también es sorda, quién sabe. 

¿Qué piensas de esas modernas que te miran de soslayo en los festivales? 

Pablo: Pues les diría que se preparen para lo que viene, que todos envejecemos y que lo moderno siempre envejece más rápido que lo que nunca ha estado de moda.

Todos los gorrinos tenemos nuestro San Martín. ¿De dónde surge una canción como “Todo Está en el Aire”? Tiene unos aires totalmente oscuros. 

Pablo: La escribí cuando me mudé a Madrid una temporada, meses antes de sacar “Voy Solo”. Fui en busca del sueño madrileño, pero no duré poco más de un año allí. Andaba muy desubicado por entonces y no sabía cómo me lo iba a montar, pero quise probar la experiencia. Me monté una gira en solitario por España y de camino bajaba a Málaga y tocaba con mi banda de versiones o en las presentaciones que hice con banda, por lo tanto, no estaba en ningún sitio más de 4 o 5 días seguidos. De todo ese cacao salió esta canción en 5 minutos en mi piso de La Latina. Le quise dar un rollito más British, en plan The Cure, Joy Division y todo esos sonidos post-punk. También creo que le ha quedado una onda con mucho power a lo Foo Fighters, al menos a mí me lo parece analizándolo a posteriori porque no suelo pensar esas cosas de una forma muy premeditada, me voy dejando llevar. 

Al escuchar el dolor que desprende “Madre” nos hemos acordado de otro andaluz ilustre, el jerezano Dani Llamas. ¿Ves similitudes entre lo que él hace en solitario y esta canción?

Pablo: No suelo oír mucha música en castellano para no “intoxicarme”, por decirlo de alguna forma, aunque me gusta conocer lo que hacen otros compañeros de fatigas. He escuchado 2 o 3 canciones suyas, pero no veo muchos puntos en común. Muchas veces se pueden llegar a sitios comunes desde dos puntos de partida muy diferentes. Para hacer esta canción me inspiré más bien en la música que se escuchaba en mi casa cuando niño. Se oían cantantes melódicos y cantautores como Serrat, Perales, Camilo Sesto, Nino Bravo, copla y cosas así. Quería que fuera una canción que musicalmente le gustara a mi madre, con un punto oscurete, para no hacerla muy empalagosa. En la intro, me lancé a meter un sintetizador un poco “horterilla”, como en esas producciones de Los Chichos, Los Chunguitos o Los Calis. Me críe en Ciudad Jardín, un barrio mayoritariamente de gente de pueblo de la provincia que emigró a la ciudad y con una población gitana importante. Esta mezcla es lo que me retrotrae a mi barrio y de mi niñez. Aunque yo por esa época era un obseso del grunge, el hardcore melódico y el britpop, sonidos que creo que he incluido de forma subconsciente ahora que lo pienso. (Risas) 

“Rata con Cola de León” es un certero ajuste de cuentas. ¿Te han hecho muchas putadas dentro del mundillo musical? 

Pablo: Lo pasé realmente mal con el lanzamiento de “Voy Solo”. Son de esos momentos en los que o te derrumbas completamente o sacas las pocas fuerzas que te quedan para seguir hacia delante. Tuve la mala suerte de dejarme embaucar por una persona trastornada y con mucha maldad y no lo supe verlo hasta meses antes de sacar el disco. Básicamente le pegó un brote psicótico y me pillo en medio. Yo dejé mi trabajo y me mudé a Madrid. Me prometió el oro y el moro, me confié y mientras tanto se quedó con mi disco. Luego me intentó extorsionar, pero pude conseguir el master a sus espaldas y publicar el disco sin ninguna planificación e improvisando. He aprendido mucho de esa experiencia y me quedo con lo bueno. Gracias a eso me empeñé en no recular y hoy puedo decir que me gano la vida tocando, ya sea con mi música o tocando en la calle o haciendo versiones con los Ejecutivos. El mundillo de la música está lleno de gente falsa y que sólo te quiere si puede sacar algo de ti, como en todos los gremios. Afortunadamente también he tenido la oportunidad de conocer gente maravillosa. 

En “Queroseno” cantas que en las canciones “casi nadie dice nada que sea elegante, que tenga clase…”. ¿Tú también ves demasiada mediocridad reinante en las ondas, dejando demasiado talento en el underground?

Pablo: En España casi siempre se lo ha comido todo una música mainstream, de un perfil bastante bajo en lo musical, si lo comparamos con la escena anglosajona, latinoamericana o francesa, por ejemplo. En cuanto a las formas, siempre se ha tirado por el lado más ñoño o más frívolo-festivo. Cuando hay un mensaje casi siempre encuentro mucha impostura y cliché, otras veces veo mucho falso compromiso con un fondo bastante blanco y oportunista. Luego está lo que los medios llaman underground que para mí la gran mayoría es la segunda división del mainstream, pero disfrazándose premeditadamente de alternativo. Son bandas o artistas de discográficas major o de las independientes que parten el bacalao. El underground real está totalmente fuera del foco para la inmensa mayoría de la industria y periodistas. Lamento decir que el público de este país es también bastante borrego en general y escucha lo que suena. Hay poca gente que escarbe un poco, y con el monocultivo de lo urbano me da la sensación de que vamos a peor. 

Solemos leerte a través de redes sociales, donde es habitual verte de los más acertado y crítico apuntando a los males de la industria. Apuntas a medios y periodistas más interesados en apoyar a los de siempre y en recibir likes que en apoyar proyectos que quizás tenéis menos medios. ¿Te enfadan especialmente estas situaciones? 

Pablo: Sé que lo que voy a decir no va a gustar, pero creo que a muchos periodistas les tienta la idea de convertirse en una especie de rock-stars. Las redes sociales son la herramienta perfecta para que cualquiera pueda ser popular sin a lo mejor tener ningún talento en concreto, pero que por H o por B conecta con la masa gracias a su tesón y a unos algoritmos desconocidos que grandes corporaciones programan. El resultado de todo eso automáticamente nos devalúa a los pequeños artistas que necesitamos de ese reconocimiento o difusión para que nuestra música pueda o no trascender de alguna manera, y por lo tanto vivir de ella. Muchos no hacemos esto por ego o por necesidad de que nos digan lo buenos y guapos que somos, es que forma parte de nuestro trabajo. Si la gente no conoce nuestra música no nos llaman para tocar ni viene gente a vernos a la sala. Hoy el mensajero es a veces más relevante que el propio mensaje. Si no le generas tráfico, likes o relevancia, no les sirves, aunque lo que hagas sea bueno. Importan tus cifras. Hoy en la radio musical independiente apenas suena música, escucho mucho autobombo para luego dar una charla o venderte un libro. No sé, la verdad es que me cabrea un poco ver como muchos medios que van de alternativos se suben al carro del mainstream para seguir en la pomada, pero será el mercado, supongo. El ansia de abrazar lo comercial como algo cool para adaptarse o morir tiene toda la pinta de que va a terminar más bien como el abrazo del oso. Algunos pensaran que digo todo esto porque soy un frustrado o un resentido. A estas alturas de la vida me la pela todo un poco. También hay que decir que las discográficas han sabido aprovechar esa adicción a los likes de muchos voceros para montarse un buen ecosistema de medios afines dispuestos a todo por relevancia y alguna que otra prebenda. Win- win lo llaman en las escuelas de negocio. A veces resulta hasta descarado. 

¿Para cuándo podremos disfrutar de la edición física del disco? 

Pablo: Pues muy prontito. En un mes y pico espero tener una tirada corta de CD’s. Pronto publicaré un link para que los fans que quieran puedan pre-comprarlo. De momento el vinilo tendrá que esperar. No veo que termine de consolidarse como formato y los plazos y costes de fabricación son una locura. Ojalá se consiga abaratar y agilizar los procesos. Un vinilo no puede costar 30 pavos y tardar 8 meses. Así nos estamos haciendo un flaco favor todos. Con el gol que nos metieron con el streaming el 95% de los músicos ingresamos una ridiculez y al estar todo accesible online ya muy pocos compran formato físico. 

Vienes de la cada vez más activa escena malagueña, donde siempre hubo grupos, pero donde quizás falta cruzar las fronteras de la provincia, cosa que ahora está pasando con bandas como Biznaga, La Trinidad, los eternos Airbag y gente nueva como Nacho Sarria. ¿Qué tal va el estado de la cuestión del rock en tu tierra? 

Pablo: En esta ciudad siempre ha existido mucho talento, pero para que lo reconocieran la inmensa mayoría tuvieron que irse de aquí. Los que se quedaron, salvo Danza Invisible, se estancaron o desaparecieron. En Málaga el rock y sus derivados le interesan a muy poca gente. La música urbana, el flamenquito-pop o fusión, el hip-hop y los artistas melódicos de los Cuarenta y Cadena 100 son los estilos que mueven a la mayoría del personal por aquí, los otros estilos son bastante minoritarios. Tampoco pasan por Málaga muchos grupos potentes, salvo en los nuevos mega festivales que están montando en estos últimos años. Incluso proyectos con una dilatada trayectoria, locales o no, se las ven y se las desean para meter gente en una sala. No tenemos por cierto ninguna sala de conciertos en el centro de la ciudad, todas las salas están en polígonos donde no puedes volverte en transporte público. La escena local no tiene mucha cohesión y lo cierto es que los artistas locales vamos en general cada uno a la nuestra. Hay muchas pequeñas pandillas, pero no existe nada ni nadie en Málaga que lo vertebre. Tampoco ayuda que no tengamos sellos y promotoras locales potentes que apuesten por el talento local de verdad. Al final es todo mucho colegueo. Las instituciones no están tampoco interesadas en la escena alternativa de la ciudad. Se vende una imagen impoluta y amable de la ciudad, y por lo tanto se promocionan y se les da más cabida a los artistas de corte más mainstream, que en Málaga hay muchos ejemplos. Existe mucho clientelismo y oportunistas en busca de subvenciones, gente vinculada a la política o peña que viene de fuera intentando dar el pelotazo viendo que Málaga está de moda y todo eso. Los mismos que se dan golpes en el pecho diciendo que apuestan por la cultura… pero te regatean el caché y las condiciones hasta lo ridículo porque te van a dar visibilidad, etc. Lo de siempre. Por último, hay que recordar que tenemos que compartir los presupuestos de Cultura con la Semana Santa o La Feria, por ejemplo, que ya se comen una gran parte de la tarta. Luego queda pelearse por las migajas.

¿Cómo está funcionando hasta la fecha el tema de los directos para presentar el disco? 

Pablo: He intentado ofrecer mi proyecto a festivales, pero lo cierto es que no cuento con apoyos fuertes para poder entrar en ninguno. Ya sabemos cómo funciona el tema de los festis, o vas bajo el ala de un sello potente o de una oficina de booking con bandas con tirón o ponte a la cola. Así que de momento descarto salir a tocar con banda a salas salvo que salgan algunas fechas a caché como para montar y afianzar el repertorio con la banda. He optado por planificar mejor una gira en acústico para arrancar esta primavera o después del verano. Vivo exclusivamente de tocar, por lo tanto no puedo tomarme eso de tocar mi música por ahí como un hobby o una escapada con los colegas. Este disco ha supuesto una gran inversión de tiempo y dinero y no puedo permitirme el lujo de salir a tocar para palmar, algo que cada vez se está normalizando más. Imagino que la imperante tentación de publicar en redes sociales que tocas aquí o allí y esa ilusión descontrolada por estar en el ajo a cualquier precio está haciendo que los cachés de los festivales para bandas no muy conocidas sean ridículos y que las condiciones para tocar en salas de conciertos sean prohibitivas e incluso abusivas. Yo soy más como aquella tonadillera que decía: “Yo lo hago por amor al arte, pero si no me pagan no disfruto”