La nueva andadura de Pablo Fugitivo sigue deparando agradables sorpresas; ya han pasado tres años desde el significativo “Voy Solo”, una pirueta necesaria, decidida, con la que coger el toro por los cuernos y lanzarse a la aventura de no esconder su mensaje tras el nombre de ninguna banda, dando la cara para dejar claro que tenía muchas cosas interesantes que cantar en fondo, forma y, por supuesto, mensaje.
La segunda muesca en su revólver se llama “El Club de los Insomnes”, una docena de composiciones con firma de autor, donde el rock es el cuerpo común en unas canciones que oscilan desde la modernidad de aspecto indie, “Quiero Vivir Siempre en un Sábado”, se percibe una adaptación personalísima de bandas como War on Drugs, pasando por el rock aguerrido, envolvente y nostálgico de “La Balada de Courtney Love”, un trallazo en toda regla; los ambientes crudos y oscuros de “Todo Está en el Aire”, el blues arrastrado de letanías góspel de la brillante “Días de Furia”, su particular mirada a la memoria y la distancia entre generaciones con la dolorosa “Madre” -¡por Dios cómo suena esa Hammond!- y esa azarosa narrativa sobre la vida del músico por vocación que es “Queroseno” que nos muestran a un artista de mente abierta, capaz de afrontar estilos variados sin por ello perder el norte ni la eficacia.
Y por el camino sigue regalando estampas a ratos costumbristas como “Largometraje”, cortes malencarados como “Rata con Cola de León”, una historia digna de ser escuchada con recitados a la altura del mejor Dylan, y un final de infarto, el que supone “Páginas en Blanco”, vacilón, serpenteante y escrita con jirones de la propia piel, donde Pablo no esconde su origen malagueño y en la que se hace acompañar por El Manin.
“El Club de los Insomnes” es la constatación de la grandeza de un secreto a voces llamado Pablo Fugitivo. A ratos emparenta con Dylan y Tom Petty, por momentos se acerca al Quique González más íntimo y certero, llegando a la frontera de los Jonnhy Cash, Phil Ochs y Woodie Guthrie más incisivos y sociales, sin renegar de ciertas querencias y sonoridades más pop y modernas, pero todo ello desde una perspectiva personalísima, donde juegan a su favor unos textos en los que cristaliza un autor amante de las experiencias vividas que vuelca su pasión en cada acorde y frase en el marco de uno de uno de esos álbumes de los de antes, de los que son capaces de crecer a cada escucha.
Por favor, den una escucha a las canciones de Pablo Fugitivo, no permitan que otro se lo cuente. Rock en castellano y de calidad, definitivamente no todo está perdido.