Por: Txema Mañeru
Trout es mucho más que un superviviente del blues; es un genuino superviviente de la vida misma, tras sufrir una gravísima enfermedad hepática que le tuvo varios años al borde la muerte. Trout nos lo contó en el último BBK Music Legends, en uno de los pocos momentos en los que el sonido no fue mágico. No obstante, pudimos gozar de su maestría con la guitarra y de la potencia de su renacida voz negroide.
Su anterior disco, “Blues Survivor” (Provogue / Mascot / Top Artist), ya nos lo devolvió en plena forma, bien acompañado por Robbie Krieger (The Doors) o Sugar Ray Rayford y con mayoría de composiciones propias. Poco antes le habían ayudado gigantes del blues como Charlie Musselwhite, Sonny Landreth o John Mayall, además de grandes compañeros en el sello Provogue como Joe Bonamassa, Warren Haynes, Kenny Wayne Shepherd, Robben Ford, Joe Louis Walker o Mike Zito. Todos ellos le arroparon en su nuevo nacimiento, “We’re All In This Together”.
Pero “Ride” (Provogue, Mascot / Top Artist) es, además de un gran disco para viajar, algo mucho más personal. Este superviviente que tocó ya en los ochenta en los Bluesbreakers de John Mayall y luego hizo de solista para John Lee Hooker, Canned Heat o Big Mama Thornton, está respaldado por su habitual y gran banda de directo y se ha marcado un set de canciones propias que transitan todos los caminos del blues y el rock. Con especial mención para el sensacional trabajo con los teclados de Teddy Andreadis. “Ride” es un disco confesional que se abre dejando paso a sus propios fantasmas en un primer tema, en forma de un medio tiempo de casi hard-rock, como "Ghosts". Le sigue el igual de poderoso, o más, tema titular, con algunos de los más espectaculares solos de los muchos que distribuye a lo largo de todo el disco. En ambos temas comienza a hacer ya estragos el Hammond de Andreadis. Pero lo hace aún más en una espectacular balada como "Follow You Back Home". Una canción, también aplicable al caso de otros lentos como el también single "Waiting For The Damn", en la que es fácil acordarse de los punteos del popular Gary Moore, que brillarán a su vez "So Many Sad Goodbyes", adornado con un reseñable piano y órgano y un gran trabajo en los coros. Aspecto, el del perfecto acabado de las composiciones, en el que sobresalle la tarea a lo largo de todo el disco del gran y prestigioso productor, Eric Corne.
Pero en este disco, número treinta a sus 71 años, hay mucho más a destacar. Es el caso de su genialidad con la armónica en un tema, en el que colabora en su composición Marie Trout, titulado "High Is Low", siendo el piano honky tonk el que sobresale en una "Leave It All Behind" de claros latidos southern rock. Los toques soul de "I Worry Too Much" y hasta los latidos country-rock y voces a los Eagles en "The Fertile Soil" forman parte igualmente de un paisaje que se teñirá de emoción a raudales en otro gran tema personal y oscuro con destacado Hammond como "Hey Mama". Todo coronado por una canción final, en la que deja sus pensamientos al descubierto (tenemos todas las trabajadas letras en el buen libreto interior), como el pacificador y hermoso "Destiny", en el que sabe demostrarnos su ternura al interpretar ciertos temas. El destino de Walter Trout era sobrevivir a su enfermedad (como también hizo para nuestro agrado Wilko Johnson) y si además viene acompañado de más grandes canciones, discos y actuaciones pues seguiremos celebrándolo junto a él.