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Entrevista: Carlos Ann


“Vivo entre lujos y otras miserias” 

Texto y foto: Javier González

Carlos Ann siempre me pareció un freak, un ente extraño y un verso libre descarado. Sus canciones no eran comunes ni pretendían agradar. Seamos francos, eran extrañas, oscuras e incómodas. Poco a poco pude conocerle más de cerca hasta hacerme una idea concreta de su personalidad: Bohemia y atrevida, decididamente enérgica, propia de un tipo enamorado de la vida que sabe perfectamente cuál es su rol dentro del mundo del espectáculo. 

Vuelve con “El Disco Negro”, otro trabajo alejado de la autocomplacencia, donde fórmula preguntas que pretenden azotar conciencias para crear himnos de puro desasosiego entre capas de guitarras y sintetizadores en el que quizás sea su trabajo de espíritu más rockero. 

Quedo con él a los píes de la estatua de Federico García Lorca en la madrileña Plaza de Santa Ana. A lo lejos me intuye, se para y me reta a un duelo al sol entre pistolas imaginarias antes de iniciar una carrera para fundirnos en un sincero abrazo que termina con una mirada emocionada de agradecimiento al genio granadino que nos observa impasible.

Le noto con muchas ganas de dar guerra, en un buen momento vital, feliz en su modestia. Nos perdemos por las calles del centro, antes de encontrar abrigo ante un café y un té. Llega el momento de encender la grabadora y disfrutar de la cordura de este loco maravilloso. 

¿Qué tal estás, Carlos? ¿Cómo va la vida bohemia? 

Carlos: La vida bohemia va, no hay otra. Es la que hay. No separo una de otra, ambas son la misma. 

¿A qué has dedicado los últimos años? 

Carlos: A perderme más. Creo que en la sociedad actual muchas personas están intentando encontrarse y creo que los seres humanos jamás nos vamos a encontrar. Yo he intentado perderme más, dentro de este intento de pérdida me he sentido más cómodo. Me he dado cuenta que no controlo nada de mi vida y me siento mucho más cómodo así. 

Las últimas noticias tuyas que tuvimos fueron aquellas canciones que grabaste junto a Santi Campos. ¿Tenías la necesidad de volver a trabajar con alguien? ¿Qué te ha reportado aquella experiencia? 

Carlos: Conocer a Santi fue una bocanada de aire fresco. Nos conocimos en México después quedamos ya en Barcelona. Tenemos conversaciones muy amenas porque tenemos una conexión muy buena. De hecho, la canción “Los Desubicados”, la primera que hicimos, se realizó tal cual en una sola tarde. Luego entró la pandemia y la segunda, “Historias de Animales”, la hicimos vía online. Santi Campos vuelve a colaborar en el disco con una letra que hicimos entre los dos, “Buenas Noches Madrid”. 

¿Podemos afirmar que “Mapa Mental” era un disco escrito en primera persona mientras que “El Disco Negro” está escrito en tercera persona? 

Carlos: Creo que sí. De hecho, tiene más plural a nivel de voces. Es una voz amplificada donde narran muchas personas. “El Disco Negro” es un disco de denuncia hecho hacia afuera. “Mapa Mental” era más introspectivo. No podía repetir la fórmula, no hubiera sido honesto conmigo mismo. Al sacar un nuevo trabajo entro en otro mundo. A nivel social hay un ambiente súper denso, hay un humo negro que está en toda la sociedad y en cada uno de nosotros. Tenemos que intentar ver algo de luz. No se puede estar bien al cien por cien, para estar bien del todo debería estar bien el entorno. Tal y como está el mundo es imposible. No hace falta hablar de contaminación, guerra ni economía, todos sabemos cómo están las cosas. Creo que es importante pasar por este momento a nivel humano para que nos lleve a otro lugar. El ser humano está empezando a nacer y nos duele el cuerpo. Es cuestión de actitud y de valorar una serie de cosas que te puedan dar una felicidad continuada. Si tienes un proyecto, aunque sea pequeñito, ya sea escribir un libro, un disco o regar unas plantas, tienes algo que te levanta de la cama. Personalmente con lo que tengo es suficiente, si encima miras el entorno y ves que tus amigos y familia están bien es cojonudo. Si me dejan tocar en directo, eso es una fiesta. Con esos mínimos puedo continuar. 

“El Mal y el Bien” es una canción que va en esa onda, hablando de la insatisfacción permanente del ser humano y “Defender lo Nuestro” no cambia demasiado en su temática de un mundo de brazos caídos. 

Carlos: “El Mal y el Bien” muestra que existe una especie de obligación por parte de la gente por sentirse bien. Se están esforzando por sonreír de una manera a veces fingida. Valoro el esfuerzo por ir a yoga y meditación. El yoga lo defiendo porque es sagrado, pero creo que en el momento actual sobran gurús, no son una necesidad en los tiempos actuales. Se deben exterminar, no físicamente, pero sí eliminar del sistema. Un gurú tenía sentido antes de internet, cuando la gente no tenía acceso a la información y enseñanzas. Ahora esos gurús imparten clases bajo su ego, se ha establecido una barrera. Las personas no necesitan ser guiadas pueden encontrar la felicidad en diferentes lugares. “El Mal y el Bien” parece que puede tener influencia de Nietzsche con aquello de “el bien y el mal”, realmente dice que no pasa nada por sentirte mal y tener un día raro. No tienes que esforzarte en aparentar otra cosa. A veces todo es una mierda y está bien que todo sea una mierda. No hay que sentirse mal. “Defender lo Nuestro” es una canción quizás más de denuncia. No utilizo el mal y el bien como una enseñanza católica no va por ahí. Para mí “Defender” es una crítica a que estamos perdiendo el punto de anclaje a la tierra. Hay una perdida de valores en la sociedad que nos está llevando a una destrucción de las formas. No hablo de defender los valores carcas que a nadie nos gustan, hablo de valores personales que son necesarios para poder continuar. Si trabajamos en nosotros mismos podremos ser más felices. 

Musicalmente es un álbum muy Phil Spector, relativamente Bowie y quizás de tus trabajos más rockeros. ¿Cómo lo ves tú? 

Carlos: Seguro que es el trabajo con más energía rock. Te doy las gracias por el comentario y referencia a Bowie. Es un piropo, aunque solo se pareciera en un acorde. Es un disco nacido con libertad. No he tenido que buscar la forma de una manera obsesiva. Hay una persona llamada Christian Martin que me ayudó mucho en el viaje. Es un guitarrista con quien colaboré en pandemia y postpandemia. Tiene un peso importante en el resultado final. 

¿Crees que “Cosas que cosas que nunca se Cuentan” es tu particular “Heroes”? 

Carlos: Ostras. Qué bueno. Ojalá, ya me gustaría. Podría ser. Es una canción donde busqué el sonido “wall of sound” de Phil Spector. Es una muralla de distorsión y sintes que juntas tienen sentido, pero separadas parecen huérfanas dan la sensación de estar en un limbo totalmente solas. 

Dices que actualmente Madrid es tu ciudad favorita a la que dedicas “Buenas Noches Madrid”. ¿Es el foro el sitio más canalla que conoces actualmente? 

Carlos: Es una ciudad canalla. Hay muchas razones por las que me gusta Madrid. Es una ciudad que está despierta y cuya energía continúa. En mi caso, no sé si a otros músicos les pasa, me gusta que haya un cierto delirio, un cierto surrealismo. Creo que Madrid tiene mucho surrealismo hoy día, cosa que antes no existía. Ahora hay una mezcla de muchas cosas que me hace sentir muy cómodo. Además, tengo amigos aquí y las fiestas nunca se acaban, todo eso hace que se quiera mucho a la ciudad. Santi Campos también vivió muchos años aquí, es una ciudad que ama. Esta composición es una visión de dos personas que no son madrileños. Es algo bonito porque no hemos pedido permiso para hacer una canción a una ciudad que sentimos prácticamente como nuestra. 

En “La Canción de los Vivos” formulas una serie de preguntas muy crudas entre patrones de vida muy claros, dando forma a un corte que a mí me hace sentir incómodo cada vez que lo escucho. 

Carlos: Qué guay, es la intención. Cuando estoy vociferando los días de la semana lo hago para darnos cuenta que estamos en la ruleta como hamsters y es muy sano salir de ella. Hay preguntas incómodas porque es una canción para darnos cuenta que la vida no es tan larga y que estamos haciendo una evasión continua cuando deberíamos hacer lo contrario. La intención es que sea incómoda. Me gusta porque en el estribillo no tuve que esforzarme lo más mínimo, solo digo “lalalala”. Me encanta hacer letras así. Tuve claro que era parte de una estrategia para joder al oyente. 

¿Qué harías tú si supieras que solo te queda una semana de vida? 

Carlos: Bueno…lo he pensado muchas veces. Supongo que el último día sería de regocijo total. Intentaría hacer una gran fiesta con la gente que me ha acompañado en esta vida y gastarme hasta el último pavo. Irse o no irse no me preocupa. La muerte es un viaje. Te vas cuando has hecho lo que deberías hacer en este plano. Intentaría desdramatizar todo y darme un abrazo con la gente. Haríamos una gran rave. 

La gente que te desconoce te ve poco menos que como un loco, personalmente desde que te entendí me has parecido un artista en calma, que lanza su mensaje sin presión ni necesidad de rendir pleitesías. ¿Cómo se mantiene una carrera tan marcada como la tuya? 

Carlos: Tener una carrera es tener que gestionar, es algo que yo también hago. A diario hay un rato que debes dedicarlo a ello. También depende del tipo de artista que seas y lo que quieres hacer. Si llevas una vida donde puedas hacer circular tus canciones, dar tus conciertos y contar con un grupo de seguidores que estén ahí, se puede hacer. Para eso debes saber lo que eres y hacia donde vas. No aspiro a ser algo masivo, quizás si lo fuera perdería la calma. Sé lo que soy o al menos sé lo que no soy y no quiero. Quiero una carrera para hacer mis discos y canciones, ser feliz dentro de ese pequeño mundo. Vivo entre lujos y otras miserias. Me pasa ahora. Hay días que puedo vivir en un lujo exceso y al día siguiente estar comiendo pipas en una plaza mientras leo un libro. Continúo estando igual. Quizás ahora me pillo un tupper del día de lujo para el siguiente, nada más. 

¿Qué opinión tienes de esos compañeros de profesión que sí buscan a cada momento estar lo más arriba posible?

Carlos: Es algo que ha sucedido siempre y es algo que hay que entender. Hay propuestas musicales ya lanzadas y masivas que sustentan a muchas familias: Músicos, ingenieros, técnicos etc…se crea una gran empresa. Sin darse cuenta el músico y el artista están en esa vorágine, en su particular rueda de hámster. Cada uno debe hacer lo que le pertenece y lo que le hace feliz, sabiendo cuando parar y cuando no. No creo que sea importante dar muchos conciertos y estar en todos los lados ni creo que pase nada por no estar. Muchos compañeros creen que si no están desaparecen, creo que es una falsedad en la sociedad en que estamos. Personalmente he roto el tiempo, creo que realmente no existe y da igual. Es un concepto muy tibetano que tengo incorporado en mi vida. Todo pasa tan rápido que no te das cuenta y estás en otro lugar. Lo que no puedes hacer es sufrir por no estar en un lugar, acabas yendo detrás del tiempo y es un error. Tienes que dejarte llevar y ser como una hoja que mueve el viento. Soy una persona excesivamente contemplativa. Puedo estar cuatro horas en una montaña esperando que caiga una hoja y lo gozo de una manera increíble. Me encanta el cine contemplativo, aquel con el que la gente se aburre y bosteza. Intento mirar a esa hoja que cae. Me da felicidad. En la vida llevo ese concepto. Ser ansioso para qué, perseguir a quién, estar para qué y por qué. Quiero estar en el presente conmigo y lo que me rodea. Lo que no quiero es no estar conmigo. Epicteto, un filósofo griego que era esclavo, decía que lo único que puedes hacer para ser feliz es controlar lo que tienes en tu interior y lo que abarcan tus brazos. Todo lo que no es eso es infelicidad. Veo a otros compañeros que están en todos lados y si son felices es maravilloso, a mí no me gustaría ser eso porque no vería a la hoja que está a punto de caer. 

Carlos, hay muchas propuestas interesantes y minoritarias que no llegan al gran público por falta de visibilidad. Digamos que los medios entramos en otra especie de vorágine y no siempre les damos cabida. ¿Qué podemos hacer para darles más cabida? 

Carlos: Para responder debería ser periodista. Creo que hay muchísima oferta, normalmente lo que más os llega es lo más grande y lo que más insiste. Las cosas pequeñas cuesta que lleguen mucho para ello deberíais tener un trabajo de investigación muy grande. Eso requiere tiempo y soléis tener poco. Creo que si queremos que exista una revolución artística pasa por creadores y medios que deben abrir los ojos a otros lugares. No es mi campo ni mi ámbito, no soy periodista. 

Tienes fama de bohemio, canalla y fiestero. ¿Es cierto todo lo que se cuenta? 

Carlos: Soy fiestero, sí que lo soy, aunque no fiestero continuado. Me puedo cansar pronto. Necesito fiestas muy diferentes, en diferentes estados, lugares y personas. La palabra bohemio… no entiendo la vida de otra manera. Si la bohemia es estar al otro lado de la sociedad más regida, establecida y común, lo soy. No tengo nada que ver con eso. Canalla, sí, sí, sí. En eso sí te doy la razón. La vida bohemia me va bien dentro de lo que cabe, si en verdad te pones una venda como un asno. Dentro de lo que cabe porque si miras al exterior no estarás nunca al cien por cien bien. Si miro todo te diré que “uf, cómo está el tema”. Creo que sentirse bien es una cuestión de construir que al terminar un proyecto tengas tres más por hacer. Hubo una semana que tuve aburrimiento y hastío. No podía hacer nada. Ni leer ni tocar ni quedar… no estaba en un estado depresivo, pero descubrí el hastío. Pensé que si eso era lo que significaba ser anciano era el verdadero infierno. No quiero volver a saborearlo. Hay que entrar de un proyecto a otro y tener muchas cosas a la vez en la cabeza para no entrar en dicho estado. 

Amas la literatura y la filosofía. ¿No tienes ningún proyecto literario en mente? 

Carlos: He escrito un libro que no sé qué es exactamente, si poesía, narrativa o reflexiones. Una amiga mexicana me regaló una libreta muy bonita negra, la puse en la bolsa y me acompañó durante mucho tiempo. Iba a ir escribiendo sin leer lo que había hecho anteriormente. Me acompañó por México, Argentina y Europa hasta que un día se acabó. Lo leí y vi una relación, pensé que sería interesante que saliera adelante. Estamos viendo cuándo y cómo saldrá. 

¿En qué otras cosas andas enfrascado? 

Carlos: Estoy produciendo a una artista mexicana, Marcela Viejo. Ahora que ya ha salido “El Disco Negro” estoy empezando a componer para el próximo, no me gusta hacerlo hasta que el anterior trabajo ha salido. Desde mi punto de vista no es sano. Todavía tienes una capa que no te deja moverte. Ya tengo ganas de componer. 

¿Será este trabajo el que nos depare la tan deseada gira de conciertos? 

Carlos: Estamos mirando sitios para tocar. En Barcelona lo haremos en Marzo en la sala Textil y en México estaremos el 18 de Febrero en un concierto tamaño club. Volveremos a los meses para hacer la gira que siempre hacemos que será presumiblemente más grande. También andamos consultando disponibilidad de salas y fechas en Madrid, donde tocaremos en Abril y Mayo. 

¿Para cuándo la reedición del disco-libro homenaje a Panero? 

Carlos: Es algo que con Bruno Galindo y Enrique hemos comentado. Nos gustaría editar el vinilo y estamos haciendo fuerza para aportar material nuevo actual. No solo textos de Panero y sí de cada uno de nosotros: Bruno, José María, Enrique y yo. Panero es un personaje incómodo, siempre lo ha sido. Su mensaje choca con la mentalidad actual, pero es necesario en según qué aspectos transgresores. 

Vamos a cerrar pidiéndote alguna recomendación literaria. 

Carlos: Pienso que toda la filosofía actual es cada vez más poesía. No te voy a decir nombres, sí países. Hay filósofos coreanos que están haciendo poesía sin darse cuenta. Sin embargo, la poesía vive en el ego, en el yo, repitiendo muchos patrones emocionales en el súper yo. La poesía debe abrirse y casar con la filosofía contemporánea. La filosofía ya va a ese encuentro. Es el camino. No daré nombres.