Trash Can Music Club, Madrid. Viernes, 27 de mayo dle 2022.
Texto y fotografías: Skar P.D.
Se dice pronto, pero ya han pasado más dos años y es ahora cuando parece que las cosas están volviendo al cauce del que nunca deberían haberse apartado, si no fuera por la aparición de algo tan diminuto como un virus que durante un tiempo, mucho tiempo, ha desestructurado todas las costumbres que regían, con mejor o peor fortuna, nuestras vidas, y las de las cosas que las convertían en estímulos. The Speedways publican sus discos, desde el aclamado "Radio Sounds", en la discográfica española Snap! Records y tocaron en Madrid por última vez el 15 de enero de 2020, es decir, hace más de dos años, y esto es mucho tiempo para una de esas bandas que parecen encontrar su hábitat especifico en los escenarios de este país que parece haberse convertido en la reserva espiritual de esas bandas empeñadas en la búsqueda del santo grial asociado a la melodía perfecta. El viernes pasado fue el día en que volvieron a subirse a un escenario en la capital o, lo que viene a ser lo mismo, cuando el power pop se convirtió en la emotiva banda sonora de las costumbres que poco a poco se van recuperando. ¿Hay alguna música más emocionalmente estimulante que el power pop?
El resultado es que había cierta expectación, dentro de los límites, claro, entre la parroquia afín al género. Y es que la banda británica se ha ganado a pulso, y con un puñado de excelentes canciones, la condición, junto con Reflectors y Whiffs, de revitalizadores del género en la segunda década del siglo XXI.
Para la ocasión el concierto lo abrieron Macarrones, con una actuación tan sólida como en ellos es habitual y, por momentos, brillante como por ejemplo en "Atómicos" o en la powerpopera versión del "Girls Just Want To Have Fun" de la Cyndi Lauper. Para cuando acabaron, la sala ya registraba una más que aceptable entrada y Macarrones habían contribuido, sin duda, a alimentar las expectativas.
Puede que sean imaginaciones, pero en las salas pequeñas la cercanía entre público y artista te posibilita la captación de ciertos matices, y la decidida entrada de The Speedways al escenario transmitió ese tipo de emociones que te hacen visualizar cierta conexión anímica entre la banda y la audiencia, lo que no deja de ser un buen augurio, algo así como "sabemos que nos estáis esperando y no os vamos a defraudar". Dicho y hecho.
Con un sonido contundente, de estos que suenan con compresión a punto de estallar, pero que a la vez permite distinguir los acordes y los instrumentos, desde el primer momento resultó evidente que los británicos se encontraban a gusto y con ganas, y no hay nada mejor que sentir la comodidad de una banda en el escenario para que las reacciones neuronales se sientan absolutamente predispuestas. Aquí es donde el power pop se hace dueño de la situación. Así, a la casi inicial "Your Brown Eyes Look So Blue", procedente del "Radio Sounds", le continuó "In Common With You", de aquel primer "Just Another Regular Summer", de cuando The Speedways era poco más que un proyecto en la cabeza de Matt Julian (voz, guitarra), para seguir con "Shoulda Known", que es parte del primer sencillo de adelanto de un próximo disco que al parecer llevará por nombre "Talk Of The Town", en una secuencia, la de alternar temas de sus dos larga duración con temas nuevos, que se prolongaría durante todo el concierto.
Emotivo el inicio de esa joya con aromas de clásico que es "Kisses Are History", con ese acople inicial para dar paso a uno de esos punteos de guitarra que identifican a las grandes canciones y con esa línea de guitarra tan emocionante, por detrás de la voz, a cargo de Mauro Venegas (guitarra y voz), que asumió el papel de vocalista principal en "Kiss Me Goodbye", que previsiblemente también formará parte del nuevo disco. Sonaron 'Daydreaming' y "Drop In The Ocean", que es la otra cara del single de adelanto, antes de enfilar la recta final del concierto apoyado en dos temas del "Just Another Regular Summer": "Seen Better Days" y la canción homónima que le da título, que hay que ver cómo ganan en directo con la consistente base rítmica que ofrecen Adrian Alfonso (bajo) y el multidisciplinar Kris "Hood" Kowalski a la batería. Un cierre definitivo que llegaría con las luminosas "Number Seven" e "In A World Without Love It's Hard To Stay Young", con todo el público asistente bailando y con los brazos en alto. Uno de esos finales que acaban agitando las pasiones.Resulta que el acceso al escenario del Trashcan Music Club se realiza por una pequeña escalera ubicada en el centro del escenario, y como era más que pertinente habida cuenta del derrame emotivo que a esas alturas ya se había expandido entre los presentes, allí no se movió nadie, por lo que, literalmente, no les dejaron bajar, haciéndoles volver a colgarse las guitarras para alargar la actuación con cuatro canciones más, empezando con la que va a dar título a su próximo disco "Talk Of The Town" y acabando con "Reunion In The Rain", del primero, sonando más acelerada y contundente que en la grabación original.
Por en medio hubo una concesión a su EP de covers ("Borrowed & Blue") que publicaron durante la pandemia con un clásico donde los haya como es "Starry Eyes", del añorado Roky Erickson y que es, justo, lo que reflejaban los ojos y las sonrisas de la audiencia. Esos ojos llenos de estrellitas que yo diría que son patrimonio de los conciertos más emotivos. De los conciertos de power pop que actúan como chutes de felicidad en vena.