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Entrevista: The Dankoes


"Repetir clichés me parece de lo más cansino."

Por: Kepa Arbizu

Tildar de debut el primer disco The Dankoes, "Some Kind of Grit", quizás no sea estrictamente lo más correcto, ya que el cerebro que se esconde tras tal denominación, Javier H. Ayensa, bien pertrechado por Juancho López y Jamie Shaw y la producción de Hendrik Röver, ya cuenta en su haber con otro álbum anterior, "The Way We Are Wired", editado bajo el nombre de JHA Band

Teniendo en cuenta que ambos trabajos acumulan unas influencias comunes, entorno a los sonidos clásicos de los setenta, y por lo tanto sus lazos de unión evidentes, sin embargo hay diferencias igualmente significativas. Y es que en el actual encontramos una puesta en escena más reforzada, más vigorosa, donde las guitarras brillan con fuerza, herederas del tañer de ilustres nombres como Hendrix o Rory Gallagher, y la bandeja de influencias, del  rock americano pasando por el folk-country, toman un camino de expresión más sólido y compacto. Añadamos a todo eso un hilo argumental que retrata el desarrollo de un camino que va desde la más honda desesperación a la necesidad de dejar paso a cierta ilusión, y lo que tenemos es un extraordinario álbum que nos ha obligado a hablar con su creador.

A pesar de que bajo el nombre de The Dankoes éste es tu primer disco, ya habías sacado uno anterior bajo el nombre de JHA, con influencias comunes ambos, pero en el actual con un sonido más crudo y eléctrico, ¿sientes que este trabajo es continuación de aquel o lo has tomado como un nuevo inicio?

Javier H. Ayensa: Lo he tomado un poco como un nuevo inicio. La fase de composición de estos temas y sus circunstancias no tuvieron nada que ver con las del primero. Además, no me gustaban mis iniciales como nombre para el proyecto, por lo que encontrar algo con lo que me sintiera a gusto era imprescindible, no solo conceptualmente y por sonoridad, también como punto de partida hacia nuevos objetivos y bajo un nombre con el que me quiero quedar para los restos.  

Habiendo dicho esto, también te puedo asegurar que este disco no existiría sin el primero. La conexión que tienen es que ambos son muy personales y miran hacia dentro, de hecho, más de lo que a día de hoy me resulta cómodo. Fue la manera en la que aprendí a plasmar mis primeras ideas para canciones y la que impregna ambos trabajos. Ambos son discos que me tenía que sacar de las entrañas. He compuesto de forma bastante más relajada después de estos dos y la verdad es que a pesar de estar muy orgulloso de ambos, me encuentro en un lugar muy diferente a día de hoy. El primero lo escribí en el 2013, y este unos tres años después. Ya ha llovido desde entonces. Y nos han caído otras cuantas cosas, a parte de lluvia. 

Musicalmente es un disco muy diverso, pero al mismo tiempo con una clara personalidad, en buena medida por la manera de cantar y el uso de las guitarras eléctricas tan punzantes. Sin ánimo de comparar, me recuerda a ese tipo de músicos, como The Bevis Frond, que sin necesidad de salirse de ciertos cánones clásicos son capaces de construir su personal camino, ¿resume eso tus aspiraciones? 

J.H.A.: Mis aspiraciones son muy básicas: tratar de componer buenos temas sin regurgitar esos cánones de los que hablas de manera demasiado obvia. Que mis influencias son clásicas es evidente, pero tanto mi forma de cantar como de tocar la guitarra están sujetas a muchas limitaciones técnicas, lo que es un arma de doble filo. Por un lado, me dan un toque muy personal y no imito demasiado porque, en muchos casos, aunque lo intentara, sencillamente no podría. Por el otro, me hacen incómodo para los oídos que buscan cosas de “cantante bueno” o de “guitarrista bueno”. Parte de mis aspiraciones ya se ven saciadas por tu forma de haber hecho esta pregunta. Te lo agradezco.

En esta formación te has acompañado de Juancho López y Jamie Shaw, además de grabar con Hendrik Röver en Guitar Town, ¿la presencia de todos ellos alteró mucho el sentido inicial de las canciones o las tenías ya pensadas y han quedado como sonaban en tu cabeza?

J.H.A.: La verdad es que todos los temas estaban totalmente arreglados antes de empezar a ensayarlos, pero, por supuesto, un gran músico siempre va a aportar su personal forma de tocar y alguna que otra nueva idea, como ha sido el caso. Hendrik hizo sugerencias muy valiosas, sobre todo en cuanto a lo que sobraba. Y por supuesto cuando era yo el que me sobraba, también me lo dijo, y muy acertadamente.

Conceptualmente es un disco que tiene una línea muy marcada, donde trazas un camino desde un inicio pesimista y lleno de desánimo para ir evolucionando hasta un tono más optimista y representando las ganas de tirar hacia adelante. ¿Nació primero la idea, para a partir de ahí darle forma, o ha sido un camino tomado que te han marcado las canciones que tenías?

J.H.A.: Viene de una época en la que no estaba pasando por mi mejor momento precisamente y comencé a componer unos cuantos temas bastante cenizos. Poco después me salieron otros cuantos más en plan: “Ya está bien, vamos a salir de este huracán de mierda, ¡ya!”. Cuando tenía unos diez, me di cuenta de que ahí podría haber un álbum con una línea conceptual muy clara. Pero en ningún momento compuse los temas con el disco en mente, fue circunstancial y los temas marcaron el camino hacia el álbum, no a la inversa. Después de escribir esos diez primeros temas, compuse bastantes más que no encajaban con el concepto del disco y pasó mucho tiempo hasta que le di la forma definitiva. Fue en el primer confinamiento cuando escribí “A Goal” e “It’s About Time” y pensé que ya todo encajaba. 

¿Es el disco un reflejo de una situación real respecto a que según ibas dando forma a las canciones tu estado de ánimo también iba resurgiendo?

J.H.A.: Todas las canciones son un reflejo de un estado de ánimo, para bien o para mal. Está claro que hay una parte mucho más oscura en la primera cara y una más luminosa en la segunda y coincide con cómo me estaban yendo las cosas entonces. Podría perfectamente ser A: Caída y B: Redención.

¿Hasta qué punto ese desánimo y frustración que planteas es consecuencia de vivencias más íntimas y personales o más ligado a tu relación con el mundo de la música?

J.H.A.: La verdad es que son exclusivamente vivencias íntimas, nada que ver con el mundo de la música. Como he mencionado antes, ya me estoy cansando un poco de que así haya sido en mis dos trabajos. He escrito temas muy diferentes y ya no compongo tanto de esta manera.

Inicias esa subida emocional con "Stop Hurting Yourself", a través de un sonido más campestre, menos crudo, ¿tuviste claro siempre que ese tema era el indicado para marcar el punto de inflexión?

J.H.A.: Sí, es el “basta ya” definitivo y le iba muy bien ese ritmo trotón y campestre, para comenzar a quitar hierro y caminar más ligeros. Ese tema me lo imaginé con música y letra a la vez en mi cabeza, y el título viene de una frase que mi madre me dijo por entonces unas cuantas veces.

 Y en esa segunda parte del disco, quizás impulsada por el carácter de los textos, el sonido parece menos crudo, algo más luminoso, ¿es premeditada ese cambio de tono musical que acompañe al espíritu de unas canciones que llaman a dejar atrás los fantasmas?

J.H.A.: La verdad es que nada fue completamente premeditado, pero cuando miras al disco como conjunto está muy clara la curva que hay y dónde tiene que ir cada tema. Lo de dejar atrás los fantasmas es muy acertado y la música acompaña a ese sentimiento, pero no fue compuesta con eso en mente, fue a la inversa, ordené los temas una vez estaban compuestos.

Aunque la temática de las canciones puede parecer habitual en el mundo del rock creo que tu manera de escribir tan cruda, pero al mismo tiempo lírica e incluso irónica es muy particular, ¿era algo que tenias claro que no querías caer en frases comunes? ¿Resulta costosos buscar una forma de contar esas sensaciones de una manera original y sin clichés?

J.H.A.: Para mi es imprescindible. Pero también lo es al hablar o al escribir prosa. Repetir clichés me parece de lo más cansino. Y ya cuando la gente lo hace sin darle la más mínima importancia al significado de los mismos se convierte en algo bastante lamentable. Es algo que detesto escuchar o leer, así que no lo evito como un cáncer. Quizá por esto mismo no me cueste tanto, porque es parte de mi día a día y de mi forma de ser de casi toda la vida. 

Siempre has dicho que te costó mucho dar el salto a grabar y escribir música, que no te veías preparado, ¿te sientes ahora más seguro como músico o te sigues sintiendo más seguidor o fan de la música que músico?

J.H.A.: Ahora ya es una mezcla, solo que como empecé tan tarde llevo mucha desventaja, sobre todo a nivel técnico. A veces es difícil estar en ambos lados porque no te da el día para escuchar, leer y ver todo el material que desearías y luego escribir, grabar, tocar en directo…Hay muchísimos músicos que a penas escuchan música de otros artistas y rara vez van a conciertos y por otro parte periodistas, coleccionistas de discos y fanáticos absolutos de la música que jamás se han planteado tocar o cantar ni una sola nota. Compaginarlo es vivir sin tiempo para relajarse demasiado, pero te aseguro que es mil veces mejor que oírte a ti mismo pronunciar la frase: “No tengo nada que hacer”

Es muy llamativa, bella y además ilustrativa del contenido, la portada y todo el trabajo gráfico que acompaña al disco, obra de Galli Martini ¿fue una idea tuya que ella plasmó o le diste libertad para interpretar con ilustraciones el sentido del álbum?

J.H.A.: Ha sido un trabajo conjunto. Yo lancé muchas ideas y luego a ella le tocaba darle forma visual. Cualquier idea era bienvenida mientras fuera buena, viniera de quien viniera. Ella conocía las canciones de arriba abajo, sus letras y todo el concepto del álbum. Hablamos muchísimo de diferentes opciones. Lo primero que diseñó fue la carpeta interior con los esqueletos, que la verdad es la parte que más nos gusta. Eso fue exclusivamente idea suya. De ahí fuimos poco a poco acercándonos a la idea de la contraportada y por último de la portada.  

Creo que estás afincado desde hace un tiempo en Londres, ¿percibes diferencias en la forma de entender la música a nivel social y profesional allí y en España?

J.H.A.:  Yo más que de música en general te puedo hablar de Rock en particular, que es lo que me gusta y en el circuito en el que me muevo. Está claro que culturalmente el peso de esta música en Inglaterra es muchísimo mayor que en España. Aquí Beatles, Stones, Kinks, The Who son como el oxígeno. El equivalente español sería Manolo Escobar, la Pantoja…en fin, voy a parar que me va a dar algo y creo que sabéis de lo que hablo. Evidentemente estoy hablando a nivel masivo. En España los amantes del rock’n’roll son pasionales y fieles a más no poder, pero son muy, muy pocos en comparación. Piensa que sufrimos una dictadura hasta 1975 y siempre se doblaron las películas y se potenció la música patria y cañí. El nivel de inglés es penoso en comparación con muchos otros países de Europa y del mundo. Todo esto afecta en la comprensión y aceptación de una cultura que es básicamente anglosajona. Lo que pasa es que nos rodeamos de gente como nosotros y a veces esto nos hace olvidar la minúscula minoría que somos. Yo cuando llegué aquí hace veinte años y vi a un hombre de sesenta y pico tacos poner a Led Zeppelin en el jukebox de un bar a las tres de la tarde y ponerse a cantar, sufrí un descoloque muy serio, que además resume lo anteriormente mencionado. Eso en España era ciencia ficción.

 Y a la hora de pasar a directo estas canciones, teniendo en cuenta tu residencia en Londres y haber usado músicos implicados en otros proyectos, ¿qué futuro tendrá en vivo el álbum?

J.H.A.: Pues de momento hay tres fechas apalabradas para finales de Octubre: jueves 20 en la sala Funhouse (Madrid), viernes 21 en la sala Babylon (León) y sábado 22 en la sala Tizón (Gijón). Tendré a Juancho López al bajo y a Astray (que toco con Juancho en Bummer y ahora toca con Leone, entre otros muchos proyectos) a la guitarra y coros. El batería está aún por determinar. Como también los están otras fechas, incluida la presentación londinense. El bebé acaba de comenzar a dar sus primeros pasos y aún le queda mucho por recorrer.