No se sabe muy bien si el título del séptimo álbum de Spygenius es solo una estratagema para poner a alguien en su sitio o simplemente una irónica y divertida forma de sacar los pies del tiesto. Quizás ese "estúpido" con el que han bautizado al disco no se refiera a nadie ni a nada, o todo lo contrario, o simplemente es una llamada de atención, una especie de reivindicación por parte de una de esas bandas de las que llegas a su conocimiento porque te las encuentras, y una vez halladas, te preguntas cómo es que no la has conocido antes. O quizás, simplemente eso de nombrar a un disco con la palabrota "Jobbernowl", usada en el "slang" habitual, solo refleja las características de la música que lo puebla, o sea el psycho-pop, que es ese género luminoso y vitalista emparentado con el sunshine pop y que rezuma ironía y surrealismo lírico por los cuatro costados y que inevitablemente las mentes puritanas definirían como música estúpida. Que una banda de "música estúpida" vaya ya por el séptimo disco, se dice pronto, lo mismo justifica ese aguerrido, y también festivo, título utilizado para nombrarlo. O también, por qué no, se podría emparentar con un poema de Lewis Carroll llamado "Jabberwocky", que es algo así como "hablar sin sentido" y que incluyó en "A través del espejo", la continuación del Alicia. No cabe duda de que la obra de Lewis Carroll podría considerarse como la adaptación a la literatura del término "psycho.pop" o sea, y dada la distancia temporal, como su translación posterior al pentagrama.
Hablar de Spygenius es hablar de Peter Watts (líder, voz y guitarra), Ruth Rogers (bajo, voz), Matt Byrne (teclados) y Alan Cannings (batería) y de una banda con evidente inclinación por los sonidos chispeantes y llenos de colorines que, allá por los sesenta, significó una palpable reivindicación del hedonismo por encima de las consideraciones habituales a las que el término psicodelia podría hacer referencia. Menos ácido y más vermut, por hacer una descripción gráfica, con las gafas de sol como elemento unificador.
La canción que abre el álbum "I Dig Your New Robes, Pierre!" es un compendio de todo lo anteriormente expuesto, desde el juego de palabras que remiten a uno de los promotores de la revolución francesa, al chispeante teclado y a la guitarra de evidente sonidos retro. Como en tantas otras cosas la influencia de The Beatles, aquí en su vertiente más "psycho", léase "Rubber Soul" o "Revolver", se hace presente en "Sky-Pie, Century 21", desde la coda inicial hasta los coros finales, como en "2020 Revision", aunque aquí en su vertiente emparentada con XTC e incluso en los Squeeze más inclinados al folk.
Otra característica de Spygenius es que no se recrean en exclusiva en los sonidos sixties sino que, además, los enriquecen con melodías más propias de bandas posteriores al periodo de asentamiento del género. Así, en "Son Of The Morning, Go Man Go!", a la sazón el primer sencillo extraído del disco, no es difícil entrever melodías y giros muy a lo Prefab Sprout o la evidente influencia de la new wave o el pub rock de "Metamorphosis". Y como no todo son melodías saltarinas y de estribillos juguetones. en la soñadora "All That Is Solid Melts Into Air" se vuelven más profundos y por momentos utilizan acordes de enfoque un tanto progresivos de una escena que en su día tomo el nombre de la ciudad de la que algunos miembros de Spygenius son originarios: Canterbury.
La huella del surrealismo marca de la casa se constata en la originalidad de los títulos de las canciones, al margen de los juegos de palabras, y "The Marvellous, Mendacious Time Machine'" es otra muestra más mientras repiten una y otra vez "retrocedamos en el tiempo", que ya se sabe que algunos preferirían regresar al pasado antes que aventurarse en el incierto futuro que se intuye. Los brillantes arreglos que adornan "Mandy Rice-Davis Applies" realzan la calidez y la atemporalidad de la melodía, y es que Peter Watts, autor de casi todos los temas, es de esos personajes para los que las melodías cercanas y amables casi no parecen tener secretos. Y decimos de casi todas las canciones porque en "Screwy" es la bajista la que toma las riendas tanto en la composición como en la parte vocal con unos resultados notables, incluyendo un desarrollo melódico que hace sutiles guiños al "Let's Spend The Night Together" de aquellos Stones que por el año 1967 también jugueteaban con la psicodelia.
Sin duda el tema más beateliano de disco es "Of Narcissus", y cuando se invoca a Beatles en realidad es al McCartney, el que se deja entrever en todos y cada uno de los acordes, coros y cambios que dan consistencia al más profundo de los temas que pueblan el disco, y si apuramos hasta en la cabaretera canción de cierre "Foucault Swings Like A Pendulum Do" se vislumbra algún rastro de los de Liverpool, y qué mejor para cerrar el disco que otra vuelta de tuerca a los surrealistas títulos, y es que eso de que "el señor Foucoult se balancea como un péndulo" no deja de tener su gracia, surrealista, claro está.
Como viene siendo costumbre, la parte visual corre a cargo del enigmático diseñador denominado CHAMPNISS, que actúa casi como quinto miembro de la banda y plasma con absoluta veracidad, en portadas y videos, el universo por donde se mueve la música de Spygenius, y con un poco de imaginación las referencias al mundo de Lewis Carroll parecen tener sentido. Para este séptimo disco Spygenius han dotado de un toque de amargo surrealismo a la parte lírica, quizás para contrarrestar el espacio de burbujas por donde se mueve su música. O simplemente es el álbum que una banda que vive en esos planteamientos estéticos y musicales tiene que sacar en tiempos en que las convulsiones mentales producidas por elementos externos, y no esperados, no dejan de tener consecuencias, así que la mejor forma de afrontar las depresiones es metiéndolas en un universo de burbujas reflectantes pero con los espacios suficientes para no perder de vista la realidad. En la versión de Spygenius mostrada en este optimista "Jobbernowl", esto se traduce en una concepción sesentera del ritmo con el añadido de melodías que resisten con solvencia el paso del tiempo. Con el importante añadido de que está bien resuelto.