Texto e imágenes: Skar P.D.
En el descanso, ese que hay en los conciertos en garitos en los que toca más de una banda y que sirve no solo para modificar el escenario sino también para que la gente salga a tomarse un respirito, había alguno que otro preguntando si sobraba alguna entrada, lo que viene a significar que estaba el aforo completo y había cierta expectación. Expectación por ver de nuevo a Jack Cavaliere, también conocido como "The Preacher", o lo que es lo mismo, Lords Of Altamont , que es la marca de la banda a la que viene alimentando desde hace ya más de veinte años y por la que, según él, han pasado más miembros que años de vida tiene.
El caso es que venían a presentar su último álbum, “Tune in, Turn on, Electrify!”, que es otro de esos trabajo paridos durante el periodo pandémico, grabados a distancia, y que, obviamente, no habían tenido oportunidad de presentar. Y el caso es que a lo largo de toda la gira española el escenario lo comparten con The Smoggers, banda en principio más humilde pero que ya desde hace tiempo se ha consolidado como uno de los referentes principales de la escena garagera de este país, por talento y por actitud, y que, de paso también, venían a presentar "Funeral", su último larga duración. Con estos precedentes: bandas con cierto predicamento; discos a presentar; los aforos otra vez al completo, o casi; las dificultades de los últimos dos años que parecen haber enfilado su recta final, el concierto en la sala Moby Dick de Madrid se mostraba altamente apetecible.
Unos remozados The Smoggers salieron al escenario sin muchas alharacas porque tampoco son los sevillanos de mucho dispendio en la parafernalia que acompaña a este tipo de eventos y tampoco es que les haga mucha falta porque desde la primera nota de "When You Hold Me", que también es el primer corte de su reciente disco, quedó claro que se lo tomaban en serio. Nada nuevo porque The Smoggers a lo largo de su trayectoria, que ya va para más de diez años, siempre han sido garantía de buen hacer y de una actitud irreprochable. Y bajo estas premisas, actitud, ganas, y buen hacer tanto estilístico como instrumental, dieron un buen repaso al disco que venían a presentar, con algunas inserciones de su anterior discografía como "Tu Maldad" o "Fuzz Me In The Cave". Así fueron sonando "Dracula Is Alone", "Mr Jekyll & Hyde" o su más reciente "Let Me Know", que es un sencillo que han editado no hace mucho para Chaputa Records y que está extraído de las sesiones de grabación de "Funeral" del que no forma parte.
La intensidad y la buena disposición fueron creciendo hasta que alcanzaron su punto culminante con la excelente "Bikers In Hell", quizás premonitoria en su referencia motera a lo que vendría más tarde, y donde el teclado de Ana González, omnipresente durante todo el concierto, la armónica de Fernando Jimenez y la guitarra plena de fuzz de Antonio León, se encontraron en el momento adecuado. Y cuando justo a continuación la batería de David Martín dio la introducción a la adictiva "Losing My Mind", que hay que ver que título más garagero, fue muy evidente que se había producido la conexión necesaria entre la banda y la audiencia. Esa conexión apenas racional que hace que los conciertos de garage se conviertan en toda una experiencia.
A pesar de que la reciente formación de The Smoggers, con el añadido de Oscar Mufas al bajo, no llevan apenas tiempo juntos, sonaron muy compenetrados dando la sensación de ser una banda que tuviera ya mucho recorrido. Una vez alcanzado el punto más efervescente no lo abandonaron desgranando versiones de The Moving Sidewalks,"'99th Floor", o su particular interpretación del "Hung Up" de The Wailers. El acelerón final con "Gente Fea" puso la guinda a un concierto que quizás no era al que la mayoría de la audiencia había ido a ver, o si, vete tú a saber visto lo visto y lo que vendría después, pero que dejó patente que The Smoggers se encuentran en un gran estado de forma y que pasados más de diez año desde su aparición están consolidados en la imaginería garagera patria.
Aproximadamente media hora después y precedidos por un inicio de esos con luces apagadas, efectos de humo y proyecciones de escenas moteras, es decir de esos inicios tan populares y efectistas de hace un tiempo y no tan usuales en los conciertos que se gestan en salas de no mucho aforo, Lords Of Altamont salieron al escenario, y tras la pertinente cuenta de un, dos, tres, cuatro, ejecutada a golpe de charles se arrancaron con "Live With Me", que no es precisamente uno de sus temas del disco que supuestamente venían a presentar, ni ese ni los siguientes, porque "I Said Hey" o "Death On The Highway" pertenecen a su discografía anterior. Y el caso es que inesperadamente el sonido que había acompañado a la actuación de The Smoggers desapareció por completo y allí solo la batería tenía la suficiente presencia y ataque, porque el resto era una especie de bola sónica en la que era complicado oír la voz, en la que la guitarra parecía desaparecer a veces, el teclado de Jack Cavaliere apenas se vislumbraba de vez en cuando y en el que las líneas de bajo apenas eran perceptibles. Pero alto sonaba, ya lo creo.
Era difícil, dado el batiburrillo sonoro, distinguir una canción de otra porque todas quedaban engullidas por lo que a todas luces parecía una ecualización bastante deficiente y por lo tanto, y porque son más desconocidas, temas como "Living In The Squires" o "Million Watts" solo se podían diferenciar por el parón pertinente entre la finalización de un tema o el comienzo de otro. Además la evolución de los de Los Ángeles parece que ha encontrado acomodo en los sonidos más duros, colindantes con el hard rock setentero, que con los dibujillos psicodélicos del garaje tipo Fuzztones. A pesar de todo temas como "Geting In The Car" dejaban un resquicio a la esperanza, pero ni aun así. Y no es que "The Preacher" no pusiera actitud, que parecía que sí, pero el concierto derivó en su parte final a una actuación más efectista y populista que buscaba la conexión con la audiencia con las arengas tipo "Hey Hey" y las palmas de turno, más inducidas que espontáneas, todo hay que decirlo.
Para bien o para mal, a esas alturas la sensación no era ni muchos menos satisfactoria y a pesar del lastre perenne del sonido, que a veces daba para pensar que cuando el Cavaliere dejaba su teclado para que la gente lo aporreara estaba apagado porque no había oído humano que fuera capaz de distinguir una nota desafinada, de esas que inevitablemente se escucharían cuando estas cosas ocurren, Lords Of Altamont recurrieron para el fin del festejo a las canciones del "Lords Have No Mercy", y en menor medida del "Midnight To 666", que quieras que no refrescaron la memoria en los sonidos primerizos, de cuando la vertiente psicodélica adornaba los sonidos más propios del garage o de cuando la música de Lords Of Altamont parecía la banda sonora de “The Wild Angels”, esa película que reflejaba el lado salvaje de cierta tribu motera. De esta forma al menos dejaron cierta sensación de fin de concierto por todo lo alto, que era algo que en realidad no había sucedido pero ya se sabe que la gente no es muy proclive a salir decepcionada, que para eso se ha gastado la pasta. Canciones como "Action" o "$4,95" dieron la sensación al menos de que el espíritu de The Stooges todavía anidaba de alguna manera en el conglomerado estilístico ofertado, que entre otros géneros también vive del proto punk americano y para muestra el "FFTS" final.
Al igual que en los bises, más bien pedidos por seguir la costumbre que por otra cosa, donde también sacaron a pasear canciones pretéritas pero realmente efectivas como "Time Has Come" o "Cyclone", en lo que pareció un intento de que la adrenalina supliera cualquier atisbo de sentimiento contraproducente. En definitiva, la noche prometía más que lo que dio, pero no sería justo centrar el resultado en la decepción escénica de los americanos. En todo caso estos no estuvieron a la altura esperada aunque no creo que achacarlo al sonido sirva como atenuante, porque, todo hay que decirlo, no es la primera vez que les pasa, y en todo caso una banda con esa trayectoria debería saber afrontar este impedimento, que al fin y al cabo no estamos hablando de grandes recintos. Ese mismo recinto en el que los sevillanos The Smoggers no solo sonaron bien sino que, además, dieron un concierto potente, intenso, creíble y divertido.