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Entrevista: Ilegales


“Ilegales teníamos un aspecto de maníacos de cuidado” 

Por: Javier González 

No ha hecho falta traer hasta el presente las canciones de “Ilegales” puesto que viven instaladas en el hoy. Las historias que Jorge Martínez canta casi en primera persona dieron forma a un disco mayúsculo y rotundo que no ha envejecido ni un solo ápice pese a los cuarenta años que lo contemplan. 

Uno de los mejores trabajos de rock en castellano de la historia reeditado ahora en diversos formatos, algunos de auténtico lujo, donde al conjunto de canciones que todos conocemos se le añaden cortes que vieron la luz antes en formato single, maquetas y algunos directos capaces de dejar a las claras la calidad técnica y el anfetamínico día a día que vivían Ilegales en uno de los mejores momentos de su carrera. 

Jorge Martínez nos recibe en el marco de una intensa jornada promocional en las lujosas oficinas de Warner, su mano fuerte nos estrecha a la par que sus brazos regalan un cariñoso abrazo, parecido a aquel con el que nos quitó el respeto, casi temor, que sentíamos por su figura una mañana de frío en el centro de Madrid hace demasiados años ya. 

No deja de sorprendernos estrechar unas manos capaces de atesorar tanto talento como capacidad de destrucción. Clavamos la mirada en él. Estamos ante un tipo muy vivido al que nos aproximamos a través de sus letras y que un día nos brindó la oportunidad de conocerle más de cerca. Muchos se quemaron por acercarse demasiado, otros simplemente fuimos elegidos para librarnos. Le amas o le odias, no hay más. Su persona no admite equidistancia. Es un mito del rock en castellano. Respetadle o se hará respetar. Hará muertos antes de morir. Y a nosotros eso es algo que nos encanta. Os dejamos con el mejor, con el señor Jorge Martínez

¿Qué tal estás Jorge? 

Jorge: ¡Bien! De puta madre. Alegre y despreocupado como siempre. 

Andáis inmersos en una vorágine importante por partida doble ya que a las presentaciones en vivo de “La Lucha por la Vida”, hay que sumarle la celebración por los cuarenta años de la edición de “Ilegales”, cuya reedición acaba de ver la luz. ¿Demasiado buen material para un concierto al uso no crees? 

Jorge: Bueno… es un muy buen material. Joder estoy viendo el disco por primera vez y qué buen color han conseguido. Está perfecto. Es un gran disco. La canción que mejor define los años ochenta es “Tiempos Nuevos Tiempos Salvajes”, igual es mi elección quizás otros se decantarían por algo más pop. De lo que no me cabe duda es que los años ochenta eran como los define “Tiempos Nuevos Tiempos Salvajes”. No solo la parte norte del país con la reconversión, el cierre de industrias y empresas, ni por la capitalización de los escombros, cuando una empresa vale más destartalada que en funcionamiento. También todo el momento en que por el mercado de valores nos hicieron pasar por un trance difícil. La canción que mejor define aquel momento se incluye en este disco. 

Como hace poco hablamos acerca de “La Lucha por la Vida” quiero entrar a fondo en la reedición. ¿Qué recuerdas del proceso de composición y grabación de uno de los cinco mejores discos del rock nacional? 

Jorge: Teníamos un equipo pequeño y precario, pero era suficiente, no hacía falta más. No había dudas. A veces cuando puedes elegir surgen las dudas y el camino se hace más tortuoso y menos directo. El equipo era tan deficitario que a veces fluctuaba la grabadora y se tenían que hacer nuevas tomas. Podía parecer que éramos un grupo novato, pero qué va, teníamos las cosas muy claras sobre lo que queríamos hacer. 

A vuestro favor jugaba que no erais unos recién llegados. 

Jorge: Ilegales tenía un bagaje, veníamos de Madson y Los Metálicos, también había una colección importante de canciones a las que había que dar salida. Habíamos esperado para hacerlo porque veíamos que no existía una industria capaz de acoger todo esto. Nos habíamos impuesto estar quietos con lo que conlleva puesto que fácilmente hubiéramos podido explotar. Éramos personalidades conflictivas, gente que veníamos expulsados de otras bandas y con unas vidas que a otros músicos les causaban pánico. El tipo de mensaje que queríamos dar era diferente. También lo era nuestro aspecto físico, teníamos un aspecto de maníacos de cuidado. 

Los Metálicos, Madson y las orquestas donde interpretabas tus odiados pasodobles. ¿Qué aprendiste durante los años de mili hasta plasmarlo en aquellas canciones aún hoy incendiarias? 

Jorge: Se aprenden muchas cosas en una orquesta, lo que debes hacer y sobre todo lo que no. Las costumbres de aquellos músicos eran tremendas. Había músicos de casi ochenta años con unas adicciones tremendas, también con unos conocimientos que me transmitieron que eran de agradecer. Con ellos pude escuchar música que nunca había escuchado. ¡Joder, había cosas increíbles, coño! Música psicodélica y cosas imitadas por Beatles y Rolling Stones, pero mal hechas. Y te explicaban cómo se hacía aquello, pero bien hecho. Mi cultura musical y vivencial aumentó mucho con aquellos buenos o malos ejemplos. En fin, hay cosas que os contaré “off the record” creo que no tenemos tiempo para hablar de ellas. 

Jorge, todos sabemos que la portada es obra de Ouka Lele, pero nunca he sabido la historia que hay detrás. ¿Fue un diseño propio, un encargo, se trabajó sobre una idea previa? 

Jorge: Paco Martín me preguntó: ¿Qué portada quieres para esto? Había tres muy importantes: Una chica con una cosa electrónica en las manos, otra que era un deportista chutándose y la última que era esta. Dije, “esta es la que quiero”. Me dijo que la conseguiría y cumplió su palabra. Paco lo hizo, tenía muchos cojones. Hizo el disco a pesar de que le retiraron la subvención del estado en Ariola, porque RM era una independiente dependiendo de Ariola. Paco la gestionaba con independencia hasta que le cerraron el chiringuito porque muchas cosas que hizo no funcionaron, a pesar de la visión que tenía Paco para descubrir artistas. Sin embargo, este disco sí funcionó. La realidad es que al igual que las canciones, este tipo con su corbata al viento y apuntando directo a la sien sigue impactando. Jorge: Me encanta esta portada. Siempre me han caído bien los suicidas, gente que tiene el valor de morir de propia mano. Me parece una forma digna de morir. Me la he jugado en montón de ocasiones en el mar, en conciertos de altísima peligrosidad y con altas velocidades en la carretera, en vías donde no había más conductores. No me subo a una moto desde 1990, me he prohibido subir a una moto y a un caballo. 

Dentro de estas composiciones. ¿Cuánto hay de historias cercanas y de relatos en primera persona? 

Jorge: Tendría que mirar el listado de canciones -agarra el disco, lo da la vuelta y mira-. Son todas escritas en primera persona. Es muy próximo, muy yo. Podría ser el retrato del mundo en que vivía en 1981 y años anteriores. Podría hablar de cada canción y definir lo que cada corte cuenta, pero no es aconsejable porque limitas la libertad de quien interpreta. Las canciones de este disco y casi todas de Ilegales están hechas de pinceladas que con distancia se pueden interpretar de distintas maneras, dependiendo de la hora del día y del estado de ánimo, inclusive. Es lo que he intentado con casi todas las composiciones que he hecho. Algunas canciones pueden ir más definidas, pero me gusta el estilo impresionista tanto en la música como en pintura. Esto es rock impresionista. 

Son un puñado de temas que miran atrás y anuncian lo que se nos venían encima con una absoluta vigencia hoy día. ¿No te da miedo haber sabido leer tan bien el futuro? 

Jorge: Mira que me joden los profetas, pero no cabe duda soy uno de ellos. Esa puta raza. En esta época también hice “Europa ha Muerto”, “Revuelta Juvenil en Mongolia”… se venían las revoluciones estudiantiles tan heavys de la época. Estuve personalmente en alguna en la facultad. “Los censores vocacionales me parecen unos castradores” Nunca has sido sospecho de corrección política ni de ser nazi. 

¿Qué te parece que “Heil Hitler!” haya sido rebautizada como “En la Noche Alemana” en ciertas plataformas? ¿Crees que al final va a ser verdad que van a acabar ganando los malos? 

Jorge: Se ha hecho para que mucha gente la pueda encontrar en esas plataformas. Me parece una mierda. Estos censores vocacionales me parecen realmente unos castradores. No han entendido la canción, ni el mundo ni nada. Qué le vamos a hacer. En ciertos medios hay que mantener esa cortesía. No puedes tirarte pedos en casa ajena. Y en el convento está mal visto blasfemar. Fuera de esos sitios se puede hacer todo, solamente toca respetarlos en su casa. Una vez en Alemania dije “En la Noche Alemana los judíos rezan” porque creían que era una crítica del fascismo en Berlín. La empezó a traducir Hans, un tío que estudiaba allí humanidades, más tarde se vino a vivir a Oviedo y luego a Gijón, nos hicimos amigos porque es muy buena gente. El caso es que al llegar a esa frase, se hizo el silencio, nadie traducía. Comenzaron a desconectar todo. Le dije Hans, “diles y traduce a estos señores que con tanta prisa recogen todo, que los que han matado y masacrado judíos son sus padres y sus abuelos, yo no he masacrado ninguno”. Lo hizo muy valientemente. 

En esta reedición con Warner, encontramos desde un formato sencillo, hasta múltiples que incluyen ediciones de auténtico lujo con material extra. 

Jorge: Ellos fabrican, la discográfica soy yo. De hecho, en los directos vendemos más que en las tiendas. Y es mejor tenerlo porque hay gente muy irascible. Siempre me anda diciendo el chico del merchandising que le mandemos copias de sobra porque un día va a haber problemas. Se han agotado todas las copias que teníamos, tanto de este como de “La Lucha por la Vida”. Hay mucho coleccionismo en vinilo. 

Nunca me acaba de quedar claro, ¿el estudio está en tu palacio de Bolgues? 

Jorge: En Bolgues ensayamos a veces. El estudio está en una montaña cerca de Oviedo, a unos ocho kilómetros, puedes ir andando, alguna vez lo hago de noche. A veces voy de noche, me encuentro jabalíes, bichos de todo tipo. Un día volviendo vi a un erizo chupándose la polla a sí mismo y a veces me encuentro a alguna pareja homosexual chupándosela unos a otros. Estos no son erizos. Al erizo le alumbre y siguió dándole hasta que percibió que la luz no era natural y se piro con sus espinas a cuestas. Así son los erizos. (Muchas Risas) 

De entre todo el material extra destacan las tomas en directo, donde estáis totalmente pasados de anfetaminas. ¿Tanta química consumíais? 

Jorge: Eran alcohol y anfetas sobre todo. Las anfetas no eran peligrosas, ni incluso mal usadas como las usábamos nosotros. El vacío que dejaron las anfetaminas al ser prohibirlas fue cubierto por drogas más perniciosas sin ningún tipo control médico. Aquello sabías qué era ante una posible intoxicación. Ahora el nicho ha sido rellenado por cosas que no veas. El otro día un chaval de un grupo acabó en una sala acolchada tirándose contra las paredes. No voy a dar nombres, pero es un tipo con mucho talento. Antes hablabas a su puta madre, amargabas a todo el mundo y te salía una baba blanca bastante repulsiva en la comisura de los labios, pero poco más. Recuerdo en los años setenta-ochenta al lado de la ruta de los vinos de Oviedo un local en que había montañas de botes de Maxibamato, montañas más altas que yo. Todo el mundo iba tirando allí su bote. No sé cuánto tiempo estuvo aquello. La peña iba muy colocada. La generación anterior lo hacía con vino de muy triste calidad, he tocado con gente muy puesta de vino y coñac, totalmente tóxicos y destructivos. Había un tipo que meaba sangre en una de las orquestas. Le decías: “¿Qué es eso?”. Deja el coñac hijo de puta, no das una y te babas por el saxo que está lleno de babas siempre. Era un tipo con cuarenta años que aparentaba setenta. Era un gran músico en la primera parte del pase, pero en los siguientes pases era horroroso. 

En los directos y en el día a día de Ilegales, ¿había tanta violencia como se ha transmitido? 

Jorge: La violencia no era solo nuestra. Nunca he recibido violencia en casa, está impresa en todos los seres humanos. Ese pretendido mal como diría Konrad Lorenz. Ahora se asume que el colegio es un medio muy violento, imagina como era en los ochenta y décadas anteriores. No sonaban violines allí dentro. Cómo crees que puede acabar un concierto en que se incluyen punks, mods, rockers, heavys, modernos… tiene que explotar. A veces explotaba a la segunda canción. Éramos parte de aquello, lo contamos y no nos santificamos a nosotros mismos como hacen muchos otros. Estábamos metidos en ello directamente. ¿Qué íbamos a hacer? Defendernos adecuadamente. Todo el mundo sabía que éramos eficaces en defendernos y acabar con los problemas por la vía directa. Recuerdo alguna vez tener que bajar del escenario, poner paz con nuestros medios y subir para decir: “Revuelta Juvenil en Mongolia” segunda parte. 

Quien os vio en directo en aquellos años habla de una banda sin parangón en el panorama estatal. 

Jorge: En aquella época nos permitíamos todo. Nos creíamos poder jugar con el tiempo y lo hacíamos. Con el primer disco había poco repertorio y podíamos hacerlo. Ahora todo el repertorio va muy medido, en el rock al Parque de Bogotá tenemos una hora y vamos a tocar veinte canciones empaquetadas al máximo. Tengo que hablar poco. Si te tomas unas anfetas como antaño que no parabas de hablar se acabó el concierto. En el Chaminade dimos un concierto de dos horas cuando el repertorio eran cuarenta y cinco minutos. Había gente subida al escenario, nunca habían estado en una experiencia como aquella y fliparon. 

¿Qué opinión tenían el resto de bandas de vosotros sabiendo que a nivel técnico eran manifiestamente inferiores? 

Jorge: Nadie tocaba como nosotros es la realidad. Lo llevaban bien casi todos, algunos se ponían un poco tal… La gran mayoría te preguntaban por tu guitarra, les decías que afinaran o les quintabas las guitarras. Les daba consejos sobre cómo cambiar cuerdas por otras del mismo calibre. Recuerdo haber puesto a una banda el bajo y dos guitarras bien. Habérselas regulado antes de tocar. Me vieron con la guitarra destripada, sin cuerdas, sin puente, conectándola y soldándola. Me dijeron: “No vas a poder tocar, coge otra guitarra”. En siete minutos la tenía preparada y afinada. Se la dejaba para que la tocaran y me decían que sonaba mejor que las suyas y que si podía hacer lo mismo a las suyas. Una de aquellas bandas fueron Los Pistones. Ambite que es un gran amigo, un tipo muy majo. Y aquello se hizo con muchas más bandas. 

Es algo que sigues haciendo, días atrás hablé con Jorge Explosión quien me dijo que recientemente le has echado una mano y sé que has ofrecido ayuda a Bunbury para solventar sus problemas vocales. 

Jorge: Sí, tenía un problema en su último disco que detecte nada más oírlo. Me ofrecí a Bunbury para ayudarle, me dijo que había probado todo, pero nada le había funcionado. Le volveré a escribir. Creo que es una etapa, se recuperará, ya verás. 

Por el camino de los ochenta hubo tiempo para grabar dos álbumes más míticos: “Agotados de Esperar el fin” y “Todos están Muertos”. ¿Te vaciaste tanto en aquellos años que como cuenta la leyenda tuviste que perderte un buen puñado de años por los bares? 

Jorge: Es posible que me vaciara en aquellos años. Confieso que he vivido, eso recarga las pilas. Correr aventuras no todas saludables y algunas increíblemente peligrosas, te llena y te recarga. También debes asumir el riesgo que sea un viaje sin retorno. 

Sabemos que ya tenéis muy avanzado un nuevo documental y creo que hay en camino nuevas reediciones. 

Jorge: No paramos un momento. Ilegales se mueven constantemente. Me estoy dedicando muy fuerte a la música, me entusiasma. Hubo unos años muy etílicos, acumulé experiencias muy valiosas, pero he vuelto con fuerza. 

Te joden los profetas, pero para algunos de nosotros tus letras son lecciones de vida que tomamos como oraciones. ¿Eres consciente de la importancia de Ilegales para la vida de muchos de seguidores de la banda? 

Jorge: Sabes con qué canción he visto una oración con “El Corazón es un Animal Extraño”, en un medio totalmente violento, ahí sí que vi una oración. La gente la murmuraba en medio de los conciertos. Me halaga que me digas eso. ¡A ver si quedamos para tomarla, joder!