Páginas

A-ha: “True North”

 
Por: Javier Capapé

Hace unos años que A-ha no presentaban nada realmente cautivador. Lejos quedaban sus inspirados discos de los ochenta y su regreso la palestra en los primeros años del nuevo milenio. Cuando anunciaron su definitivo adiós con ese “Ending on a High Note” y su recopilatorio “25” pensamos que la despedida era definitiva, pero resultó engañosa cuando cinco años más tarde reaparecieron con el correcto “Cast in Steel”. Siempre han brillado algunas canciones en sus discos, pero aquel no ofrecía nada demasiado nuevo o seductor que justificase su regreso. Hace ahora cinco años grabaron su directo “Unplugged” desde el Círculo Polar Ártico para la MTV, que titularon “Summer Solstice” en su edición física. Las revisiones de algunos de sus clásicos en clave acústica junto a los arreglos de cuerdas que presentaron para la ocasión nos hicieron soñar con unos A-ha reconvertidos tratando de justificar con serios argumentos su actividad internacional más allá de sus trabajos en proyectos paralelos en su Noruega natal.

Ahora se nos presenta un proyecto mucho más ambicioso que aquel “Unplugged”. Una colección de canciones con arreglos orquestales donde cuerdas y vientos realzan el potencial de unas canciones con aroma a clásico, mucho más cimentadas por momentos en el soul de los cincuenta que en el pop sintetizado de los ochenta. Además, este “True North” no es solamente un disco, sino que se ha convertido en un alegato para la conservación de nuestros paisajes, nuestros recursos naturales, nuestro planeta. Una iniciativa para la concienciación y el cambio personal por un futuro mejor. Los ocho mil millones de personas que habitamos ya el planeta somos los responsables de lo que a éste le suceda y del legado que queramos dejar. Un disco al que le podríamos asociar el adjetivo de “ecológico” y que además se nos presenta acompañado de una película con la que recorrer el proceso de grabación de estas canciones junto a la orquesta Filarmónica del Ártico en la ciudad de BodØ, ubicada a tan solo 90 km del Círculo Polar. Allí se encerró el trío con la idea de grabar una sesión de estudio en vivo (de ahí el paralelismo con el mencionado “Unplugged”) y de allí fueron saliendo nuevos arreglos e ideas para el resto de canciones, además de la película en formato largo que capta el paisaje del entorno de BodØ junto a actores que relatan la vida del Norte. La conexión de todos nosotros con el medio ambiente es quizá el leit motiv más claro de esta película dirigida por Stian Andersen, colaborador habitual del trío, que describe estas canciones fusionadas con la imagen de su país como una carta o un poema del extremo norte de Noruega al resto del mundo, como una manera de reflejar la conexión profunda de las personas y su forma de interactuar con el medio ambiente.

Centrándonos en las doce canciones que componen el disco, destaca en todas ellas ese tono majestuoso facilitado por los arreglos de cuerda. Los parajes del norte se hacen visibles desde las mismas, que se convierten en una agradable banda sonora paisajística cargada de simbolismo. El problema es que algunas de estas canciones son tan agradables a nuestros tímpanos que corren el riesgo de pasar desapercibidas como música de fondo. Sus tonos amables pueden hacer que dejemos de prestarles atención más allá de la mitad del disco, pero estaríamos cometiendo un grave error, porque no hay nada desdeñable en ellas. Aunque “True North” cuenta con un gran hándicap, y es que empieza con lo mejor, con “I’m in”, un tema inspiradísimo, uno de los cénits en la carrera de los noruegos, con esa letra conmovedora que refleja el compromiso como acto de fe. Una canción que se convierte en actitud, desde la calma de sus primeras frases (“Inhala, solo respira…”) hasta el potencial para cambiar nuestro mundo como temática. “I’m in” se nos presentó el pasado julio y, para sorpresa de muchos, supuso un soplo de aire fresco en la carrera del trío. Las programaciones o sonidos más electrónicos tan utilizados por ellos dejaban paso a lo orgánico, dando como resultado un tema sobrecogedor y emocionante con un crescendo final que pone los pelos de punta. Posteriormente nos llegó la suave y más acústica (dominada por los arpegios de guitarra) “You have what it takes”. Ésta volvía a incidir en el cambio que proponía A-ha, dando más protagonismo a lo acústico por delante de lo eléctrico, primando los arreglos cuidados y necesitando rodearse para ello de una gran orquesta que empastase con sus formas más pop.

Más allá de estas dos canciones lanzadas previamente, el resto del disco posee también algunas referencias a sus clásicos. “Bumblebee” recuerda ligeramente a “The Living Daylights”, pero ésta casi con más estilo Bond que aquella, y la canción que da título al disco podría ser una remozada “Stay on these roads”, convirtiéndose casi en un plagio de sí mismos, pero que a pesar de eso nos encandila, como en sus “años mozos”.

Hunter in the Hills” se muestra ligera y fresca entre su bajo embriagador y esos aportes orquestales que suenan tan naturales como antes lo hacían los sintetizadores, algo que también ocurre con la más pop “Forest for the Trees”, donde casi es la primera vez que escuchamos tímidamente las guitarras eléctricas (y eso que ya hemos pasado el ecuador del disco). Magne Furuholmen deja más espacio para que brille la orquesta en sus composiciones, que antes se iban hacia los teclados, y Paul Waaktaar-Savoy concede algo más de protagonismo a las guitarras, pero sin excederse, porque aquí lo que más importa es aprovechar a esta Filarmónica del Ártico y esperar que el trío forje sus lazos gracias al poder de la esencia. Las idas y venidas de los tres miembros de A-ha se han debido siempre a sus diferencias en el estudio y a su particular forma de compensar sus composiciones entre sus dos multi-instrumentistas. No siempre han salido bien parados sus pactos en estudio, aunque en directo han logrado el equilibrio. Sin embargo, éste no es un disco para el directo, está más pensado para escuchar al calor del fuego. Además, sería bastante difícil lograr una adaptación fiel en vivo si no es con orquesta, y los destellos del lote podrían desmerecer. Por lo tanto, y mientras llega una posible adaptación al directo, dejémonos seducir por las sedosas “As if” o “Bluest of Blue” (una de esas píldoras armónicamente irresistibles que tan bien han sabido ofrecernos a lo largo de su carrera), permitámonos alzar los brazos con la más rítmica “Make me understand” o sumerjámonos en el minimalismo electrónico de “Between the Halo and the Horn”, que es a su vez una de las más cinematográficas del lote. Y es que este disco también destila mucho aroma a película clásica, no porque haya sido concebido en paralelo con el documental citado sino porque sus arreglos se prestan a ser entendidos como la banda sonora de una película tanto del cine social como del más negro. Paisajes, atmósferas… todo encaja entre sus surcos. Y por encima de todo la eterna e inalterable joven voz de Morten Harket, que nos lleva siempre a ese tiempo en que nos engatusó con el imprescindible “Hunting High and Low”, con el más sombrío “Scoundrel Days” e incluso con el más emotivo “Memorial Beach”. La misma voz que nos volvió a enamorar después con su renacer más acertado encarnado en la insustituible “Summer moved on” y que nunca envejeció, ni en sus más recientes escarceos como “Foot of the Mountain”. Morten Harket está lleno de alma y en estas doce canciones se desparrama. Serenamente nos llama la atención y se funde con nosotros.

Definitivamente este disco se entiende si se degusta con calma, respirando en paz y dejando que ese aire que inhalamos nos haga ver todo un mundo de posibilidades en nuestras manos. Todo un renacimiento. No sé si esa era la intención real de los noruegos, pero han logrado que “True North” sea su verdad y, al mismo tiempo, la de una humanidad necesitada de tiempo y reflexión para hacer de cada oportunidad algo nuevo. Una reflexión para un cambio posible, que podría empezar con los primeros compases de este disco y crecer hasta cerrar con el cántico pastoral de “Oh my Word”.