Hace cuatro años ya del “Cheap Chinese Guitar”, con aquella portada cautivadora con caricatura desarrapada y mal vestida con una “guitarra chinorri barata”, esa Epiphone Casino color crema que Fernando Rubio mimó para crear un conjunto de canciones que dio lugar a uno de los mejores discos del panorama nacional, meses antes de encerrarnos en casa sobrevenidos por una pandemia que ninguno supimos afrontar. Muchas de sus canciones supusieron un bálsamo en nuestro encierro, para superar enfermedades o llorar pérdidas, reír y bailar junto a los amigos a través de pantallas o emocionarnos aunque fuera contemplando un atardecer desde un bajo sin ventanas.
“20th Century” es el regalo que Fernando ha estado envolviendo durante estos dos años para volver a sorprendernos. Otra portada evocadora donde te ves reflejado en esa infantil figura, buceando plácidamente, escuchando el silencio del mar, que en este caso se representa con diez canciones magistrales que demuestran el alto nivel compositivo de este cartagenero, maestro de las armonías, sin complejos hacia el horror vacui, ese temor al lienzo que se emplea en la historia del arte para describir el relleno de todo espacio vacío: “Pocos instrumentos, sonidos muy naturales y arreglos sencillos que no peleen entre sí y dejen espacio a las voces”, me comentaba hace unos años en una entrevista después de uno de sus conciertos.
Fernando Rubio es un excelente pintor de paisajes dentro de sus canciones, disfrazado con su guitarra en un magnífico dibujante de armonías a la americana. Este señor con aspecto y actitud de Roy Buchanan o John Scofield ha dado continuidad con “20th Century” a su fiel compromiso por hacernos sentir bien cuando todo va mal, con un disco que habla de las pequeñas buenas cosas; de nuestras miserias, la soledad y los malos momentos, en canciones que suenan rebosantes de vibraciones positivas, aunque te hablen de una separación dolorosa o la cercanía de tus posibles últimos días.
Con la luminosa “It won´t take too long” abre un disco definitivo en su carrera, demostrando que no hace falta irse a Tucson o a Chicago para realizar el mejor Blues, Soul, Rythm & Blues o country de este país, con unas letras encajadas perfectamente en el punto álgido de cada canción, donde el castellano jamás podría haber tenido cabida, resultando imprescindible el acompañamiento de una banda que huele a porche de Murcia y no de Oklahoma, con esas baquetas con escobillas gastadas de Paco del Cerro y la sublime pandereta de su hermana Paloma, responsables junto al gran Nacho “Harrison” Para de unos coros magistrales que flotan como olas de Brian Wilson en cada tema, llegando a la llorera cuando convergen con la voz y múltiples guitarras de Fernando en joyitas como “Last night I dreamed of you” y “Behind the Hills”. Hay momentos de música realmente sanadora de espíritu, cuando suena en “Wondering Aloud" la guitarra de 12 cuerdas de Joaquín Talismán o en “East Wind”, donde sientes el viento que viene del mar de Cartagena aunque vivas en Carabanchel. Fernando Rubio lo ha vuelto a conseguir. Nuestro J J Cale, como Elvis, vive; y no en Tulsa, sino en Cartago Nova. Jah Bless Fernando Rubio.