Por: Javier González
Hablar de Los Ruidos es hacerlo de manera implícita de Juan Martínez, arquitecto e ideólogo del proyecto. Un mito de nuestra música pues fue parte integrante y fundamental de Madson; sí, la mítica formación germen de bandas tan potentes como Ilegales y evidentemente de Los Ruidos que hoy nos ocupan; pero también fue responsable desde la parcela técnica en los directos de la banda liderada por su hermano Jorge, consiguiendo que fueran la envidia y el temor en vivo del resto de grupos de nuestro panorama por la potencia de sus shows.
Quizás Juan haya permanecido en una injusta sombra todo este tiempo, de la que ahora emerge para celebrar con “Los Ruidos” (En Directo), los cuarenta años de su formación, uno de esos proyectos de nuestro rock descarados y directos que saben sonar certeros y crudos, pero que también saben sonar melódicos sin desatender una franca pegada.
Atacamos a Juan en el mejor de los sentidos para encontrarnos a un tipo sin pelos en la lengua, ácido y crítico, pero a la vez de lo más cercano y accesible. Curioso, nos recuerda a alguien, otro mito de la escena y eso nos encanta. Astures irredentos, príncipes satánicos de nuestro rock. Nos gusta saber que así se hacen las cosas en su familia. Un linaje único.
Acabáis de publicar “Los Ruidos” (En Directo), el disco que supone la celebración de los 40 años de la banda. ¿Cómo surgió la idea de organizar una noche tan emotiva?
Juan: Los Ruidos somos una banda de directo y aunque tenemos estudio propio, “Magoo Studio”, después de 40 años de existencia como bien dices, tenía que llegar el momento de hacer un disco en vivo.
¿Qué recuerdos tienes del proceso de preparación del álbum y de la grabación del mismo?
Juan: Lo hemos hecho a una toma y sin trampas. Se grabó desde la mesa de sala en tan solo 16 pistas, pero le dediqué tiempo a la mezcla. Para conseguir el verdadero ambiente en vivo, es necesario invertir los conceptos de una grabación de estudio convencional y captar el ambiente. Saber entremezclar las pistas sangrantes, pistas que recogen sonidos de otros instrumentos. Contamos con la colaboración de nuestro amigo Santi Campillo, con el que tan solo pudimos ensayar un poco durante la prueba de sonido. Santi, es un gran tipo y un gran músico, con el que nos llevamos de puta madre. El resultado ha sido excelente.
Incluís canciones de vuestros tres discos: “Los Ruidos”, “Nací Cigarra” y “Hablemos entre Líneas”. ¿Cuál ha sido el criterio de selección de las canciones escogidas?
Juan: La selección de las canciones siempre la hacemos en el último momento como la lista de jugadores que ofrece un entrenador antes de un partido. Buscamos temas de toda la discografía que realmente nos apetecía hacer en ese momento, sin dar tregua al público, y en la parte central elegimos los temas más “blues” con la aparición de Santi en escena, volviendo luego al “cañerísimo” tramo final. Los Ruidos detestamos los grupos tributo, pero eso no quiere decir que no podamos incluir alguna versión, no típica, que nos haya influido en nuestras vidas.
Tu labor más conocida es la de productor y encargado del sonido de muchos nombres míticos de nuestra música. ¿Hasta qué punto hay presión para que un álbum de tu banda en vivo suene de la mejor manera posible?
Juan: No, no he sentido ninguna presión a la hora de producir el disco. Lo mezclé con calma y a mi aire. Así es como se deben hacer las cosas. Tan solo la de la gente que preguntaba que cuando salía a la venta. (Risas) Todo profesional del sonido sabe que las mezclas no se terminan nunca, se abandonan. A estas alturas del partido, creo que la gente confía y sabe que soy muy meticuloso con el trabajo de producción. Haber dedicado mucho tiempo al directo y la grabación de estudio todos estos años tiene su parte buena y su parte negativa. Por un lado, ayudas y aportas a otras bandas. La putada es que a veces por falta de tiempo, descuidas tu propia trayectoria artística. Creo que en ese sentido hemos sido excesivamente generosos con otras bandas. La parte positiva es que ahora somos un grupo “nuevo” para la gente, con ideas locas y frescas.
Afortunadamente podéis quedaros tranquilos, puesto que el resultado es inmejorable. El álbum supone la oportunidad de conocer la doble dicotomía de Los Ruidos, canciones más cañeras junto a guitarras limpias, interpretadas con soltura y vehemencia, aderezadas por unas letras muy personales que oscilan entre la irreverencia y lo canalla. ¿Lo ves así?
Juan: Si, es cierto. No somos un grupo lineal, nos aburriríamos tocando tan solo un estilo.
Nos ha llevado mucho tiempo conseguir un sonido propio e identificable. Nos gustan los cambios, las síncopas, las estructuras irregulares. Ralentizamos algunos finales en contraposición a la norma que tiende a doblar los tempos. Nos da igual la tendencia general. Disfrutamos de lo atípico y la experimentación. Creemos que la buena música no tiene porque ser comercial y es atemporal. Al principio creábamos estribillos digeribles como en “Si te gustan los toros mata a los toreros”. Sabemos hacerlo. Pero ya no buscamos eso. Confiamos y creemos en un público inteligente. Nuestros textos también han madurado y narran historias ácidas que otras bandas no se atreverían o no saben afrontar. Con frases que sutilmente implican hasta al mismísimo Cristo, como “Nací Cigarra”, a los triunfitos, los hipsters o los festivales masificados de “Hablemos entre líneas”. La industria y los artistas maniatados de “Maldito Cadillac”, donde desarmamos el sueño hortera de algún artista nacional obstinado en un puto coche americano. Nos encanta la crítica ácida y corrosiva para ayudar a reconstruir el mundo. Pero para eso la gente tiene que escucharnos con atención. Todos sabemos que lo fácil es más asimilable, pero no te hace progresar intelectual y musicalmente.
Tampoco le hacéis ascos a un buen blues. ¿En qué piel se encuentran más cómodos Los Ruidos?
Juan: El blues me ha interesado más que me interesa. Pero, a veces, aunque no esté de “moda”, surge. Permite expresar tristeza y otros sentimientos. En nuestro caso rebeldía en “No estoy de acuerdo”, o en historias caóticas y divertidas como “La encontré borracha” en las que en directo Román y Santi hacen de las suyas en este disco en directo, creando un gran ambiente.
Vuestras canciones parecen retrotraer a la literatura del mismísimo Charles Bukowski. ¿Qué otras referencias o referentes utilizas a la hora de escribir?
Juan: (Risas) Henry Miller ha influenciado a Bukowski. Este ha marcado a varias generaciones: Boris Vian, Tom Sharpe, John Kennedy Toole, Oscar Wilde, Truman Capote, Italo Calvino. Lógicamente todos estos autores y muchos otros, han influido en nuestra manera de pensar y escribir. El tipo de vida nos hace contar nuestras propias vivencias que en mi caso no son pocas. Algunas las tengo que ocultar, porque si fuera de los Stones, la gente las asimilaría perfectamente (Risas). Pero aún no somos tan famosos para contarlo todo. Detesto el culteranismo aplicado al rock, me resulta muy pretencioso cuando esta música no lo es para nada.
El diablo y Jesucristo aparecen en tus letras. ¿Te gusta más ser incitado por Satán o tentar a Jesús?
Juan: Incitar a Jesús es fácil y divertido. Siempre ha sido tentado a lo largo de su vida, igual que nosotros. Según el Nuevo Testamento, lo fue un montón de veces cuando se dirigía al desierto a ayunar y a rezar. Yo tan solo lo saqué de copas (Risas). Satán está ahí, menudo cabronazo, nos incita a todos. A Jesús también. ¿O las alucinaciones fueron producto de alguna sustancia?
¿Qué te suelen comentar los garantes de la moral y el orden al escuchar tus exabruptos en canciones como “La Encontré Borracha”?
Juan: Nada, son tan tontos que no creo ni que se enteren. Y los que se den cuenta, escuchen y entiendan la historia, que explica las vivencias de un músico que acaba en un “after” después de un concierto, enrollándose con la borracha del bar. Creo sean lo suficientemente listos como para darse cuenta, de que es una historia imaginaria pero que podría pasarle a cualquiera.
En “La Estrella y el Satélite” dices “prefieres los tributos a la creación”… me ha parecido una frase cojonuda, la verdad.
Juan: “La Estrella y el Satélite” tuve que vomitarla, ante la preocupante cantidad de trepas y pintamonas que habitan en mi ciudad. Gente que se arriman a conocidos artistas para medrar en sus vidas y negocios. Gente maliciosa que montan sus negocios con slogans como "De la música también se vive" y luego explotan a los músicos noveles pagándoles el bocadillo y unas cervezas. La frase “prefieres los tributos a la creación” forma parte de esa canción y salió de la boca de uno de estos tipos. Algo que me pareció indignante porque toda persona medianamente inteligente sabe que sin creación no existiría esa basura mal llamada “tributos”.
También aparece recogida en el directo “Si te gustan los toros mata a los toreros”, un temazo que estuvo a punto de lanzaros al estrellato. ¿Qué faltó para acabar de asentaros en las alturas?
Juan: Creo que en 1992 España no estaba preparada para un tema como este. El mundo del toreo era intocable. Y aunque llegó a sonar hasta en “40 Principales” existía una censura encubierta que no permitió que llegara a donde debería haber llegado. Hoy ya se han cerrado varias plazas de toros en todo el mundo y nos alegra haber contribuido para acabar con semejante basura. Las tradiciones están para romperlas porque por suerte vamos evolucionando. Y quien se divierta con esto o tirando una cabra desde un campanario, debería entrar por urgencias a la sección de psiquiatría de su hospital más próximo. Actualmente estamos a punto de lanzar una reedición de esta canción con colaboradores de Argentina, México, Perú, Ecuador, Colombia y España.
No sé si el gran público conoce tu trayectoria, entre la que destaca haber formado parte de Madson, la banda que compartías con tu hermano Jorge. ¿Hay algo de material de la banda que pudiera ver la luz en un momento dado?
Juan: Madson fue mi primer grupo serio, lo formamos en 1976 cuando yo aún era un crio. Tocábamos de una forma muy macarra casi “punk” y enviábamos las maquetas en formato de cinta abierta a sellos como “Chapa Discos” de Zafiro perteneciente al Opus Dei. Este sello editó casi todos los discos de rock de la época. Pero nuestras maquetas llegaban devueltas con una nota que decía: “Textos excesivamente duros y demasiados punteos” (Risas). No me extraña quién iba a publicar en esa época “La canción del macarra” que de aquella decía: “Soy un macarra soy un hortera me lavo la polla en el lavamanos” (Más Risas). Creo que se conserva alguna cinta de aquellas, que forman parte de la historia de ambas bandas.
¿Cuál fue el motivo real de la separación de la banda?
Juan: He escuchado mucha basura sobre eso en la que se me inculpaba. La realidad es que el grupo necesitaba un disco con urgencia para evolucionar y nos tenían vetados. Un amigo de Jorge tenía un grupo de rock sinfónico en esa época y necesitaba músicos para grabar un LP. Nos llamó al Mingla, nuestro teclista, y a mí para que metiera el bajo. Compartíamos local de ensayo y aceptamos ayudarle temporalmente. Por la mañana ensayábamos con Madson y por la tarde preparábamos las canciones a grabar con su grupo, sin faltar a ningún ensayo y cumpliendo ambos compromisos.
A Jorge no le gustó la idea a pesar de que era su amigo y empezó a ponerse celoso y a inventar cosas raras. Al final Madson acabó disolviéndose. Un año más tarde me propuso montar Ilegales. Desestimé la oferta porque quería hacer mi propia música y monté Los Ruidos. Creo que nunca me lo perdonó.
También eres en parte responsable del sonido en directo con el que Ilegales epata al mundo allá por los ochenta. ¿Cuál era el secreto de que el suyo fuera el mejor directo de la época?
Juan: Un año y medio después me llamaron para que ejerciera de técnico de sonido y acepté. Le pasé un contacto que en realidad era para “Los Ruidos” y lograron editar el primer álbum. Las fechas empezaron a multiplicarse, al principio viajábamos hasta metidos en la caja de la furgoneta que no pasaba de 90kms/h, sujetando las guitarras y equipo que se movía por horribles carreteras. Después llegaron las giras interminables y hoteles de lujo para ellos. Alquilábamos el equipo a empresas de Madrid. A mí me tocaba viajar con otros técnicos mercenarios de toda España, metidos en un camión Pegaso Comet en condiciones infrahumanas. Salíamos desde la glorieta de Marqués de Vadillo en Madrid. Años más tarde le compramos el equipo a Víctor Manuel. Sí, el de la canción “Vivo en la carretera” , que decía: “El equipo aquel nunca suena igual qué misterio habrá”. Y efectivamente, nunca sonaba igual (Risas). Conseguimos dos años consecutivos el premio a mejor directo nacional por votación popular de Radio-3. Había descubierto una nueva faceta profesional que me apasionaba. Creo que formamos un buen equipo de trabajo con grandes amigos y los resultados eran cojonudos. El truco radicaba en que yo era uno más del grupo, pero ocupando la mesa de sonido. Sabía todo de la banda, en su momento de máximo esplendor. Si notaba a mi hermano tocado de la garganta, me dolía a mí también y le sumergía la voz entre la reverb y el eco. Éramos una familia. Por eso lográbamos ese sonido.
Ya sabes que la banda de tu hermano es una de nuestras favoritas de siempre. ¿Qué valoración haces de la carrera de Ilegales?
Juan: No es nada nuevo que han sido probablemente la mejor banda de rock nacional durante muchos años. Independientemente de lo musical, donde saben manejarse con fluidez por diferentes estilos. Al igual que nosotros, creo que lo que los diferencia con claridad de otras bandas es el uso de un lenguaje afilado y punzante. Con el que muestran situaciones que la mayoría de los grupos no saben relatar o lo hacen rozando la ordinariez o en su defecto la cursilería.
También has trabajado con un montón de músicos de categoría, entre los que nos han llamado la atención Lola Flores y Camarón de la Isla. ¿Qué destacarías de ellos? ¿Se daban buenas farras después de las actuaciones?
Juan: Como técnico he trabajado con gente tan dispar como Dr. John, Exploited, Weather Prophets, Ilegales, Extremoduro, Celtas Cortos, Los Panchos, Los Pistones, Semen Up, Lola, Lolita y Carmen Flores, Raphael, Sex Museum y hasta el mismísimo Camarón de la Isla. Como buen profesional, me gusta decir que: “lo que pasa en la cancha se queda dentro”. Es secreto de confesión (Risas). Los músicos siempre hemos sido un gremio bastante golfo, no es ningún secreto.
¿Cuál será el siguiente paso de Los Ruidos?
Juan: Los Ruidos seguimos creciendo. Aún tenemos muchas cosas por hacer y que decir y vamos a ir narrándolo a través de nuestras canciones en formato single como se hacía en los 60 y 70's hasta completar otro LP. Todo esto acompañado de una gira por todo el territorio nacional. Tenemos seguidores al otro lado del charco y nos encantaría llevar nuestro directo también a varios países de América.
Por cierto, ¿te has animado a aparecer en el próximo documental sobre Ilegales?
Juan: Me llamaron para hacer “Mi vida entre las hormigas”, pero no me convenció la idea. Aparecía mucho “satélite” (Risas). Esta vez hemos llegado a un acuerdo. Les conté muchas cosas interesantes. Espero las utilicen y no salga el “pintamonas” de turno como conductor del documental. (Muchas risas)