LA ÉLITE: "Nuevo punk"


Por: J.J: Caballero

Punk para bailar. Synth pop para gritar. Rock industrial para epatar. Todo intento de definición vuelve a quedarse en solo eso, un querer y no poder clasificar la música que nos llega (o no) a tocar algún resorte imposible de nombrar. La que practica este dúo formado por Nil Roig y David Brugués, leridanos de nacimiento y educación, es tan intensa que a veces puede incluso molestar. Por sus letras, maceradas y reelaboradas después de un tiempo de cocción prudencial, pudiera pensarse que lo único que persiguen es transgredir ciertos patrones, o así se derivaría de títulos como “Transpotting”, en el que colaboran los también rabiosos The Parrots; “Me ha llamado el tetico”, con la ayuda inestimable de otros adscritos a la causa como Ben Yart y Mainline Magic Orchestra; o “Nuit folle”, una absoluta boutade en la que destrozan tópicos gabachos travestidos de banda de elecrónica y armados del sonido irreverente que en general inunda todo este “Nuevo punk” del que son adalid, para modernizarlo y transportarlo a nuevas dimensiones.

Ya en los dos EPs anteriores se vislumbraba que LA ÉLITE (ellos prefieren hacerse leer y oír así, en mayúsculas) habían venido a dinamitar algunos conceptos que en los parámetros sonoros en que se mueven parecían ya inmutables. Entremezclando el siniestrismo de Joy Division con el rock estandarizado de los noventa e incluso especiando su propuesta con unas pizcas del muchas veces denostado rock radical vasco, comparten de forma parecida esa filosofía de la desesperación y la apuesta por el hedonismo vitalicio que resultaba, y resulta, en unas canciones que suenan a burla (“Sixpack”, “Mata a tu jefe”), a pura necesidad de evasión (“A 180 con mi monopatín”) y que llenan de ritmo e intensidad historias llenas de intrascendencia (“Marlburro”, “Puti cluf”) en las que se miran a ellos mismos para reflejar el mundo en el que viven. Solo el abuso del autotune y el abundar en el estereotipo en algunos pasajes les resta credibilidad, por muy “Contento de ser feo” que se sienta alguno.

Autodefinidos como “chusma de instituto”, lo que un grupo como este ofrece está lejos de ser algo perdurable en el tiempo. Por ahora se les da muy bien grabar temas divertidos, compartirlos con quien pueda sentirse identificado con lo que cuentan y disfrutar del aquí y ahora como promesa de futuro. Ese en el que, como algunos de sus referentes, parecen no creer para no creerse algo que realmente no son. Tampoco lo pretenden.